Hacia el norte chico de Lima (II) : Visitando Paramonga

martes, 27 de marzo de 2018


HACIA PARAMONGA

Sería muy niño cuando escuché el nombre de este pueblo. Ver los sacos de azúcar en la tienda de mi padre con la inscripción PARAMONGA me hacía pensar en un lugar remoto en el que sólo había una gran fábrica con grandes engranajes, y con mucha caña de azúcar alrededor. Ahora lo vería.

Dejamos Barranca en un taxi colectivo (VER DATOS ÚTILES abajo) y en 15 minutos llegamos a Paramonga. Pueblo bastante tranquilo, con una plaza muy grande en donde se impone el cemento. Caminamos un poco por las calles para ir a ver algunas cosas interesantes que el pueblo posee.


Paramonga. Lima. Perú.

No muy lejos de la plaza está uno de los edificios más conocidos de Paramonga: “La casa de las Brujas”, hasta donde sé no hay historia relacionada a esta casa que justifique el nombre. 


Quizás es por su aspecto ruinoso, desangelado,que se ha ganado el mote. O posiblemente lo sea por ese estilo tudor que tiene y que la emparenta con esas ideas que todos poseemos sobre historias de terror victoriano. El hecho es que es una propiedad levanta en el primer tercio del siglo pasado. A esta casa no se puede ingresar.

Paramonga. Lima. Perú.

Paramonga. Lima. Perú.

Paramonga. Lima. Perú.

Justo al frente de la casa hay una especie de casona que seguramente también tuvo mejores momentos. Aunque el primer piso está habitado, el segundo sólo es un reino de abandono. Según un señor que trabajaba en los jardines, el sitio perteneció alguna vez al sindicato de trabajadores de la azucarera. Una lástima que estos dos lugares estén tan dejados a su suerte. Han debido de ser edificios muy llamativos y con mucha relevancia en los azucarados tiempos en que Paramonga era un pueblo próspero.



Paramonga. Lima. Perú.

Paramonga. Lima. Perú.

Paramonga. Lima. Perú.
No muy lejos de este rincón del pueblo se encuentra la avenida Central, que debe haber sido en otros tiempos una especie de corto boulevard con una paseo arbolado en el medio, del cual ya queda poco. Al fondo de esta calle está la famosa fábrica de azúcar que parece haber regido sobre los destinos de todos los seres humanos de este lugar: no hay nadie que no haya trabajado allí, aparentemente. Todos los que conocimos nos dijeron que alguna relación tuvieron o tienen con la empresa.

En esta avenida lo interesante se encuentra en un par de edificios singulares. Uno es el viejo y también abandonado cine cuya gran fachada blanca lo hace parecer más bien un gran almacén de cosas sin valor. Por momentos caminando por Paramonga me imaginé perdido dentro de la novela “El Astillero” del gran Onetti. 


Paramonga. Lima. Perú.
Mientras contemplábamos el edificio se nos acercó un señor llamado Ali Mejía quien había trabajado 43 años en la azucarera. Nos contó mucho sobre la historia del pueblo y sobre la decadencia que según él se vive. Era una persona muy amable y fue un placer conocerlo.


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