Atrapados en la jungla: a pie por la selva peruana (4ta parte y final)

domingo, 30 de diciembre de 2012


El pueblo de Aguaytia estaba muy silencioso en la mañana (ver entrada anterior). No parecía pasar nada. Era un buen momento si alguien quería huir de allí. Y eso es lo que hicimos. Muy temprano encontramos un mototaxi y para nuestra sorpresa se ofreció a llevarnos hasta Boquerón Pueblo, lo cual eran bastantes kilómetros. El sol apenas se anunciaba, la bruma subía de la piel de la selva y le daba a todo un ambiente de fantasmal belleza.  Otro chico subió almototaxi y así avanzamos a una velocidad de Fórmula 1. Algunos mototaxistas le advirtieron al conductor que le pincharían las llantas, él avanzó indiferente y nosotros una vez más llenos de incertidumbre. Pasamos por lugares que de haber estado en otras circunstancias habríamos visitado: las cataratas “La ducha del diablo”, “El velo de la novia”: la selva que subía a su encuentro con los Andes.
A lo lejos vimos que a la entrada de Boquerón pueblo había 3 tipos con pinta sospechosa. El chofer de la moto, avezado, se acercó hasta ellos y allí nos dejó. Sin apuro pero sin pausa los 3 tipos se acercaron y gritaron: “¡Les dijimos que hoy no se trabaja, chino!”. Nuestro chofer ensayó unos pretextos no muy convincentes. Uno de los tipos sacó un cuchillo y el otro una tijera y se acercaron más y más y pincharon las llantas. La mototaxi dio la vuelta y volvió a Aguytia, sin aire en las llantas.
Una vez que la palidez se nos fuera del rostro seguimos caminando, hacia el oeste, allí donde veíamos las estribaciones fascinantes que anunciaban la entrada al Boquerón del Padre Abad. En el camino vimos más  gente que subía y bajaba, hombres armados de palos y barrotes que se apeaban de las motos para apalear al que tuviera una tienda abierta, a gritos, la valentía de la turba, la fuerza desmedida de quien actúa con impunidad. Árboles y troncos que nadie se atrevía a mover de las pistas, villorrios en cuyas chozas no parecía vivir nadie: todo como en una película de corte apocalíptico. Kafka, Orwell y McCarthy en la selva peruana, donde muchos se sentían impotentes, sin poder salir de un sitio al que no se sabía cómo se había llegado; donde las libertades habían sido suprimidas y se estaba expuesto a lo que la  voluntad de desconocidos dictaminaran en un mundo donde los vehículos habían desparecido y todos iban andando a la deriva por kilómetros, guiándose por los rumores, atemorizándose por las malas nuevas que venían de otros sitios en las bocas de otras gentes.


Destrozos encontrandos en la vía que une Pucallpa con Aguaytía

Atrapados en la jungla: a pie por la selva peruana (3cera parte)

jueves, 27 de diciembre de 2012


Las 4 de la mañana sonaron en el reloj y nos levantamos para empezar otro día de caminata (ver entrada anterior). El “amigo” se adelantó con los muchachos limeños y quedamos en encontrarnos más adelante ¿Haríamos de nuevo 25 kilómetros caminando en la carretera? ¿Esta vez nos atacarían los huelguistas? ¿Nos sorprendería una balacera entre la policía y los cocaleros? ¿Soportaríamos el dolor de las ampollas en los pies? ¿Qué cosas nos pasaría este día? El gringo Jim prefirió dormir un poco más, estaba muy cansado, se despidió dando muestras de cariño, no le volveríamos a ver nunca más. Por la carretera pasaban raudos los mototaxis, alguno llevaba gente, era el momento adecuado para hacer un poco dinero movilizando personas ya que los cocaleros bajaban la guardia en las primeras horas de la mañana y había cierta garantía de que no pasara nada. No tuvimos mucha suerte y no conseguimos a nadie que nos llevará hasta que a eso de las 07 de la mañana un hombre nos llevó en mototaxi y llegamos hasta una parte de la carretera que estaba bloqueada. Menos mal avanzamos unos buenos kilómetros pero la cosa no había cambiado mucho, cada vez que pasábamos por un pueblo sentíamos en el aire la misma tensión como unacorriente eléctrica inevitable; seguíamos viendo los árboles, piedras, llantas quemadas y vidrios rotos como una evidencia de el paso inefable de los huelguistas. ¿Cómo se vería toda esa selva paralizada, tomada por un grupo de rebeldes, desde los helicópteros que volaban sobre nosotros patrullando?

Niño en el camino hacia Aguyatía.
Pasábamos por puebluchos de nombres inverosímiles: Leche y Vinagre, Llanta Blanca, etc. Todo era una especie de peregrinación alucinante, caminantes metidos en medio del ojo del huracán, viajeros que de pronto trataban de salir de una situación a donde habían llegado sin saber cómo.  Lo que se decía por la radio no se condecía con lo que uno veía.El gobierno, aparentemente no había enviado refuerzopolicial alguno ni se daba por enterado; una gran parte de uno de los 20 países más extensos  del mundo estaba a merced de un grupo de huelguistas.

Leche Vinagre, pueblo que encontramos en el camino.

Atrapados en la jungla: a pie por la selva peruana (2da parte)

martes, 25 de diciembre de 2012


Felizmente, al llegar a esa fogata que veíamos iluminar una mínima porción de la selva por la que marchábamos (ver entrada anterior) encontramos al grupo con los que habíamos estado caminando, “el amigo”, tres chicos de Lima, una chica con su abuelo, una señora con su familia que jalaban maletas de rueda en medio de la selva. Descansamos, hablamos, hicimos bromas, un hombre nos ofreció quedarnos en su casa pero la idea era seguir porque había un pueblo cercano donde se supone que había un hotel pero también donde la policía había matado a dos personas. Unos cocaleros ofrecieron llevar en una moto al anciano y su nieta algunos kilómetros más allá. Nos levantamos todos y caminamos en grupo de nuevo, hacia lo que quisiera venir más adelante.

A veces pasaban mototaxis embanderados cuyos choferes estaban, obviamente, apoyando la huelga y movilizando a los cocaleros. Otras, nos cruzábamos con gente que venía en sentido contrario, rumbo a Pucallpa, hacíamos un trueque de malas noticias y con más terquedad que fuerzas seguíamos el camino.  Ya casi a las 11 de la noche llegamos al pueblo, cuyo nombre no recordamos o quizás preferimos no recordar y que era aquél en donde habían matado a 2 personas, entre ellas un niño. La entrada estaba bloqueada con 2 grandes camiones a los que habían rodeado con unos balones de gas.Caminaba mucha gente y había bulla por todos lados. A primera impresión todo parecía más una noche de feria que una huelga. Al vernos llegar se acercó un grupo de gente que nos rodeó y luego se entretuvieron conJim, a quien vieron como una aparición surrealista. La gente estaba aburrida y tensa y el yanqui pagó los platos rotos: era el blanco de bromas, burlas, preguntas curiosas. No todas las noches llega caminando desde Pucallpa un gringo pelucón, de 2 metros de alto, con un perro que obedece, en español y en inglés. Alguien nos ofreció marihuana, otro dijo: “su gobierno es el que apoya a la policía”, nadie respondió nada, de política no se sabe nada, de aburrimiento sí, así que a divertirse con el gringo. Cuando la situación se hizo muy incómoda Jim tomó a Nico y caminó veloz para bajarse de esa palestra de clown en el que lo habían puesto y se lo tragó la oscuridad. Cuando la gente se dispersó vimos que en la intersección de las dos calles principales de este pueblo habían levantado una especie de altar, protegido por unos toldos, en donde yacían las fotos y ropa de los muertos alumbrados por unas velas. Los cuerpos aún no habían llegado, habían mandado a traer ataúdes desde Pucallpa y la cosa se hacía lenta, demasiadas piedras, demasiados árboles que mover para permitir la pronta llegada. Imaginaba la aventura que estarían viviendo aquellos encargados de traer los ataúdes en medio del sopor selvático y del hervor de la violencia. ¿Caminarían con los ataúdes vacíos sobre los hombros en los lugares de esta exuberante selva donde la carretera estaba bloqueada? Los dos únicos hospedajes del pueblo estaban repletos, una noche al aire libre se avecinaba. Compramos salchipapas en un restaurante al que luego obligaron a no vender más. Exigían a todos a comer en la “olla común” que habían hecho los huelguistas. Mientras comíamos pudimos oír retazos de conversaciones de los cocaleros: que mañana viene la policía, que si vienen reventamos los balones de gas, que estamos armados, que no nos paran, que esto, que lo otro… 


Caminando en la noche selvática.


Salimos un rato a las afueras del pueblo a orinar y de pronto escuchamos que alguien, casi oculto desde una casa pobremente alumbrada, decía “Hey, Pablo amigou”, ¡era el gringo Jim!Pensábamos que lo habíamos perdido pero allí estaba, saciando por fin de su necesidad de una cerveza que la dueña de la casa, que al final nos dimos cuenta que era un bar, le había vendido. Nos alegró mucho verlo. El sitio parecía un excelente refugio, un mundo lejano a toda la tensión que se vivía dos calles más abajo. Fuimos a traer nuestras cosas y avisar a los del grupo la buena nueva y por fin estuvimos todos sentados y la cerveza empezó a correr.

La dueña del bar nos pidió que habláramos a oscuras para evitar llamar la atención de los huelguistas, así que lo pasamos así, casi adivinando nuestros rostros, el color de nuestros ojos, nuestros gestos en esa penumbra protectora. Habíamos caminado más de 25 kilómetros, quién lo diría. Las ampollas daban fe de ello. Pensábamos que la aventura se había acabado en los ríos de la Amazonía y no, había continuado aquí, en las carreteras amazónicas, en estos pueblos dejados al inevitable olvido de dios. Como decimos en el Perú, aquí te puedes morir de cualquier cosa, menos de aburrimiento.

Laxos y aliviados, entonados con las cervezas y las conversaciones animadas el mundo parecía otro, daban ganas de seguir así, en la mesa de un bar de la selva peruana, en donde un gringo loco, un amigo, una pareja conformada por un española y un peruano errantes, unos chicos limeños apurados en llegar a su trabajo y la dueña de un bar se hablaban con entusiasmo tratando de vivir cada segundo de ese momento porque sabían que algo como eso, una experiencia parecida, no iba a suceder nunca más. El sueño cundió y la dueña del bar sacó unas frazadas y cartones que nos sirvieron para dormir. Ojala pudiera recordar el nombre de esta señora que en todo momento nos trató maravillosamente bien. En medio de todo ese terreno que producía hojas venenosas ella era el vegetal que contenía el antídoto a la maldad, el abuso y la violencia.

Al día siguiente habíamos planeado salir a las 04 de la mañana, antes que el sol caliente y haga la caminata otro suplicio. Jim se quedó un rato más tomándose una cerveza y hablándole a su perro Nico. La meta para la mañana era llegar a Aguaytía, a 6 horas del pueblo sin nombre, del pueblo de los dos muertos.

Continuará...

Pablo

Atrapados en la jungla: a pie por la selva peruana

jueves, 20 de diciembre de 2012

Pucallpa era una parada inevitable en nuestro regreso a Lima. Así que allí estábamos de nuevo, hospedados en el GuestHouse, como en los días anteriores a iniciar nuestra aventura río arriba, hacia Contamana, preocupados más en descansar, comer bien y sobre todo bañarnos luego de 2 días de duro viaje de regreso. El plan era visitar Tingo María, pueblo que es la entrada a la selva baja peruana y que está en el camino de descenso hacia la costa. Nos inquietó un poco escuchar que en Aguaytia, pueblo ubicado en el camino a Tingo María, había empezado un paro (huelga) y la carretera estaba bloqueada. Sin darle más importancia al asunto nos dedicamos solo a relajarnos, al día siguiente ya nos enteraríamos… y vaya que sí lo hicimos.
Al día siguiente tomamos la mochila y nos fuimos hasta el paradero de taxis – colectivos que estáen la salida de Pucallpa, yendo hacia el Zoólogico. Allí encontramos la empresa Euro Sat(ver DATOS UTILES abajo). Allí nos confirmaron la noticia: la huelga estaba fuerte y los coches no llegaban sino hasta SAN ALEJANDRO, un pueblo ubicado a media hora de Pucallpa. Una alternativa era irse hacia Puerto Inca, por un desvío que está antes de San Alejandro, pero eso implicaba ir por una carretera sin ley y sin asfalto, que entraba por zonas famosas por ser reinos del narcotráfico. El viaje habría sido alucinante y largo ya que se interna por la selva menos conocida y llega hasta la selva del departamento de Junín, limítrofe con Lima, pero sentíamos que de aventura habíamos tenido ya bastante en los ríos de la selva y estábamos algo cansados, además queríamos conocer Tingo María. Un chofer nos aseguró: “Llegamos hasta San Alejandro y  ahí se embarcan en moto y van avanzado, hoy día llegan a Tingo”. Fue un craso error creerle -o quizás no lo fue tanto por las cosas que vimos y vivimos-.Mucha gente no tiene reparos en decirte lo que sea con tal de ganarse unos centavos. En todo caso, si alguien quiere meterse alguna vez por la zona de Puerto Inca, en la misma avenida Centenario, al 145, de Pucallpa puede encontrar a la empresa TransIrazola que en 1 hora te lleva hasta el kilómetro 86, pasaje 10 soles, y desde ahí hay que tomar unas camionetas hasta Puerto Inca y desde ese pueblo hay que ver la manera de seguir avanzando hasta Junín.
Dicho y hecho, a la entrada de San Alejandro ya había varios coches detenidos. Los choferes que habían venido desde Pucallpa esperaban por gente que viniera caminando desde el otro lado del puente para llevarlos, pero esperaban casi con el pie en el acelerador por si los huelguistas vinieran por sorpresa y les rompieran los parabrisas a pedradas. Cruzamos el puente con algo de temor porque allí vimos el primer grupo de revoltosos, bien premunidos de piedras y palos, reunidos y deliberando sobre lo que hacer. En San Alejandro un hombre nos recomendó no seguir y esperar y para eso él, claro, nos alquilaba un cuarto en su hostal. Desoímos la oferta, continuamos caminando.
Paro cocalero. Foto de la página http://elcomercio.pe/
Paro cocalero. Foto de la página 
Conocimos a un chico al que llamábamos “amigo” que cargaba una pesada bolsa y que se veía en el mismo lío que nosotros y que se nos unió para caminar. Estuvimos buscando una moto-taxi que nos llevara hasta el siguiente pueblo tal y como nos había dicho el chofer de Pucallpa pero cuando llamábamos a alguno no se detenía por más que no llevara gente. A caminar se ha dicho…seguramente en el otro pueblo la cosa ya está mejor. Lo que no imaginábamos es que seguiríamos haciéndolo por los próximos 3 días.
El mediodía selvático estaba en todo su esplendor, el calor desanimaba hasta el más fuerte y daba la sensación de duplicar el peso de nuestras mochilas y las suelas de los zapatos dejaban traspasar la calentura del asfalto. En un pequeño poblado por fin un jovenzuelo en su mototaxinos “jaló” un par de kilómetros.Más allá tres hombres, que volvían apurados a Lima por motivos de trabajo, se nos unieron y juntos llegamos a otro poblado donde un tipo gordo y desdentado quiso hacer un gran negocio con nosotros y nos propuso llevarnos por un par de kilómetros más cobrándonos sin piedad. Aducía que corría mucho riesgo si los huelguistas lo paraban… nos convenció, y así subimos 6 personas en un mototaxi que solo puede llevar 3. Desde entonces todo fue un errar sin parar, la aventura era excitante aunque las plantas de los pies no habrían opinado lo mismo.  Como el caballo que es incitado a seguir su galope siguiendo una zanahoria que nunca alcanza, a nosotros nos acuciaba el hecho de imaginar que el siguiente pueblo encontraríamos por fin un coche y civilizadamente llegaríamos hasta Tingo María, pero el Perú es el país de las maravillas, y por ende aquí pasan siempre cosas maravillosas, para bien y para mal.
Encontramos una pequeña casa donde una señora trataba de vender los últimos platos del menú que había preparado. Sajino, papas fritas, arroz y una coca cola para apaciguar el otorongo rugiente que llevábamos en la panza. Allí se empezaron a aclarar ciertas dudas, noticias de cocaleros que habían tomado un territorio más grande de lo que imaginábamos y del que obviamente nos demoraríamos mucho en salir; muertos en trifulcas, incluido un niño; simpatía por los huelguistas, miedo, ataques a camiones y a gente, nula presencia policial, bienvenidos a la jungla… humana.

En el camino de Pucallpa hacia Aguaytía.

La poesía del viaje : Nicolas Bouvier

sábado, 15 de diciembre de 2012

La silenciosa contemplación de los atlas, tendidos boca abajo en la alfombra, entre los diez y los trece aNos, es lo que te hace sentir el deseo de dejarlo todo. Pensar en regiones como Banat, el Caspio, Cachemira, en las músicas que allí se escuchan, en las miradas que se cruzan, en las ideas que te esperan... Cuando el deseo resiste los primeros embates del sentido común, se buscan razones. Y se encuentran algunas, pero no se sostienen. La verdad es que no sabes cómo llamar a lo que te empuja. Hay algo que crece en tu interior y suelta las amarras hasta el día en que, sin estar demasiado seguro de tí mismo, finalmente te vas.


Un viaje no necesita motivos. No tarda en demostrar que se basta así mismo. Creer que vas a hacer un viaje, pero enseguida el viaje es el que te hace, o te desahace. 


Nicolas Bouvier, Los caminos del mundo.
 


 

Consejos para viajar en barco por la selva del Perú

sábado, 8 de diciembre de 2012


Como prometimos en la entrada anterior aquí les daremos unos consejos que son el resumen de nuestros viajes en barco desde Pucallpa hasta  Contamana y viceversa. Imaginamos que la mayoría de viajes en los ríos selváticos deben tener parecidas circunstancias a las que tuvimos nosotros cuando por lo que creemos que podrían servir para cualquier viajero que se anime a navegar por los ríos peruanos de la Amazonía.

Los barcos usualmente tiene 2 cubiertas, la de abajo es el almacén, cuarto de máquinas y baño (en caso de los barcos grandes) y el de arriba es el sitio donde los pasajeros entran… como pueden. Como dijimos en la entrada de nuestro viaje desde Pucallpa hasta Contamana, siempre hay una persona en los barcos a quien se puede comprar una hamaca y quien te lo ata y coloca donde tú desees. Es mejor comprar las hamacas de tela no las de red porque éstas son muy incómodas, débiles y no protegen del frío. Tienes que ir temprano al puerto a separar espacio y comprar la hamaca. Y subir a bordo con por lo menos una hora de anticipación a la hora de zarpar.




El momento de la partida casi siempre depende de que se haya llenado el almacén con toda la mercadería y en el vocabulario del puerto la palabra “mañana” no es necesariamente lo que significa para la Academia sino que hace alusión a futuro y como bien sabemos el futuro es muy, muy, muy ancho… e impredecible.



De Contamana a Pucallpa: luces indómitas y barcos que encallan

jueves, 29 de noviembre de 2012



Al subir al PEDRO MARTIN II (ver entrada anterior) nos dimos con la sorpresa que este inmenso barco estaba casi vacío así que esta vez no había que pelear por un espacio para colgar la hamaca –como sucedió en el viaje de venida desde Pucallpa- y todo parecía que iba a ser un viaje más cómodo por el espacio que tendríamos para movernos. La razón por la que esta embarcación estaba casi desocupada era debido a que había varado un par de veces y los viajantes no quisieron esperar más y se habían pasado a otro barco. Esto, claro, en ese momento no lo sabíamos. De haber tenido idea de ello lo habríamos considerado un mal augurio, definitivamente.

En el barco, dejando Contamana. Perú.




Tuvimos que esperar poco más de una hora hasta que se embarcasen bultos y pasajeros. Mientras tanto un sol que era un solo de fulgor, puro oro luminoso, fue cayendo en picado y acercándose a la piel del río dejando al mundo ebrio de una luz soberbiamente bella, delicada. El cielo se había vuelto una hoguera donde brasas y fuegos ilimitados habían creado un espectáculo irrepetible para alguien como yo que no había visto jamás algo así. ¿Qué es esto?, ¿La última luz del mundo?, ¿El día primero de la tierra?, ¿Una explosión atómica en los confines del mundo cuya tétrica reverberación ha llegado hasta aquí? Ese fuego delirante hacía que el tren de nubes que pasaba por el horizonte pareciera una exposición de siluetas, un teatro de sombras expuestas al mundo entero. Adoré ese atardecer, quedé impregnado de su esencia. Tenía esa fuerza de desasosiego que produce todo aquello que es sublime: une mezcla donde se junta lo ilimitado, lo excesivo, lo incomprensible, lo grandioso, lo intimidante. Es inevitable no sentirse feliz y aterrado al ver todo ello. Feliz porque pocas cosas se comparan a un atardecer como este que era un premio que se nos daba por haber venido hasta Contamana y aterrado porque lo grandioso siempre nos hace patente nuestra finitud, nuestra pequeñez, nuestra momentánea circunstancia aquí, en este mundo. 

Atardecer en la selva. Contamana - Perú.
Atardecer en la selva. Contamana - Perú.

Contamana: entre la quebrada Maquía y los palafitos selváticos

sábado, 24 de noviembre de 2012


En nuestro tercer día en Contamana amaneció lloviendo a cántaros y después de que calmara la lluvia nos fuimos a la quebrada de Maquia, 1 sol en moto, a 15 minutos del pueblo. Es un lugar tranquilo, al menos el lunes en la mañana porque seguro que es todo lo contrario los fines de semana al ser esta la zona de fiesta, bares y recreos turísticos. Cerca hay un puente colgante desde donde vimos la quebrada y el riachuelo que por allí discurre hasta desembocar en el río Ucayali. En ese lugar los meandros forman unos pequeños bancos de arena donde algunas personas se ponían plácidamente a lavar la ropa. 

Quebrada Maquía. Contamana - Perú.


Quebrada Maquía. Contamana - Perú.

Lluvia en la Quebrada Maquía. Contamana - Perú.

Luuvia en la quebrada Maquía. Contamana - Perú.
Empezó a llover de nuevo y esperamos hasta que apareciera un mototaxi para volver al pueblo. Más tarde volvimos a subir al mirador de Chiringal y desde allí nos animamos a ir al embarcadero de Contamana por una ruta menos conocida. Así bajamos por la larga calle Pucallpa que casi divide a Contamana ya que separa el barrio más antiguo del moderno; moderno en cuanto a tiempo de construido porque en realidad es un barrio pobre. Pero andar por sus calles fue toda una experiencia: los niños con pies descalzos caminaban por los charcos que se habían formado después de la lluvia; otros cagaban tranquilamente al lado de sus casas mientras los amiguitos jugaban y desde lo alto de las casas los gallinazos buscaban tétricamente un poco de carroña. 


Contamana - Perú.

Contamana - Perú.

Contamana - Perú.
Contamana - Perú.

La brújula del azar se va hacia el Perú

martes, 20 de noviembre de 2012



Pues, sí como lo leen los improbables lectores de este blog.  La brújula del azar se va a Perú. Después de 2 años de vida en España vuelvo a mi país para visitarlo y, claro, seguir viajando y dejándoles de conocer sobre sitios que quizás les pueda interesar conocer.

Como todo regreso seguro que no será fácil al principio, máxime si considero que dentro de mí se ha incubado un chispazo de cambio hacia algo nuevo que no puedo definir exactamente. Veré como esa nueva persona que nace poco a poco dentro de mí reacciona ante un lugar como Lima, una ciudad por la que siento aversión y amor al mismo tiempo.
Mañana parte el avión y estoy contento y nervioso. El hecho de saber que allí esperan abrazos y cariños y sonrisas hace que ansíe estar allí de una buena vez. Ver a mi gente es lo principal, al fin y al cabo la verdadera patria de uno es ese grupo al que lo unen sentimientos increíbles. En casa todo es una locura, se me han juntado viajes los últimso días a Bilbao, Madrid y Munich que apenas me ha alcanzado el timepo para nada. !Al menos hoy ya cerré la lista de regalos para los sobris!

En fin. Tenemos en mente hacer 2 rutas en Perú y tendremos que decantarnos por una porque el tiempo no nos dará para mucho. Hay que recordar que el Perú es un país muy grande. Estamos pensando en hacer una ruta por el sur del país que incluya una vuelta por todos los pueblos del lago Titicaca; o quizás irnos por el centro, especialmente por lugares bellos y poco conocidos como Huancavelica, el valle de Mantaro, Huánuco para bajar a la costa vía el bello pueblo de Chiquián, lugar desde donde parten las caminatas hacia la cordillera del Huayhuash. En fin, sea donde sea aquí estaremos escribiendo y animándoles a ponerse las botas para salir a comerse el mundo.

No interrumpiré las entradas sobre el viaje que hice a la selva peruana hace dos años y que espero que os sirva y guste si se animan a viajar por allí. Una vez acabado ese “ciclo” empezaré a escribir sobre las navidades en Perú y otras cosas que vayan ocurriendo.

Un gran abrazo, nos vemos en la ruta.  

Pablo.


Espejo de las nubes: la laguna Tipishca en Contamana

lunes, 19 de noviembre de 2012


En la entrada anterior contamos sobre la imposibilidad de conocer las aguas calientes, la colpa de gucamayos y las cataratas que se encuentran en las afueras de Contamana. Providencialmente conocimos a Cristian, encargado de Turismo del pueblo, quien para no quedarnos con las ganas de conocer más este bonito sitio que es Contamana nos recomendó ir a un lugar algo secreto pero bello: Canaan de Tipishca. Allí nos fuimos junto a él.

En el embarcadero de Contamana tomamos una barquita para cruzar el Ucayali, 2 soles por persona, y en la otra orilla encontramos unos mototaxis que por 4 soles (por persona) te llevan selva adentro, hasta Canan. Nosotros preferimos caminar hasta allí -45 minutos- por una trocha ancha que se abre entre la selva.

Camino a Canan de Tipisca. Contamana - Perú.
Camino a Canan de Tipisca. Contamana - Perú.
Mientras caminábamos nuestro nuevo amigo de ruta nos iba comentando las propiedades de cada planta, sus sueños, las movidas políticas del pueblo, sus planes, la historia rebelde de Contamana, sus antipatías hacia Lima y hasta nos cantó el famoso vals “La Contamanina” en tres versiones. Como se dice en Perú, “para qué más”; tuvimos de todo en poco tiempo. Hasta que el canto de Cristian se convirtió en gritito cuando vimos a unas mujeres en la puerta de una choza sacrificando un motelo de un tamaño increíble. ¿Y qué es un motelo?, una tortuga con cuya carne se hace exquisiteces. 

Mujeres sacrificando un Motelo. Camino a Canan de Tipisca. Contamana - Perú.
El camino pasa por varias comunidades shipibas que se dedican a la pesca, la artesanía y reciben ayuda internacional. En uno de ellas conocimos a una mujer cuya hija era una niña muy guapa llamada Tracy. La mujer vendía artesanías muy bonitas pero más caras de lo que habíamos visto en otros pueblos, aparentemente no los hacen allí. 

Canan de Tipisca. Contamana - Perú.
Canan de Tipisca. Contamana - Perú.
Canan de Tipisca. Contamana - Perú.
Hasta que llegamos a un lugar esplendoroso: la laguna de Tipishca. Es una inmensa lámina acuática en cuya superficie el cielo se refleja al mínimo detalle: cada nube, cada pájaro y hasta los árboles más altos que se erguían en las orillas. No pecaría de entusiasmo facilista al decir que ha sido uno de los lugares más hermosos que haya visto en este viaje.


En Contamana : la perla del Ucayali

jueves, 15 de noviembre de 2012




Contamana ha crecido a la sombra de unos cerros de tierra rojiza, cosa curiosa ya que debe ser una de las poquísimas estribaciones en un territorio que no es sino una planicie infinita e indomada que avanza casi inalterable hasta los Andes o, en la dirección este, hasta el Atlántico. Al verlo desde el barco nos impresionó lo grande que es este pueblo amazónico al que imaginábamos pequeño e insulso.

Contamana. Ucayali - Perú.
Aunque la experiencia en la embarcación fue, con todas sus incomodidades, estupenda, no podíamos dejar de sentir el alivio que nos daba la certeza de que podríamos por fin dormir en una cama y ya no en una estrecha hamaca. Eran las 2 de la tarde, habían sido necesarias 21 horas para unir Pucallpa y Contamana en viaje fluvial y tras desembarcar nos fuimos a buscar un hotel. Hay varios en el puerto, bastante baratos pero muy elementales. Luego encontramos, muy cerca de la plaza, un hostal de venéreo nombre: Venus (calle Buenaventura Marquez 124). La habitación doble con ventilador cuesta 25 soles. El hambre apremiaba así que de inmediato almorzamos en el restaurante - tienda Jaimito (Jr. Mariscal Castilla, primera cuadra, a unos metros de la Portada) el menú cuesta 6 soles y es bastante bueno y el servicio rápido y amable, aunque los baños podrían estar mejor,  así que decidimos hacernos habitúes del lugar, tanto en comidas como en cenas. Cayó una lluvia que parecía que no iba acabarse jamás y al rato volvió a salir el sol y las calles se en encendieron de nuevo sus colores perdidos durante las horas de cielo encapotado.

Nos fuimos a caminar por la plaza que es encantadora y animada y tiene un cariz de plaza de algún pueblo caribeño. También paseamos por el malecón Alfredo Vargas, considerado el más grande de la selva peruana. Contamana es una sorpresa agradable por ser un pueblo muy bonito. Fuera de los clásicos circuitos turísticos, se presenta como gran alternativa para aquellos viajeros ávidos de lugares poco comunes, de hecho solo vimos un par de parejas extranjeras caminando por las calles. Muchos bajan un rato en el puerto cuando el barco que viene de, o va hacia, Iquitos se detiene allí pero lo interesante está en el interior del pueblo. 

Contamana. Ucayali - Perú.
 
Contamana. Ucayali - Perú.
Más tarde subimos por la escalera que va al lado de la Comisaria, siempre en la plaza, y nos perdimos premeditadamente por el tranquilo barrio de Jerusalén, en la parte alta. Hasta allí te llevan unas escaleras anchas aunque empinadas. Como ya hemos dicho Contamana se encuentra rodeada de algunos cerros.

Contamana. Ucayali - Perú.



Navegando en el Amazonas: desde Pucallpa hasta Contamana

domingo, 4 de noviembre de 2012


Como dijimos en la entrada anterior, este día iba a empezar nuestra navegación por el Amazonas, experiencia que queríamos vivir cuanto antes. Pero, claro, a esas horas de la mañana no lo dábamos todavía por hecho ya que para encontrar un barco que partiera justo cuando nosotros esperábamos, necesitábamos algo de suerte.

Como no solo de sueños viajeros vive el hombre, sino también de desayunos, nos fuimos a tomar uno contundente al Mercado Central, opción más barata, con jugos de papaya desde un sol; y luego caímos por la heladería Tropitop –jirón Sucre, Plaza de Armas-, donde los desayunos cuestan 5 soles, buen servicio y todo muy limpio. 
 
Con la panza llena nos dirigimos al puerto para averiguar sobre posibles salidas de barcos para ese día. Teníamos dos rutas en mente: una que partía al desde PUCALLPA hacia ATALAYA, dirección sur, y otra hacía el norte a CONTAMANA, dirección ORELLANA e IQUITOS. Los barcos que iban hacía Atalaya eran muy pequeños y daban una pésima impresión: a simple vista carecían de una mínima higiene, cosa importante de considerar teniendo en cuenta que hasta Orellana el viaje lleva 4 días; y los tripulantes y ayudantes eran todos hombres, por lo cual no parece una opción muy recomendable para una viajera sola. Asimismo, esta ruta sur no parece muy requerida por viajeros, lo que no significa que no hayamos visto algunos hombres con pinta de hippies subidos en esos barcos, tan felices y contentos. Estas observaciones no quiere decir que todos los barcos sean así, quizás estuvimos en el día menos indicado y en otras fechas haya mejores transportes, solo escribo lo que vi. Todo lo contrario sucedía con la ruta hacía Contamana, es mucho más transitada y por ende la favorita de viajeros y turistas, imagino que mucho tiene que ver el hecho de que es por esa ruta por donde se llega a la principal ciudad de la Amazonía peruana: IQUITOS.



Para saber qué barco iba a partir no quedaba otra que andar por el puerto y preguntar y preguntar. Un buen indicador es buscar a la embarcación en la que se está cargando mercadería porque ésa será la que salga ese día, o el siguiente, o el que le sigue a ese... En la entrada de los barcos se pone una pizarra con el horario y el lugar al que van a partir, así encontramos el ANGEL MIGUEL que, según la información que se leía en su pizarrín, zarpaba ese día a las 05 y 30 de la tarde hacía Orellana, previo paso por Contamana, nuestro destino. El pasaje costaba 25 soles por persona. Optamos por viajar allí. Según la factura, o tiquete, que nos dieron este barco tiene una representación en una oficina que queda en la calle Callao 476 y el número de móvil es el 991551006. De nada.

Puerto de Pucallpa.
Normalmente hay alguien dentro de la embarcación que vende las hamacas, nosotros se lo compramos a un hombre muy simpático: 10 soles cada una más 6 metros de cuerda para colgarlos -1 sol el metro-, asegurarse de que el nudo esté bien hecho ya que vimos a mucha gente caerse apenas acostadas en sus hamacas. Se debe pagar por las hamacas solo la mitad, la otra se hará efectiva antes de partir. El tiquete se paga directamente a los encargados de la embarcación que pasan a cobrar cuando ya se ha partido. Es bueno esto de comprar una hamaca con anticipación porque así se separa sitio, aunque cuando el barco está lleno casi nadie respeta tu espacio y todo es un pandemónium alucinante, pues hay más gente que espacio: pasar sobre ti es una cosa tan natural como el verdor de la selva. Otra recomendación sobre las hamacas: es mejor comprar las de tela, no las de red; si bien aquéllas son más caras también son más fuertes, cómodas y abrigan contra el frío viento de la noche y los mosquitos. 

Volvimos al hotel GUEST HOUSE, donde estábamos hospedados, y encargamos nuestras mochilas a la dueña. Salimos luego a perdernos por las calles de Pucallpa a modo de matar el tiempo. Cuando tuvimos hambre buscamos un restaurante y encontramos “Los Girasoles”, esquina de las calles  Inmaculada y Salaverry; muy limpio, trato cordial, rápida atención y el rico menú por solo 4 soles, más que recomendado. Los restaurantes en el centro de la ciudad suelen ser más caros por eso si uno se mueve un poco hacía las afueras puede encontrar mejores precios, p.e. frente al Hospital Regional, a 15 minutos caminando desde la plaza, se pueden encontrar varios y baratos. La zona es muy tranquila y nos dio la sensación de seguridad. Más tarde nos tomamos unos cafés en el “C est si bon”, recogimos nuestras cosas y nos fuimos al puerto.

Llegamos con una hora de anticipación, algunos dirían que es mejor con dos pues el barco a esas horas ya estaba lleno y quedaba poco espacio para estirar la hamaca, a no ser que la hayas colgado ya desde la mañana como la hicimos nosotros. El barco está totalmente repleto de gente y de un multicolor laberinto de hamacas que hace que todos avancen a gatas en una odisea que pasa por debajo de espaldas colgantes cuando de ir al baño se trata, que, para colmo de males, está abajo, en el oscuro almacén. Hay que sortear bultos, cajas, colchones, animales, motos, electrodomésticos, pesados racimos de plátanos, niños jugando indiferentes en su alegría a lo que pasa alrededor; hay que aguantar los gritos de la sudorosa multitud que entra a vender baratijas, arroz en bolsa, pescados envueltos en hojas de plátano; hay que tener la paciencia necesaria para esperar la oportunidad de poder subir en una escalera por donde baja un río de personas haciéndose espacio a empujones en un espacio donde solo puede entrar una; hay que oír con curiosidad la cantarina pronunciación de este español selvático por momentos inentendible, por momentos agradable.

En el barco desde Pucallpa hacia Contamana. Perú

En el barco desde Pucallpa hacia Contamana. Perú

En el barco desde Pucallpa hacia Contamana. Perú

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