Las misteriosas ventanillas de Combayo

sábado, 31 de marzo de 2012


Una más de cementerios. Ya habíamos visitado dos anteriormente: el moderno de Huambocancha (ver entrada aquí), el pre inca de Otuzco (ver entrada aquí) y ahora nos íbamos al llamado ventanillas de COMBAYO, considerado por algunos como el más antiguo del Perú. ¿Por qué venir a ver otras ventanillas si ya habíamos visto unas parecidas? Pues por el deseo de conocer un lugar al que casi nadie va y que está al margen de todo circuito turístico.

Para llegar allí hay que tomar una de las combis que salen desde el paradero que está ubicado casi entre la esquina que hacen las calles Hoyos rubio y el Jirón Manuel Seoane, en Cajamarca. Hay allí una especie de garaje en donde suele haber aparcada alguna combi esperando pasajeros, aunque no son muy frecuentes; así que con suerte se puede encontrar una que esté a punto de salir, sino hay que esperar un buen tiempo. Nosotros fuimos en domingo, que es día de feria en Combayo, lo que hace que haya más comunicación entre ambos lugares y por ello encontramos transporte rápidamente.

Se necesita una hora para unir Cajamarca y las ventanillas, separados por 35 kilómetros de campiñas y pequeños poblados. Es bueno recordarle al cobrador de la combi que se va a bajar en las ruinas pues se suelen olvidar y te llevan hasta el mismo pueblo de Combayo, veinte minutos más lejos.

Ventanillas de Combayo. Cajamarca - Perú.
Ventanillas de Combayo. Cajamarca - Perú.
Ventanillas de Combayo. Cajamarca - Perú.
Desde la polvorienta carretera no veíamos el lugar en el que estaba el sitio arqueológico por lo que subimos por la ladera de un cerro hasta una humilde casa para ver si había alguien a quien pudiésemos pedir indicaciones para llegar. Un par de mujeres salieron y nos señalaron el camino; luego nos dimos cuenta que el sitio no estaba muy lejos y que no era muy complicado llegar allí.


A cambio de esa información las señoras nos pidieron “una colaboración”, eso nos sorprendió porque durante todo el viaje nadie nos había pedido una retribución por darnos indicaciones para llegar a cualquier lugar pero igual no pusimos reparo en darles unos soles. La pobreza en Combayo es sinceramente impresionante. Las 5 mil personas que viven en esta zona forman parte de ese 74.2% de pobres de Cajamarca; cosa paradójica si se tiene en cuenta que es el lugar en donde se sitúa uno de las empresas más ricas del mundo: la minera YANACOCHA. Este dato lo he encontrado en un reportaje de la periodista Milagros Salazar Herrera del diario LA REPUBLICA que en el 2006 tuvo una mención honrosa en el concurso en el Biodiversityreporting y que puedes leerlo aquí. Ese reportaje ilustra muy bien sobre las fricciones que ha habido entre los pobladores y la minera debido a que ésta ha infestado las aguas de regadío con productos químicos, alterando su entorno natural y adueñándose de lagunas como si se comprase una mesa o unos bolígrafos; lagunas a los que, claro, no deja acceder a los pobladores. Todo eso ha llevado a que haya habido violentos enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad privada (por no llamarles esbirros o sicarios a sueldo) de las mineras y la policía con los nativos; de lo cual ha resultado muerto un campesino que quería defender las reservas de agua.


Uno de los argumentos en los que se escudan las mineras es que ellos ya han pagado el canon minero y los impuestos al gobierno y que no es su culpa si ese dinero no llega a los campesinos de la zona. Sin embargo cabría preguntarse si en el hipotético caso de que ese dinero llegase de algún modo a beneficiar a los campesinos: ¿podrán con eso comprar una nueva laguna?, ¿serán capaces de volver a utilizar tierras envenenadas y yermas que la minera habrá dejado como funesta herencia cuando se vaya? 


Por fin estaban frente a nosotros los numerosos nichos que han sido labrados en la abrupta ladera del cerro San Cristóbal. Como dije líneas arriba también son conocidas como ventanillas pues son similares a las de OTUZCO; pero las de Combayo están mejor conservadas, son mucho más numerosas y se expanden en un espacio más amplio. Además son poco visitadas y uno puede andar sin apuros contemplando los nichos; aunque el hecho de no estar protegidas con un lugar en donde se controle la entrada las ponen en riesgo pues cualquier vándalo puede tener acceso y causar estropicios en lo que a otros les costó mucho esfuerzo hacer.

Ventanillas de Combayo. Cajamarca - Perú.


Cumbemayo: belleza y magia de la piedra

martes, 27 de marzo de 2012



Cumbemayo. Cajamarca - Perú.

El bosque de piedras de Cumbemayo tiene una tosca y extraña belleza y quizás por eso es, al igual que las VENTANILLAS DE OTUZCO (ver entrada anterior), otro imperdible y “clásico turístico” en Cajamarca. Así que si estás por allí te recomiendo hagas una visita a este interesante lugar ubicado a unos 20 Km. al suroeste de la ciudad y sobre los 3500 metros de altitud.

Debido a que conseguir transporte público para llegar a este lugar es algo complicado tuvimos que contratar un tour (ver DATOS UTILES abajo), por lo que sentados en una confortable y moderna combi nos internamos en las zonas rurales y agrícolas que se encuentran en el extrarradio cajamarquino; no sin hacer paradas en lugares como el mirador de Bellavista, ubicado en uno de los barrios más altos de Cajamarca y desde donde se puede ver a la ciudad y sus nuevos barrios desparramándose y devorando todo el valle lindante. 

Sinceramente, vista desde arriba, no imaginé que esta ciudad andina fuera tan grande. Como escribí al principio de estas entradas sobre Cajamarca, no la recordaba ni tan grande ni con tanto movimiento. Nino, el guía del grupo, nos ilustró muy bien sobre los cambios que se habían dado en los últimos tiempos en esta parte del Perú. La población cajamarquina se ha triplicado en años recientes ya que cientos y cientos de personas han llegado como abejas atraídas por el néctar del oro que se guarece en las entrañas de los cerros que circundan la ciudad. Esto ha traído, en cierta forma, bienestar y modernidad:hay en Cajamarca más universidades particulares que en ninguna otra ciudad andina y hasta cadenas de tiendas extranjeras que no hay ni en Cuzco. Según Nino, los únicos 4 coches tipo Hummer que hay en el Perú, campean haciendo resonar sus portentosos motores en las estrechas calles de esta ciudad. Obviamente también llegaron otros coches y ahora hay vehículos por doquier, aunque el caos no llega a ser el de Lima, claro.

Vista de la ciudad Cajamarca desde el mirador de Bellavista.

Sin embargo, este bienestar también ha ocasionado problemas de índole social y ambiental los cuales han tenido consecuencias muy grandes. La delincuencia y la prostitución han aumentado y el racionamiento de agua es una molestia con el que hay que vivir. Es por eso que en el hotel en el que nos hospedamos, el ATAHUALPA, uno solo se podía bañar de día.

En todo panal que produce las mieles del oro hay una abeja reina y la que gobierna en Cajamarca se llama YANACOCHA, compañía manejada por norteamericanos, que ha extraído el precioso metal obteniendo astronómicas ganancias, todo lo cual ha creado cierto prosperidad en la ciudad. Pero la empresa no ha dejado de despertar resquemores y odios por su proceder mancillado con casos de corrupción y abusos. Los vertidos tóxicos de mercurio, la desaparición de la laguna Yanacocha, los estropicios causados por los relaves que han afectado los campos y aguas de los campesinos, muchos de los cuales, imagino, eran aquellos que vi en las calles de Cajamarca pidiendo una limosna.

Los gobiernos peruanos desde hace más de 20 años presentan entusiastamente a la minería como el gran motor de nuestro desarrollo; desarrollo que se cuantifica en lo que se explota, no en lo que se destruye. Y, sin embargo, pese a esta riqueza que ha traído la minería la resistencia a esta industria es cada vez más fuerte y pugnaz en Cajamarca. En el 2004 hubo violentos enfrentamientos entre los pobladores y la policía por la posibilidad de la apertura de la mina Cerro Quilish; y hasta hace 5 meses levantamientos parecidos.

Foto de la página web http://www.justiciaenlosandes.org/

¿Cuánto estamos perdiendo para el futuro con la desaparición de valles, lagunas y tierras cultivables?, ¿cuántas familias miserables más necesitamos para justificar el avance de unos cuantos?; ¿es posible tener una “minería de calidad”; una que aproveche la riqueza mineral PERUANA reduciendo el impacto terrible que causa en la tierra de quienes allí han vivido por años y que merecen sentir los beneficios de esa fortuna? Han pasado decenas de años y algunas veces parece que las mineras siguen con las mismas actitudes que tuvieron cuando mandaban al sirviente de turno (entiéndase gobierno) a ordenar a sus soldados a aplacar cualquier rebelión minera (recordar la novela REDOBLE POR RANCAS, de Scorza). En fin, es un tema muy complejo que amerita reflexión y la respuesta esclarecedora de un experto.


Continuemos ahora el viaje hacia un tiempo en que no se desparecían lagunas, sino más bien el agua era considerada un bien tan importante que se le aprovechaba con maestría y sensatez. Luego de casi 2 horas de haber salido llegamos hasta este lugar que se considera como una de las más notables obras hidráulicas de los Andes precolombinos: CUMBEMAYO.

Al llegar lo primero que vimos fue una pequeña tienda hecha de barro y protegida con techos de paja a dos aguas donde una familia campesina vendía gaseosas, comidas y humildes suvenires. La gente del grupo estaba más interesado en verles, escucharles y tomarles fotos que en comprarles cosas por lo que creo que esa familia haría más dinero en cobrar por las fotos que le sacan que por las cosas que les compran. Lo que no pudimos visitar fue el museo de sitio, que increíblemente, estaba cerrado.


Cumbemayo. Cajamarca - Perú.
Cumbemayo. Cajamarca - Perú.


Una visita a las ventanillas de Otuzco

jueves, 22 de marzo de 2012


No nos detenemos, seguimos moviéndonos por los alrededores de Cajamarca. Era hora de irnos a ver un clásico de los lugares a visitar en esta ciudad: la necrópolis pre inca de Otuzco o, como comúnmente le llaman, LAS VENTANILLAS DE OTUZCO. Teniendo en consideración que la entrada anterior fue sobre la visita a un cementerio y ahora nos vamos a otro, éste mucho más antiguo, claro; se me hace fácil escucha la justificada recriminación de la (improbable) lectoría de este blog: “¿Pero es que tú solo vas a cementerios?”. Vale, vale, razón tienen, pero juro que no ha sido nada planificado (¿o, sí?) y que el orden de los lugares a visitar se fue dando así, y es por pura coincidencia que seguimos visitando lugares donde la muerte es lo principal.

Ventanillas de Otuzco. Cajamarca - Perú.
Para llegar allí salimos desde la Plaza de armas tomando el largo jirón DEL BATAN en cuyas primeras cuadras hay que estar atento porque últimos reportes periodísticos hablan de la aparición de prostitutas y delincuentes aunque nosotros no vimos nada extraño. Anduvimos por allí unas 7 calles más o menos hasta llegar al barrio San José cuya atmosfera comercial, llena de vitalidad y desorden, contrasta fuertemente con la sosegada sensación que se experimenta en los alrededores de la plaza. En la calle Los Gladiolos, cerca del centro médico de la Policía Nacional, es por donde pasan las combis hacia Rinconada de Otuzco. Nos subimos en uno de ellos y nos fuimos hacia las famosas ventanillas. 

Después de unos 20 minutos de viaje, aproximadamente, la combi nos dejó frente a la entrada del sitio arqueológico. Allí, como en muchos otros sitios del Perú donde pululen los turistas, había mujeres con sus triciclos vendiendo gaseosas, cosas para comer y hasta fósiles que no sé si eran souvenirs o algo original; no me animé a preguntar. Pagamos la entrada (ver DATOS UTILES abajo) y subimos por unas amplias y empinadas escaleras sobre las cuales unos niños, sorprendentemente, jugaban al trompo y nos miraban con curiosidad. Llegamos hasta la parte alta de las escaleras y tuvimos, por fin, frente a nosotros todo un promontorio rocoso lleno de cavidades como si fuera un inmenso panal que hubiese sido abandonado por sus laboriosas abejas.

Ventanillas de Otuzco. Cajamarca - Perú.

Ventanillas de Otuzco. Cajamarca - Perú.


Cementerio de San Francisco de Huambocancha: la muerte en tecnicolor

lunes, 19 de marzo de 2012


Como contamos en la entrada anterior, cuando visitamos el MUSEO ETNOGRAFICO de la ciudad de Cajamarca vimos las fotos de un cementerio cuyas tumbas estaban pintadas con colores pasteles y vivos, me refiero al cementerio de SAN FRANCISCO DE HUAMBOCANCHA. Uno no pensaría posible que un lugar semejante pudiera estar adornado con tonos y adornos que contradijeran completamente la atmosfera de tristeza, dolor y resignación de los camposantos de nuestras ciudades occidentales y occidentalizadas. Pero he aquí que teníamos uno en donde la muerte se manifestaba a través de una esplendente mixtura de color.

Para llegar allí nos fuimos hasta la esquina de las calles Chanchamayo y Jequetepeque, a unos 15 a 20 minutos a pie desde la Plaza de Cajamarca, que es por donde pasan las combis que se van hacia PORCON BAJO (preguntar si pasan por el cementerio, siempre es bueno confirmar). Subimos como pudimos en una combi atestada de gente en donde apenas había asientos para nosotros; se supone que en un vehículo tan pequeño no debería entrar nadie de pie pero igual subieron unos 8 escolares que, doblados y desafiando cualquier calambre muscular, trataron de acomodarse como de lugar para poder así llegar temprano al colegio. Esto de que vayan más gente de la que debería ir dentro de la estrechez de una combi no es una cosa única de los pueblos de los Andes, pasa también, y con mucha frecuencia, en Lima, ciudad que, por lo demás, debe tener uno de los servicios de transporte público más espantosos del mundo; así que no te asustes si ves algo parecido, te lo dice un sobreviviente que por años ha tenido que viajar de igual manera en las modernas avenidas de la capital haciendo mil malabares para llegar al trabajo. 

Conforme la combi se alejaba de la ciudad aparecían tímidamente algunos pequeños espacios verdes que constataban que alguna vez, no hace mucho, aquello en donde todo fue un puro verdor campea hoy el concreto. Los estudiantes fueron bajando poco a poco y, ya más cómodos, pudimos ver al borde de la carretera los carteles que avisaban las ubicaciones de los talleres artesanales de los picapedreros; Huambocancha es un pueblo en donde abundan. Familias enteras dedican sus vidas a hacer trabajos de cantería, de marmolina y granito y muestran sus logros en estos talleres que veíamos pasar desde detrás de los cristales de la traqueteante combi. 

Por fin el mozalbete que funge de “cobrador” de la combi nos avisa que hemos llegado al cementerio así que bajamos, cruzamos la carretera y subimos por los escalones que nos llevan hasta la puerta, de humilde forja, de lo que alguien ha considerado “el cementerio más alegre de América”; y quizás no le falte razón pues debe haber sido la primera vez que la visión de un cementerio no me hizo guardar silencio y bajar la cabeza sino más bien esbozar una gran sonrisa.

Cementerio de SAN FRANCISCO DE HUAMBOCANCHA. Cajamarca - Perú
Cementerio de SAN FRANCISCO DE HUAMBOCANCHA. Cajamarca - Perú
Es una reacción inevitable pues uno ve una gran cantidad de lápidas (se calculan unos 300 hechas en granito) en los que no se ven vírgenes llorosas hechas en mármol negro, ni seres con porte de deidad frigia mirando desconsolados lápidas llenas de malas yerbas y olvidos sino más bien tumbas adornadas con unas estructuras que hacen recordar iglesias en miniaturas (torres, campanas y relojes incluidos) pintadas de colores que han sido combinados con ese milenario buen gusto andino (recordar los colores de los mantos Paracas, los retablos ayacuchanos) y llenos de figuritas naif que representan vírgenes, ángeles y santos de un tamaño tal que por momentos uno puede pensar que sería posible verlos en una tarta de fiesta infantil. 


Cajamarca: luces y sombras de la historia (2da Parte)

jueves, 15 de marzo de 2012


Continuamos nuestras andanzas por Cajamarca, así que seguimos sin desviarnos por la concurrida y algo bulliciosa calle AMALIA PUGA, una de las principales de la ciudad, y apenas dos calles más allá del famoso CUARTO DEL RESCATE (ver entrada anterior) encontramos el CONVENTO DE LAS MONJAS al que entramos a ver por curiosidad ya que no teníamos información alguna de su importancia o historia y la verdad que fue una agradable sorpresa ver que casi todas sus capillas y su altar mayor estaban hechas en madera y en estilo gótico, cosa que no es muy común en los Andes. No nos detenemos, seguimos caminando siempre por la calle Puga hasta la avenida EL MAESTRO; en esa esquina hay una rotonda y frente a ella emergen las altas y esbeltas espadañas de la iglesia LA RECOLETA que es una especie de austero oasis en medio del océano barroco que exudan los templos de la ciudad. Edificada en 1678, formó parte de la Recolección Franciscana y hoy, parte de este gran complejo, alberga al Colegio Nacional San Ramón. Dentro, su ornamentación es bastante sencilla.

Convento de las Monjas. Cajamarca - Perú.
La Recoleta. Cajamarca - Perú.
La Recoleta. Cajamarca - Perú.

Salimos a la rotonda de nuevo y desde allí subimos por el jirón, o calle, Romero hasta que a nuestra derecha encontramos la larga calle SILVA SANTISTEBAN, que avanza paralela a la AMALIA PUGA, y por donde llegamos hasta una pequeña y encantadora plazuela frente a la cual se encuentra la bellísima y delicada fachada de la IGLESIA DE BELEN que forma parte de uno de los lugares más interesantes de la ciudad: EL COMPLEJO MONUMENTAL BELEN. Es un extenso recinto colonial hecho en piedra volcánica que se terminó de construir en 1774 y que desde entonces, hasta bien entrado el siglo XX, hizo las veces de hospital lo que lo convirtió en el único centro de hospitalidad cristiana y de servicio social de Cajamarca. Hoy en este lugar funciona el INSTITUTO NACIONAL DE CULTURA y la OFICINA DE INFORMACIÓN TURISTICA donde se pueden obtener buenos mapas y que debe ser, a su vez, una de las más eficientes en las que hayamos consultado.


Iglesia de Belén. Cajamarca - Perú.
Complejo de Belén. Cajamarca - Perú.

En el complejo se puede visitar el HOSPITAL DE VARONES el cual es un edificio en forma de T a lo largo del cual se ven las celdas o dormitorios en donde se atendían a los enfermos. Al fondo del pasadizo principal hay un sencillo retablo que ha sido ornamentado con la técnica de la pintura mural. Dejamos el Hospital y entramos en la iglesia que es, en mi opinión, la más bella de Cajamarca. Su prominente cúpula, el bello púlpito, sus excelentes tallas de maderas y, como detalle particular, sus querubines con manos alzadas que parecen soportar el peso del cielo que se aposenta sobre la cúpula, hacen de ese espacio uno de los más bonitos que hayamos visto en nuestras andanzas por el Perú.


ESCRITURAS NOMADES: ANATOMIA DE LA INQUIETUD DE BRUCE CHATWIN

sábado, 10 de marzo de 2012



Este libro más que un libro de viajes es un libro sobre “el viaje”; es decir, no hay en esta colección de escritos uno que nos cuente detalladamente las características de un determinado lugar y las andanzas del escritor por el mismo sino que todos ellos hablan sobre ideas, recuerdos, conceptos y personajes que tienen como eje central el viajar, el moverse, la aventura. Y aunque ANATOMIA DE LA INQUIETUD no fue concebido como un todo orgánico, pues fue publicada después de la muerte del gran BRUCE CHATWIN, los editores han tenido el buen tino de agrupar estas piezas dispersas siguiendo unas “líneas maestras” que son el reflejo de las ideas que obsesionaban al aventurero y escritor inglés.



De entrada, en la sección llamada HORREUR DU DOMICILIE, que es una frase de Baudelaire, conocemos la simiente de la que nacería la sed incorruptible de aventuras y deseos por lo exótico que fueron el norte hacia donde Chatwin dirigió siempre su vida: una niñez errante con una madre que iba de aquí para allá; las historias de antepasados de vidas intensas; su adicción a los mapas y a las lecturas hasta que cae en sus manos PLANET AND GLOW-WORM de la gran EDITH SITWELL gracias al cual se entusiasma por la vida de personajes como Baudelaire, Nerval, Rimbaud, Li Po y otros vagabundos chinos que serían siempre una referencia en sus ensayos sobre el nomadismo. Pésimo en los estudios, entra a trabajar como mozo de almacén en una famosa casa de subastas donde, aguijoneado por la curiosidad de lo que veía, aprende a apreciar las cerámicas chinas y la cultura africana sobre las que llega a convertirse en un erudito. Transformado en un consumado coleccionista, su experticia se hace evidente al poder detectar cuadros falsos o descubrir un Gauguin en un castillo escocés; pero, inquieto como era, se aburre del mundillo del arte, al que considera “un tanatorio”, y se larga hacia Afganistán. Le descubren un desperfecto orgánico en los ojos por “exceso de trabajo” así que se va a Sudán en busca de espacios geográficos más amplios que ayuden a volver a mirar sin problemas. Allí viaja a pie y en camello por los montes del Mar Muerto y de la simplicidad con la que en ese lugar se vive le nace un furor iconoclasta, “una especie de odio islámico a la imagen”, por los objetos. Vuelve a Inglaterra y vende muchas de las cosas de su colección excepto los “abstractos” que era los que adoraba como un colgante peruano de plumas de loro azules y amarillos. Otra vuelta de tuerca vital se aviene: estudia arqueología en Edimburgo, fría ciudad que, por los escritos que hizo sobre Stevenson, parece que no le gustó para nada. Se aburre de nuevo de los estudios y los deja.


Cajamarca: luces y sombras de la historia

lunes, 5 de marzo de 2012


La primera vez que vine a CAJAMARCA tenía 16 años. Era el destino de nuestro viaje de promoción que es como le llaman en Perú al viaje con el que se celebra el final de la educación secundaria; así que allí fuimos todos, alumnos y alumnas, profesores y hasta alguna celosa madre de familia que quería tener vigilada a su hija. Aunque era un adolescente alocado e inseguro, como casi todos los púberes, y lo sigo siendo, llegué a esa ciudad con más ganas de estar detrás de las chicas, conocer todas las discotecas y vivir todo aquello que en casa no se podía vivir; nada nuevo bajo el sol. Pero, al mismo tiempo, no era tan insensible como para no darme cuenta que Cajamarca era una ciudad bella, tranquila y llena de encantos. Sus edificios  coloniales, la campiña que la rodeaba y la paz que ella se sentía me hechizaron y cuando volvimos a Lima tuve la misma pena que sentía cuando las infantiles vacaciones en Ayacucho se acababan.

A modo de cerrar el círculo de nuestro recorrido por el CIRCUITO TURISTICO NORORIENTAL PERUANO, que nos había llevado desde Chiclayo, en la costa peruana, hacia la selva en lugares como Moyobamba y Tarapoto, para continuar por los inicios de las sierras en Amazonas, llegamos a Cajamarca después de un largo y fatigoso viaje que se había iniciado en el pueblo de LEYMEBAMBA, en el departamento de Amazonas, y en el que conocimos el alucinante descenso que se inicia al pasar el “abra” Barro Negro y que acaba en el cálido poblado de Balsas. Teníamos mucha curiosidad por estar en Cajamarca, ya lo conocíamos pero esta vez la motivación no era solo volver a ver lo bueno que ese lugar tuviera por ofrecer sino también ser testigos de todo aquello que se hablaba sobre el sitio: una ciudad que en los últimos años había sufrido un cambio tremendo por la riqueza mineral encontrada en las profundidades de sus tierras aunque ese “boom” económico había producido también muchas fricciones y enfrentamientos entre distintas partes de la sociedad. 

Pese a haber vuelto después de 15 años, y con ojos más receptivos, pude notar que la belleza y encanto de muchas cosas en Cajamarca seguían intactas. Lo que había cambiado, y mucho, era el ambiente o la atmosfera del lugar. Cuando vine aquí en el viaje de promoción no recuerdo haber visto gente en las plazas con pancartas y panfletos que arengaban a oponerse a la minería, el supuesto motor del avance económico de Cajamarca, ni haber visto tanta miseria y pobreza en uno de los lugares supuestamente más boyantes del norte peruano. Creo que en todo nuestro periplo por el nororiente peruano no vimos tanta mendicidad ni campesinos, que con ojos desesperados, se nos acercaran para pedirnos una moneda. Así que esta era la prospera Cajamarca, lugar que es resumen de la historia peruana y donde las fricciones y choques entre mundos muy distintos e intereses dispares se siguen dando como se dieron desde hace cientos de años en que se vieran cara a cara incas y españoles. Justamente el lugar en donde se dio ese encuentro es el lugar ideal para iniciar la visita de la ciudad: la Plaza de Armas que es como le llamamos en el Perú a las plazas centrales o mayores de todas las ciudades o capitales.

Plaza de Cajamarca. Perú
Quién diría que en este lugar tan sosegado y rodeado de la belleza arquitectónica de sus iglesias y en donde los cajamarquinos vienen a charlar y sentir el rumor de la vida fluir sin apuro, fuera el mismo sitio donde en 1532 se vieron las caras Atahualpa y Pizarro y se iniciaría así uno de los grandes holocaustos humanos y uno de los desfalcos más grandes que la Historia pudiera recordar. Y de esa choque sangriento, violento, pugnaz, es que nace lo que se puede ver hoy: un país-mezcla, un país dislocado, fragmentado, que arrastra las mismas taras y prejuicios desde hace mucho, que sigue aludiendo a su diferencia entre sus mismos habitantes; un país fascinante, trágicamente hermoso, salvaje y bello, contradictorio y delirante. Por más que muchos quieran insinuar que lo nuestro es puramente inca, y muchos otros, que no tenemos nada que ver con lo inca sino que vivimos abiertos al mundo occidental y que “lo nacional” ya se ha quedado desfasado, es inevitable reconocer que tenemos de ambas cosas y que de esa mixtura caótica ha nacido lo que somos: ni puramente incas, ni puramente occidentales; más bien, peruanos.

Los jardines primorosamente cuidados, las flores de colores encendidos, las casonas de dos plantas con pequeños balcones adornados de tiestos, la alegría de niños juguetones que corren sobre el césped saltando sobre los cuerpos de sus padres que retozones se echan a descansar; todo en esta plaza hace olvidar por un momento la violencia del tiempo, de los hechos, de las incertidumbres.

Plaza de Cajamarca. Perú
Cajamarca. Perú
Cajamarca - Perú
Allí se ubican lo que deben ser las dos iglesias más hermosas del norte del Perú: la Catedral que por no tener campanario tiene una imagen achaparrada aunque su fachada es una delicia en donde se aúnan exquisiteces barrocas, hornacinas, arabescos y retorcidas columnas; y, al otro lado de la plaza, emergen las torres de la iglesia de San Francisco, una hermosa obra arquitectónica completamente tallada a mano en cantería. En las noches de fin de semana ambos edificios se iluminan y es un gusto verlas así, resplandecientes, fulgurantes. 

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