Caminando por la ruta de Los Huaros: Aynas Y Huishco

lunes, 31 de enero de 2011

Acababa de dejar en el aeropuerto a un inglés loco que se había cruzado medio mundo para venir a ver a una chica de mi barrio a quien había conocido por el Chat. El "lord" se había hospedado en mi casa. Los dejé en el difícil trance del adiós porque ya no iba a tener palabras para traducir la pena. Era un fin de semana largo y me dije que si otros vivían sus sueños de ese modo por qué no vivir los míos haciendo lo que más me gusta: viajar.

VAMOS

Busqué un poco de información y decidí irme tras las huellas de los HUAROS. Vine a casa, hice una mochila, descansé y al día siguiente, domingo, me fui al paradero de transportes CHAPERITO a comprar un pasaje para irme a la provincia de CANTA (sierra de Lima). Primer error: la zona es muy concurrida por los limeños quienes se van aprovechando los fines de semana largo para dejar por unos días el pesado equipaje de paranoia. Entonces, tratar de encontrar un boleto fue harto complicado ya que había mucha gente tratando de hacer lo mismo. Qué tonto, pensé, habiendo otros sitios menos conocidos se me ocurre ir al clásico punto de fuga limeño. Bueno, hagamos de tripas corazón y también hagamos la cola entre la muchedumbre para lograr un boleto. Lo logré, pagué 15 soles por el último asiento, en la parte trasera del bus de las 9 de la mañana que arrancó a las 9 y 20. Ya sabemos que si Dios es peruano la puntualidad no, así que adelante viajero y a no hacer mala sangre que el consuelo de dejar tu cárcel de cemento es impagable.

Nos abrimos camino por la avenida Tupac Amaru, el bus se aleja del "Cono Norte" de Lima y se va metiendo en las sierras, escoltado por un famélico río Chillón. En unas horas el paisaje cambia dramáticamente y de los valles bajos, de cerros pelados donde apenas pastan enflaquecidas cabras, pasamos a una sierra de rocas inmensas, que amenazantes se balancean sobre el vacío, y fértiles campos plagados de sembríos multicolores. Qué increíble, hace apenas un par de horas estaba en la árida costa y ahora el verdor lo inunda todo, cuándo me dejará de sorprender esta geografía peruana, me pregunto.

CANTA: EL CAMINO DE LOS PERROS, LAS LLUVIAS, EL POLVO Y MÁS!!

Mi intención era conocer las ruinas de AYNAS y HUISHCO, antiguos poblados que coexistieron durante el Intermedio Temprano (siglos XI y XII d.C.) y funcionaron como dos entidades complementarias en el manejo territorial de la margen derecha del Chillón. Ambos son conocidos como los ÑAUPALLACTAS (pueblos viejos) de Huaros. Llegamos a Canta después de 3 horas de viaje. Pero tenía que seguir viaje hasta Huaros, a casi 20 kilómetros hacia el este. Mala noticia: el único bus que une ambos pueblos había salido a las 10 de la mañana y no había otro transporte hasta el día siguiente o era posible que a las 4 saliera alguna combi pero… ¡No! Qué hago yo en Canta este fin de semana largo si el pueblo más parece una sucursal de la capital: plagada de limeños, de 4 x 4, de afectados acentos citadinos. Y esperar hasta las 4 de la tarde por un transporte incierto no me parecía tan interesante que digamos. Hablo con un taxista y le digo si me puede llevar a Huaros, estoy dispuesto a pagar 25 soles. Que no joven, que todos están haciendo taxi hacia Obrajillo (hermoso pueblo cercano a Canta que ese día debería estar repleto de carpitas e hijos de la gran urbe), que no es negocio irse hasta Huaros por un pasajero.

Agotadas las esperanzas de conseguir transporte pienso que tal vez podría encontrarle el vacilón a Canta o a Obrajillo en plena invasión limeña. El bocinazo de un 4 x 4 suena estridente y luego otro y otro y es suficiente para decidir no quedarme aquí. Veo el mapa, 20 kilómetros entre Canta y Huaros. Me miro las Merrel y digo: "A ver si me demuestran que valen lo que me han costado". Me voy caminando, cualquier cosa es mejor que quedarse. Voy al mercado y compro agua, pan y fruta para el camino. Una señora me recomienda cortar camino entre los campos y no seguir la carretera pues así me demoraría mucho. Listo. El camino es duro y empinado pero por fin después de media hora logro llegar a la carretera hacia Huaros e inicio la caminata con paciencia andina, sin importarme la distancia ni el tiempo, sólo la experiencia.

Caminé mirando en éxtasis el paisaje serrano. Los cerros inmensos, los campos agrestes, la estrechez del valle en el que me habría paso. Segundo error: En estas estaba cuando de pronto a los lejos diviso que unos perros salen raudos desde una choza y vienen a mi encuentro, no en ánimos de darme la bienvenida, claro está. Ladrando furiosamente y con las fauces amenazadoras se fueron acercando hacía mí. Cogí cuanta piedra pude y me quedé inmóvil esperando el ataque, de pronto del lado derecho otro perro llega alertado por los ladridos y me ataca por el otro flanco. Oh, ¿y ahora quién podrá defenderme? Los dos de la izquierda se deciden y se lanzan contra mí y entonces les tiro tantas piedras que creo que debo patentar un nuevo juego: "el tiro al perro" en vez del "tiro al blanco", como era de esperarse ninguna de mis piedras les cayeron pero al menos los mantuvo a raya por unos segundos. De pronto, cuando los brazos se me cansaron y las piedras se acabaron los perros me fueron encerrando más y más y yo me olvidé de mi ateísmo militante y empecé a pedirle a cuanto santo podía recordar que se hagan una por este pecador convicto y confeso. Ya estaban cerca, me miré las Merrel y dije "A ver si demuestran que valen lo que me han costado", planificando un zapatazo en cada mandíbula imaginé que podría defenderme. Listo, allí vamos viajero. Cuando de pronto aparece sacada de un milagro una viejita de trenzas largas que les grita a los canes en un idioma que nunca entendí pero que bastó para calmar a los animales ¡Gracias seño!

Sería ocioso contar cuántas veces más fui atacado por perros sólo baste con decir que si deseas evitar estos contratiempos mejor sé puntual y estate a las 10 de la mañana en Canta para llegar a Huaros en bus evitando mordedura alguna. Lo otro fue que todos los carros que pasaban por la pista venían desde Huaros o La Viuda hacia Canta y ninguno subía, es decir ni siquiera tenía esperanzas de que alguno me llevase en una "jaladita", por ende tragué más polvo que nunca y mis cabellos encanecieron con una rapidez escalofriante. Vamos, un viaje tiene estas cosas, nada es fácil en el camino. Al final, como dijo Bouvier, no eres tú quien hace el viaje, es el viaje el que te hace. O te deshace.



Luego de una hora de camino veo al otro lado del valle el pueblo de HUACOS (no confundir con HUAROS) sobre las laderas de un cerro con sus andenes como un multicolor tablero de ajedrez descendiendo furiosamente hacia el Chillón, cuya espuma blanquecina lamía delicadamente la tierra. Sobre toda esta vista, las moles inmensas en un ascenso desquiciado hacia el cielo, como protegiendo o amenazando (como se quiera ver) al pueblo. Me detengo, miro este paisaje, me lo guardo en el alma y continúo.



Desde Canta (2,800 mts) hasta Huaros (3,587 mts.) hay un ascenso de 700 metros que se notan en el cambio de la geografía. Las plantas se empequeñecen, los cerros dejan sus ropajes de verdor para mostrar una pétrea y hermosa desnudez. Caen unas pequeñas gotas sobre el mundo y ruego que no llueva. A lo lejos diviso el criadero de truchas del pueblo de Huacos. De pronto pasa un Station Wagon y le levanto la mano, se detiene. "Suba, le damos una jaladita": Un joven chofer y dos campesinos que se vienen de Canta y se van a limpiar el canal de agua que se ha obstruido. Son muy cordiales y me preguntan por todo, me dicen que en Huaros el pueblo está de fiesta por el Señor de los Milagros y recuerdo que mis padres alguna vez fueron en fiesta al mismo pueblo y cuando llegaron no había nadie en todo el pueblo más que un perro con el que se cruzaron en todas las calles, la gente se había ido a la plaza de toros a celebrar como es debido. Ojala que esta vez haya alguien porque sé que lo primero que voy a buscar es un hospedaje y no tengo carpa, ruego que la noche no se venga sobre el mundo y me pille en la calle.

Por fin luego de unos ocho minutos llegan al recodo donde deben bajar para ir a limpiar el canal y bajamos juntos, me desean suerte y me dan un abrazo. No he avanzado demasiado pero al menos esos pocos minutos han servido para darles un descanso a las piernas. Sigo hasta que diviso la piscigranja del pueblo de Huaros con muchos carros estacionados a su alrededor. Me acerco y medio mundo está peleándose por comprar truchas, los cogen como pueden mientras que los peces sacados del agua saltan como poseídos. Fotos, clic. A seguir.




 RESTOS ARQUEOLOGICOS DE AYNAS

Por fin, en una curva del camino aparece un letrero: HUAROS, 4 KM. Excelente, 2 horas y media y ya estoy aquí, una media hora más y llego. Crucé el puente sobre el río y empiezo a trepar por la sinuosa carretera. Llego hasta un letrero: COMPLEJO ARQUEOLÓGICO DE AYNAS y al lado la estrecha entrada al camino que asciende hacia las ruinas. Me siento sobre una roca y antes de empezar la subida, que sabía iba a ser bastante exigente, como algunas frutas y pan. De pronto se detiene una combi con toda una familia entera dentro y pienso: ¿y si aprovecho para pedir una jalada de una vez al pueblo?. La combi se detiene frente a mí y un señor me pregunta si por allí se llega a HUAROS, les digo que van por buen camino. Chau joven, gracias. Y desde la ventana toda la familia me mira como si se mirara a un marciano. Uy, que aspecto debo estar dando.


Empecé la subida, algo suave al inicio. El camino es de piedras por lo que es muy fácil resbalar. En realidad es el cauce del agua que baja hacia el Chillón por lo que a veces caminaba prácticamente sobre agua. Me voy adentrando entre chacras divididas por muros de piedra hasta llegar a una pequeña tranquera que salto y de pronto el sendero se estrecha y empieza la subida violentamente, miro hacia arriba: una serpiente inmensa asiéndose al cerro. En cada curva iba descansando mientras unos cohetes reventaban y el eco casi se extendía por todo el valle, qué bien la estarían pasando abajo. Por fin aparecen unas gradas inmensas que avisan la cercanía de las ruinas de AYNAS (3650 m.s.n.m.). La entrada es 5 soles, pero cuando busqué al guardián no estaba, debía estar celebrando en el pueblo. Lo primero que te recibe en este complejo son las dos "huancas" (piedras), como pétreos alfileres que resguardan las ruinas, detrás de las cuales emerge un cerro de forma cónica como si fuera un volcán: CHULLAHUANI.



El asentamiento es de gran extensión, las construcciones no están tan dispersas. Se nota un orden, una buena administración del espacio. Tienen forma semi circular, casi como una D. Las imágenes lo podrán explicar mucho mejor. Desde aquí se tienen unas vistas maravillosas del valle. Silencio infinito, gotas que mojan mi rostro, piedras en las que ponía mi mano para acariciar un poco lo que otros antes sabiamente habían hecho. Tenía el mundo a mis pies, una sonrisa ilimitada colgada en mis labios y una ciudadela pre-inca sólo para mí. El descenso para retomar la carretera hacia Huaros fue rápido. Una luz tornasolada invadió el mundo, las nubes estancadas en las cabezas de los cerros, atrás un cielo abriéndose al infinito




¡POR FIN HUAROS QUERIDO!
 
Entré a la plaza de HUAROS, sucio y con los zapatos llenos de barro. Unas señoras me miraban como a un espectro y me tiré en las bancas de la plaza del pueblo como un mendigo. Descansé, dejé que la llovizna me acariciara y me repuse para buscar un alojamiento. En las esquinas todos los hombres tomaban y vociferaban, música altisonante por todos los rincones: el pueblo está de fiesta, el pueblo celebra. Subí por la calle Lima hasta el 211: LA ESTANCIA MI HUAROS QUERIDO. Una señora me recibe y me dice que tiene camas vacías por 10 soles. Perfecto. "Ah, joven es un solo cuarto donde hay varias camas". 



Según el investigador Carlos Lobatón: los pobladores de "Aynas y Huishco fueron arrancados de sus espacios originarios y reubicados en lo que hoy es el poblado de Huaros" durante las reducciones creadas por el virrey Toledo (1570), es por eso que en este pueblo en la actualidad hay dos barrios bien definidos: el barrio de Huaroslao donde fueron colocados los que provenían de HUISHCO y el barrio de Huanarpun para los de AYNAS.

Me aseé, eran las 6 de la tarde, qué podía hacer en un pueblo en fiesta, pensaba salir y conocer gente pero ya había tenido más de 25 kilómetros en un día y al siguiente debía seguir caminando más. Mejor descansar o tratar con toda la bulla de la celebración. Me arrebujé en mi propio calor, con fuerza, como si fuera otro cuerpo el que me lo diera.
 
HUISHCO: VAGANDO SIN BRUJULA POR LOS CERROS (NO ES QUE SEA UN PERDIDO, PASA QUE NO ME ENCUENTRO)

Gran amanecer, cascadas de luz entrando por la ventana. Suficiente para animar hasta el más apático: de un salto estaba en pie. Bajé al restaurante que el hospedaje tiene en el primer piso y luego de un buen café y dos panes con queso serrano me sentía como nuevo para ir a buscar las ruinas de HUISHCO. La señora me indicó por donde tenía que ir. Subí por toda la calle Lima hasta que me dejó en las afueras del pueblo, pasé una cruz muy bonita y empezó mi vía crucis. Un camino anchísimo lleno de piedras, que sube violentamente. Vamos, poco a poco viajero, con paciencia que así se llega lejos. Jadear, parar, jadear, parar, respira, aspira, respira, aspira. Esto ya parece las clases de tai – chi. Hasta que se llega al desvío: a la izquierda a HUISHCO, a la derecha a los bosques de PUYAS DE RAIMONDI. Tomé la izquierda. 



Una maraña de luces tostadas alumbraba el mundo y le daba a todas las cosas un matiz suave. De pronto un aguilucho revolotea, su parda silueta se destaca nítidamente en ese fondo celeste suave del cielo serrano, vuelve a pasar y es como si me rodeara o quizá me protegiera. Agradezco la compañía. Abajo, Huaros, al fondo de la quebrada, se iba haciendo más pequeño a cada paso. Sus techos de calamina de metal (que afean al pueblo, lamentablemente) destellaban. Los añejos andenes caían violentamente sobre el villorrio. Me senté al pie de una cascada: aproveché para beber y refrescarme. El camino se hace a esta altura menos exigente.



Por fin después de una hora y media llegué al camino pre inca. Sobre una gran roca se ve una cruz y las anchas gradas dejan ver el sendero hecho con notoria maestría, acomodándose al terreno. Leí las indicaciones de unos viajeros que habían llegado por el sitio y entiendo que allí no acaba el camino. Tercer error: entendí mal, seguí el camino que da la vuelta al cerro y me adentro en un espacio de belleza fascinante pero de geografía bastante accidentada.



Todos los caminos conducen a Roma me digo, espero que también a HUISHCO, guiado por la curiosidad me adentré. Es un camino no muy ancho, con algunos empedrados de factura pre hispánica. Sigo vagando por más de media hora, ya casi una y empiezo a sospechar que este camino no me lleva a ningún sitio, es que las ruinas que buscaba estaban en el tope de un promontorio no por estos espacios bajos por donde el camino se abre paso, pienso. Espero que de un momento a otro el sendero trepe un cerro y por fin encuentre HUISHCO, nada. Sigo y nada, camino un poco más y nada. Me canso y pienso que si el camino no existe pues yo la hago. Trepo por una ladera escarpada dejando media vida en la subida y alcanzo la punta de una pequeña montaña, nada. Hay otro cerro, lo trepo y nada. No hay ni siquiera bosta de animal que me consuele indicándome que alguna vez alguien pasó por aquí. Sólo el insoportable y constante ruido de una mosca zumbándome al oído todo el tiempo. Resbalando, cayendo, aferrándome a las ramas de los árboles, entre laberintos de piedras, farallones como gigantes, pisando ichu, vientos que ululaban y… nada. Errante como un loco, sin camino que seguir decido andar sólo por las puntas de los cerros, desde donde dominaría todo el paisaje y podría encontrar HUISHCO, lo que soy yo no me voy hoy a Lima sin ver las ruinas. Cuando de pronto en una distancia no muy lejana veo las puntas de unos nevados: oh, oh, como que exageré un poco los ímpetus ¿no?



Decido desandar el camino que hice así que bajando desde las alturas lo encuentro de nuevo y regreso por donde vine: me había perdido por una hora y media. Por fin noto un espacio semicircular que la gente del pueblo conoce como el JAYAMPAMPA, el que yo había pasado sin darme cuenta, estaba cerrado por muros de piedra, en cuyo centro hay tres piedras largas (huancas) de distintos tamaños sólidamente fijas al suelo, al fondo una gran roca que, se dice, fue partida por un rayo. En este espacio se solía bailar en una de las paradas que se hacía durante la celebración de la limpia de acequias, tradición que ya casi se ha extinguido en Huaros, lamentablemente.



Sospecho que estoy cerca de HUISHCO, sigo caminando y de nuevo estoy bajo la roca que tiene la cruz en su punta y me abro otro camino, esta vez a la derecha, después de deducir que detrás de la roca debe haber "algo" y claro que había algo!!!!!: una ciudadela pre inca, HUISHCO (4,050 m.s.n.m.) Mi apuro y mi emoción me habían hecho caminar sin ton ni son, con tal premura y pensando tantas cosas que no me había dado tiempo a observar con más atención. Bueno, ya está, no me hago líos, lo que he visto es maravilloso después de todo.


Busco un modo de entrar al complejo pero lamentablemente no hay un camino bien definido por lo que trepo algunas inmensas rocas. De entrada me reciben un par de recintos circulares bien conservados, en una de las cuales ha crecido curiosamente un par de eucaliptos. Tienen entradas trapezoidales. Las construcciones, que tienen "pilastras troncocónicas como elementos de soporte" (Farfán), están bastante dispersas en el espacio. Al caminar por el lugar me pude dar cuenta del increíble parecido con las ruinas de RUPAC que tuve el placer de conocer: techos de piedra en forma de aleros, lo que hace sospechar a los estudiosos de un posible acercamiento entre los HUAROS y los ATAVILLOS. Otra ciudad pre-inca para mí sólo, en menos de un día, nada mal.




Sigo caminado y mirando minuciosamente los edificios cuando de pronto un trueno me advierte que la lluvia se viene con todo y es mejor empezar a bajar. Qué mal, justo ahora, me quedo un poquito más y de nuevo otro trueno y otro y otro. Bueno, así pos sí. Bajo y en menos de 45 minutos ya estaba en el anchísimo camino de piedras cercano al pueblo. Esta senda debe ser una oda al skate o una paliza a los riñones porque la bajada casi la haces levitando y en picada. Una señora con sus ovejitas me saluda y me dice "Feo el camino ¿no? ¿Te gustaron las ruinas joven?" Hablamos un poco porque el placer de hablar con gente sencilla y amable es un lujo que en Lima no me podré dar.

RETORNO

Llego a HUAROS y me voy al hospedaje a pedir agua para lavarme y curarme algunas heridas que me hice en los pies y piernas. De pronto siento que el único bus que sale del pueblo está tocando la bocina avisando que se va. Sale a las 2 de la tarde y es mejor reservar pasaje porque se llena muy rápido. Salgo corriendo, no vaya a ser que me deje y deba volver caminando a CANTA, no, ni loco. Una señora me vende su ticket: 14 soles directo a Lima por Transportes Señor de los Milagros. Pasamos por Canta y los 10 minutos que nos dan para bajar a comprar cosas se estiran a 30. Suben las señoras vendiendo comida y dulces, les compro algunas cosas porque eran 2 días sin saber lo que era un almuerzo o cena. Por fin el restaurante ambulante arranca y en menos de 3 horas el piloto suicida de la empresa Señor de los Milagros nos trajo a Lima (milagrosamente) sanos y (milagrosamente) salvos.

Casi son las 6 de la tarde en Lima y aún el sol es una naranja perfecta colgada con hilos invisibles en la inmensidad del cielo. La avenida, los carros, el apuro, el cemento. Qué increíble, pienso, hace tres horas acabo de estar perdido, mirándole la cara a los nevados, vagando como un iluminado entre los cerros, sobre los 4 mil metros, visitando ciudadelas pre-incas y ahora estoy en una megalópolis, perdido de nuevo pero esta vez entre mis miedos y la diaria locura ensangrentada. Qué desquiciante este país, qué geografía tan hermosamente salvaje: 3 horas que te llevan de un mundo a otro, todo a un paso. Las piernas me temblaban de cansancio y era una sensación fascinante: esa fatiga me lo había heredado mi deseo de conocer un poco más, de buscar más allá. Había caminado algunos cuantos kilómetros de uno de los 20 países más grandes del planeta, nada mal para seguir soñando, nada mal.

Pablo

DATOS UTILES

La entrada a Aynas es 5 soles, se paga a un guardián que vive cerca
Pasaje Lima - Canta : 15 soles
Pasaje Canta – Huaros : 5 soles
Pasaje Huaros – Lima : 14 soles
Hospedaje Restaurant : “Mi Huaros Querido”, Jirón Lima 211, 10 soles la cama.
Pero ambos complejos arqueológicos tienen espacios para acampar.
Transporte Señor de los Milagros
Av. Gerardo Unger No 507 - Telf: 381 9329 - 5251316
Transportes Chaperito
Av. Gerardo Unger Nº 587 - Telf.: 3823466 y 5251316

PUBLICADO EN "ESTAMPA", REVISTA DOMINICAL DEL DIARIO "EXPRESO" DE LIMA. EL DOMINGO 30 DE DICIEMBRE DEL 2007.

IMAGENES PAGANAS: LIMA B/N

viernes, 28 de enero de 2011

Lima, como toda gran ciudad latinoamericana, es un amasijo de historias alucinantes. Desde las más lindas anécdotas hasta las peores son posibles en esta urbe de más de 8 millones de habitantes. Hay demasiadas sitios muy interesantes donde pasarla bien, pero también hay muchos otros más donde ver una realidad dura. Estas fotos son una muestra de la otra parte de Lima, que no es solo lo que se muestra en estas imágenes pero también es parte de ella. 

Un hombre carga un letrero frente al Palacio de gobierno: "Necesito Trabajo"

A los niños de la calle en Lima les llaman "pirañitas", atacaban a sus victimas hasta dejarles sin nada y luego desaparecían. Viven bajo los puentes o en casonas abandonas o en la calle.

Furia: Manifestantes de Construcción Civil propagan el caos en el Centro de la Ciudad, era la época de Fujimori.

Vida de Perros, 3 callejeros duermen junto a un can en una esquina.

El niño cantor de la Plaza Mayor, de un tiempo a esta parte ya no les dejan cantar allí.

Un manifestante muestra su furia contra un policía.

El músico ambulante de la calle Emancipación

Fujimori junto a su compinche Montesinos, hoy purgan condena en la cárcel.

Manifestantes queman llantas en la entrada del Palacio de Gobierno

La cantante ciega del bus: los discapacitados en Lima tienen que ver cómo sobrevivir, salir a la calle a buscar alguna oportunidad, a competir.

Caminando a las ruinas de Rupac

Un viaje que hice cuando era estudiante de turismo, hará algo de 6 años. Algunos datos puede que hayan cambiado un poco, lo que no se ha alterado es la belleza de Rupac, uno de mis lugares favoritos, sin dudas...  

"¿Conoce usted las ruinas de Rupac?" Le pregunté al chofer del auto que nos conducía de regreso a Huaral, un amable señor, natural de la zona. "No joven, nunca he subido" me respondió después de pensárselo un poco. Esta respuesta me pareció reflejar, a pequeña escala, uno de los grandes problemas de mi país: no queremos conocer (¿o no podemos?) ni saber, ni valorar aquello que tenemos por más que lo que nos pertenezca sea grandioso y esté muy cerca de nosotros. Puede sonar a cliché pero ¿Cómo amar lo que no se conoce?

DE PUEBLOS FANTASMAS Y OTRAS HISTORIAS

El sitio arqueológico de Rupac (del aymara Lupac, que significa llamarada roja) está situado en las serranías de la provincia de Huaral, sobre los 3,400 m.s.n.m. y fue construido por la etnia de los Atavillos,  sociedad guerrera que emergió al eclipsarse el imperio Wari y que luego fueron conquistados por las huestes incas de Tupac Inca Yupanqui.

Hacia este lugar nos dirigimos con un grupo de amigos de la facultad a comprobar in situ todas aquellas maravillas que de ella se hablaban. Tomamos los buses de la empresa Turismo Huaral que está en las cercanías de la plaza de toros (Plaza de Acho) de Lima y por 5 soles el pasaje nos dirigimos hacia el norte.

Dejamos Lima y todo su bullicio para luego pasar por el tan temido y famoso Pasamayo hasta las deliciosas playas de Chancay. Luego de unos minutos arribamos a Huaral, una ciudad eminentemente comercial. Aquí tomamos los colectivos (station wagon) de la empresa Empresa Los Atavillos que por 90 soles (ida y vuelta) nos llevarían directamente hasta PAMPAS. Considerar que si vas por tu cuenta también encontrarás los mismos coches, nosotros alquilamos 6 coches y pagándolo ente todos nos salió más barato.


Así, nos adentramos en las sierras limeñas, ascendiendo por el valle del río Chancay y solazando nuestros ojos con las espectaculares vistas que la naturaleza de estos sitios nos prodigaba. Hicimos una corta pero fructífera parada en el pueblo de LA FLORIDA, desde donde también se puede iniciar la caminata, previo pago de la entrada (5 soles, te dan ticket), hacia el sitio arqueológico. Aquí puedes encontrar tiendas, restaurantes y con algo de paciencia alguien que te alquile una acémila. Es el último lugar donde puedes conseguir estas cosas antes de subir.

Frente a la pequeña y sencilla plaza del pueblo nos reunimos con las autoridades a intercambiar ideas, preguntarles sobre sus actividades y la afluencia de turistas y de qué modo esto les estaba beneficiando. Les obsequiamos unos volantes que habíamos elaborado para que ellos se los ofrecieran a los visitantes cuando pagaran su entrada ya que es difícil hallar información histórica sobre la ciudadela. Nos ofrecimos a trasladar los letreros que habían hecho para señalizar el camino y aceptaron, luego de despedirnos continuamos viaje . Usualmente los coches llegan hasta LA FLORIDA, pero pagando un extra (que puede ser muy caro si vas solo porque tienes que pagar por todo los asientos vacíos) los coches te llevan hasta PAMPAS. De otro modo, el trek empieza hasta alcanzar el pueblo, 2 a 3 horas después. Si eres de los que tiene problemas con los abismos te recomiendo caminar. Esa porción del camino tiene una difciultad entre media a baja.



PAMPAS, es un bonito pueblo que al igual que LA FLORIDA pertenece a la misma comunidad campesina. Tiene unas vistosas y grandes casonas con anchos balcones que casi parecen colgar en el vacío; estrechas callecitas y una hermosa y bien conservada iglesia. Lo único de lo que carece este poblado es de gente, es por esto que se le conoce como "pueblo fantasma".



Días antes habíamos ido allí con un par de amigos a hacer un reconocimiento del lugar y en medio del atardecer en PAMPAS, encerrados por murallas de neblina sentimos algo que hizo que se nos helara la sangre. Un grito que más parecía un mugido de animal. Como no se veía nada nos quedamos parados tratando de adivinar de dónde provenía el ruido. De pronto en medio de la neblina apareció la silueta de un hombre, patizambo, encorvado como un jorobado. Pudimos entender mejor el sonido que profería: AMIGOOOO, AMIGOOO.

Grande fue el terror cuando observamos que en una mano tenía una hoz y se nos figuró un personaje digno de una película gringa serie B. Cuando aparecieron sus perros y vimos el costal en el que traía hierba nos dimos cuenta que era un campesino. Igual el estupor seguía. Pasó cerca de nosotros, saludando; me di cuenta que estaba totalmente ebrio y que cargaba una botella vacía en la cual seguramente había habido alcohol que es a lo que nuestro personaje olía. Pude adivinar en la niebla su rostro deforme, su andar resquebrajado, su tristeza de años. Han de imaginar que no fue muy lindo tener que encontrarse con un personaje así en un pueblo fantasma lleno de neblina.  En fin, sólo cuento esto para que lo tengan en cuenta por si se cruzan con este hombre. Por lo demás cuando fuimos con el grupo no volvió a aparecer.

Frente a la iglesia armamos las carpas e iniciamos el recojo de desperdicios. Nos abrimos paso entre las casas invadidas por la vegetación y el silencio, por lugares donde el tiempo parece inerte y la melancolía casi se acaricia. Encontramos a la señora Felicita Remigio, acompañada de su nieta y de Pitin, su perro, quien amablemente nos dejó ver las grandes papas que había cosechado, nos invitó a regresar en agosto para la fiesta de San Salvador, fecha en que se marca el ganado y Pampas regresa a la vida. "¿No le da miedo quedarse aquí en la noche?" Nos responde que no le tiene miedo a la noche como a la soledad y que por eso ya se regresaba a La Florida a descansar.



En la noche la temperatura desciende bruscamente y todo se cubre de neblina. Decidimos hacer una fogata y ahuyentar el frío. Contemplamos el hermoso cielo serrano, tachonado de refulgentes estrellas y en el cual avistamos más de una fugaz que parecían pasar cerca de nosotros. Era hora de dormir.



LE LLAMAN EL MACHU PICCHU LIMEÑO

El sábado en la mañana levantamos el campamento y colocamos nuestras cosas en las acémilas que los pobladores de LA FLORIDA nos habían alquilado para emprender la subida aunque al principio el camino sea de bajada. Luego de unos minutos se llega a las bonitas cascadas de Huarin Palcamayo, cerca de este punto el camino empieza a ascender.

Los Atavillos construyeron sus ciudades en lugares muy altos para defenderse mejor. Y vaya que sí querían defenderse pues el sitio está bien alto pero las cosas se facilitan gracias al trabajo de mantenimiento del camino que los pobladores han realizado, además el esfuerzo se compensa con los esplendorosos paisajes que se pueden ver en el trayecto.

Pasamos por morrenas, caminos enfangados y hasta tuvimos que arrear vacas, mientras en el cielo dos cóndores nos acompañaban con su majestuoso vuelo. Por fin en Rupac, el más importante centro de los Atavillos, armamos las carpas en una explanada y nos adentramos en los restos. Caminamos maravillados entre estos monumentales edificios cuyo buen estado de conservación nos sorprendió.

Las construcciones son increíbles, todas están hechas en piedra, algunos llegan a medir casi diez metros de altura, se me antojaban una especie de espadas clavadas violentamente en la tierra. Algunos le llaman "El Machu Picchu limeño", aunque Rupac sea, posiblemente, el único sitio arqueológico en nuestro país que mantiene sus techos y salientes originales, también de piedra y que pueden casi medir un metro, lo cual hace al lugar único y distinto. Cuentan con almacenes de hasta tres pisos, escaleras de piedra, cuartos subterráneos y chimeneas.


 


Pudo tener funciones militares, religiosas y, también, administrativas. Indudablemente que el refinamiento arquitectónico de los Atavillos salta a la vista. Vimos una gran cantidad de cráneos, huesos y, cómo, no una buena cantidad de desperdicios que recogimos.

Al atardecer casi llegamos al borde del abismo sobre los que están levantados los restos arqueológicos para ver en el horizonte al sol cansino deshacerse en mil colores que teñían de un rojo encendido el lugar (¿de allí el nombre Rupac?); luego la confusión de no saber dónde acaba la luz y dónde empieza la oscuridad, un celeste suave se perdía en los cerros inmensos por el norte, allí parecía acabarse el mundo, empezar la eternidad.



En la noche la luna nos sorprendió chorreando su luz sobre los restos a los cuales les daba una imagen mágica y enigmática. Con todo este ambiente de magia se duerme casi arrullado.

AHORA AÑAY

El domingo un grupo inició el regreso a Lima, pero otros nos quedamos, aún queríamos más por lo que decidimos seguir camino hasta AÑAY, otro sitio arqueológico que los Atavillos construyeron y que queda a poco más de un día de camino. Aunque llegar ya es un poco más difícil debido a que para AÑAY ya no existe camino hecho sino solo “caminos de herradura”. Subimos por el cerro que se ubica frente a las mismas ruinas de Rupac y después de un duro ascenso llegamos hasta SHIPISCAN, un pequeño lugar de unas cuantas casas donde un poblador nos condujo hasta una explanada donde podíamos pasar la noche para continuar camino.



Acampamos y al día siguiente, lunes, seguimos con la caminata. Por fin, en un descenso continuo, donde no faltaron las resbaladas y caídas llegamos a AÑAY. Si bien el sitio es más pequeño sus construcciones son parecidas a las de RUPAC y hasta parece haber habido aquí un poco más de arrojo al construirlas pues están casi colgadas en el vacío por la cercanía del abismo a las que están expuestas.





Nos animamos a ingresar en algunas de ellas a través de sus pequeñas entradas y ver las ménsulas que habían puesto sobre las paredes para soportar los techos, las escaleras, los grandes arcos, tanto talento arquitectónico, cómo no emocionarse ante esto. Luego empezamos el descenso hacia la comunidad de PALLAC y allí llegamos al atardecer.



Después de un contundente LOMO SALTADO (un plato delicioso y rápido de hacer por lo que es lo primero que se ofrecen en estos pueblitos a los trekkers que llegan cansados y hambrientos) salimos a recorrer el lugar y conocimos a don Glicerio Soto Contreras,  entonces Secretario de la Comunidad de Pallac, hombre afable y conversador que nos ofreció los baños públicos del pueblo, limpios, decentes y bien construidos y hasta el local comunal para dormir pero unas amigas se sentían mal y preferían un hotel, cosa que no existe en el pueblo por lo que nos recomendaron ir a la vecina LA PERLA, y allí nos dirigimos ( 3 soles por persona en el station wagon) y nos hospedamos en uno de los varios hoteles (disculpen que no recuerde el nombre) que estaba muy limpio y ordenado aunque los baños no tuvieran puerta, igual, cualquier cosa era buena para descansar.

Al día siguiente tomamos un colectivo desde LA PERLA hasta HUARAL, directo, donde empezó todo, (7 soles aproximadamente) para luego regresar a Lima.

Definitivamente fue un buen trek, regresamos cansados pero con el alma llena de imágenes irrepetibles. Anímense a conocer RUPAC.

Saludos y abrazos para todo el mundo.

Pablo



PD: Aquí les dejo algunos fonos que quizá les sirvan si planean caer por allí.

Edgar Ríos (San Miguel) 97178794 3355859, entonces Presidente de los carros de Huaral (La Florida) Empresa Los Atavillos : 90 soles hacia La Florida

Glicerio Soto Contreras Secratrio Comunidad de Pallac 6000323 (de 5 a 8 p.m.)

Rolando Remigio, entonces Presidente de Turismo de la comunidad de La Florida 6000215 8 am 8 pm

Lima 1: Callejeando por el Centro Histórico

jueves, 27 de enero de 2011

Cuando volví de Londres a vivir a Lima de nuevo me prometí que la recorrería tal y como caminé por Londres: como un tipo que estaría de pasada y quería ir viendo y escribiendo sobre los sitios de la ciudad como si fuera la primera vez que la viera. El trabajo y los viajes apenas me permitieron escribir algunas cosas, me quedan pendiente para cuando vuelva unos posts sobre el Callao, La calle Capòn (calle China), los cafés de Lima y hasta los cines porno... siempre me han gustado las cosas bizarras. Bueno hasta entonces pondrè aquí lo poco que pude recopilar sobre la ciudad en que nací. 


Como en muchas ciudades de fundación hispánica en América,  la Plaza Mayor de Lima (o Plaza de Armas como se le conoció por un tiempo) es el sitio con más historia. Si bien su importancia económica decayó mucho y varias familias ricas decidieron irse a vivir al sur, es ahora un lugar que se tiene que visitar y que guarda un encanto peculiar gracias a la recuperación de sus espacios que se ha llevado a cabo en los últimos 10 años, y vaya que se nota la diferencia.

Aunque de la época colonial queda poco, los terremotos y los limeños han hecho cada cual lo suyo por traerse abajo lo de histórico que aquí había, felizmente quedan algunas cosas que nos traen el recuerdo de esas épocas en que Lima no era más que un villorio destinada a ser la joya de la corona. Lo que nos puede dar idea de cómo era la ciudad son la fuentes de agua de 1651, algunas partes del pórtico de la Catedral y la Casa del Oidor que está en la esquina entre el Palacio de Gobierno y el Palacio Arzobispal, una casa amarilla de balcones verdes.

Es aquí, en este cuadrado imperfecto, donde  pasaron algunos de los sucesos más trascendentales de la historia peruana. La fundación de la villa, que luego sería capital de un virreinato más grande y rico que el reino de España, se dio en esta plaza; la fundación de la ciudad en la línea costera peruana fue en desmedro de la relevancia que los andes tenían hasta entonces como lugar de suma importancia: el Cusco imperial ya no sería más la ciudad más importante del reino y de paso también cambió la historia económica puesto que sería la costa, y sus ciudades y habitantes, los que desde entonces ejercerían su influencia en el resto del país. 



Aquí se llevaban a cabo las primeras corridas de toros del sur del continente y se castigaba a los condenados por la Inquisición; aquí habría una feroz batalla entre los incas rebeldes, que trataron de destruir la capital descendiendo desde el cerro San Cristóbal, y los españoles que a poco estuvieron de ser arrasados; aquí se celebraban las misas y las procesiones cada vez que un terremoto se traía abajo la catedral; aquí vendría la gente a comprar y vender lo que se pudiera; aquí se proclamaría la independencia del Perú y se prepararían los ejércitos para salir a luchar contra los españoles (de allí su nombre de Armas); en las torres de la Catedral serían colgados los cuerpos, luego de haber sido linchados, de los hermanos Gutierrez que asesinaron al Presidente Balta en el siglo 19, en fin. No pararíamos de reseñar los muchos sucesos históricos que se llevaron a cabo aquí, así que disfrutemos de andar por esta bonita plaza que ha sido bien recuperada y que guarda entre sus rincones muchos secretos y sitios de interés, que nosotros iremos descubriendo juntos.

Allí está la Catedral y su museo que vale la pena visitar, es un hecho que los domingos va a estar abierta así que si vas un fin de semana la podrías visitar gratis por dentro. Está sitiada sobre lo que fue un templo inca, de allí el desnivel, y en su interior están los restos de Francisco Pizarro fundador de la ciudad. En el atrio solía estar una estatua ecuestre del conquistador que fue removido a una esquina de la plaza (hoy Plaza Perú, al lado del Palacio de Gobierno) y de allí lo llevarían hasta el Parque de la Muralla que visitaremos más tarde.

Al lado de la Catedral está el Palacio Arzobispal, que es de moderna factura pero que fue construida en estilo Neo Colonial, en la primera mitad del sigo 20, de allí que su balcón sea uno de los más hermosos de la ciudad. 



Al frente está el Palacio de Gobierno, lugar en el que a las 12 del mediodía, todos los días, puedes ver el Cambio de Guardia. Vamos que no es Buckingham pero vale la pena verlo. El palacio también es moderno, el anterior se incendió en 1921, pero está en el lugar donde los españoles encontraron la residencia del curaca que administraba la ciudad, Taulichusco, y que Pizarro tomó como vivienda para poder controlar las aguas del río Rimac que está a las espaldas del palacio. Esta residencia se convirtió así en el centro del poder español en América y también en escenario del primero, de los muchísimos, golpes de estado: los ex amigos de Pizarro, los almagristas, le atacaron en el recinto y le mataron, dicen que con una espada le cruzaron la garganta. El palacio se puede visitar por dentro ahora, pero hay que inscribirse en una lista con anticipación.

Y para cerrar el conteo de edificios, veamos el Palacio Municipal, que dicen que fue cárcel. Se incendió también y se construyó un estilo más moderno en 1940. Está cortada por un pequeño pasaje que se llama Santa Rosa. En su interior hay una pinacoteca, una biblioteca muy vistosa en donde se guarda el Acta de fundación con la firma de Pizarro (o su garabato, él era analfabeto) y una piedra lunar que unos astronautas le regalaron a la ciudad.



Sugiero tomar justamente el pasaje Santa Rosa y disfrutar de la vista de los balcones de la Municipalidad; esta parte peatonal es una de las más bonitas  del centro. Ahora hay muchos restaurantes y cafés que son más caros de lo que usualmente son los negocios del Centro pero bien valen la pena. Recomiendo el Tanta.

Doblando a la derecha se va hacia el edificio de Correos,  con una fachada de estilo entre clásico y ecléctico, en su interior está el Museo Filatélico,  de visita gratuita.  Detrás del edificio está una galería de tipo afrancesada que visitaremos más tarde.  Se baja por la calle Conde de Superunda, media cuadra, y se llega hasta la esquina con Camaná, en donde tenemos cosas más que interesantes por ver.



A la izquierda una plazoleta pequeña donde se ve una escultura en bronce hecho en honor al “lustrabotas”, que es un personaje característico de la ciudad. En esta plaza están las Galería Santo Domingo en donde venden toda clase de souvenirs y recuerdos a precios mucho mejores que los que usualmente se encuentran en el Inka Market de Miraflores o en las Ferias Artesanales de la avenida La Marina. Visita recomendada si tu onda va por lo de llevar media maleta llena con recuerdos hasta para el amigo del amigo de un amigo. 


Y a la derecha está la Iglesia y Monasterio de Santo Domingo, un sitio de obligada visita.  La iglesia más visitada es la de San Francisco con sus catacumbas pero a modo de conocer un lugar más secreto y donde uno puede andar por libre sin necesidad de guía y dándose sin apuro una idea de lo que era vivir en el claustro de una de las muchas iglesias de la ciudad  pues este es el lugar. La entrada es 5 soles y el Convento está excelentemente conservado.

Pero vayamos por partes. Primero está la pequeña Capilla de la Veracruz, no es de mucho interés pero se dice que allí se guarda una astilla de la Cruz de Cristo. Hay unas esculturas interesantes. Luego recomiendo conocer la iglesia de Santo Domingo. Su torre es una de las más altas de Lima, dicen que fue diseñado por el virrey Amat para tratar de impresionar a su amante, una adolescente Micaela Villegas, La Perricholi. La estructura del iglesia es la más antigua y en su interior entre otras cosas peculiares podemos ver los cráneos de Santa Rosa y san Martín, santos Limeños dominicos, además hay una hermosa escultura hecha por Caraffa que representa a Santa Rosa yaciente, esta obra debió conmover a los limeños de entonces pues la trajeron desde el puerto del Callao entre procesiones y lágrimas cual si fuera la misma monja.  



Luego visitemos el Monasterio, cuya entrada está un poco más allá. De entrada sorprende una habitación que tiene un techo artesonado que es extraordinario y algunas reliquias y adornos. Continuamos y allí está el claustro principal en cuyas paredes, cubiertas de azulejo sevillano de 1606, hay pinturas representando la vida de Santo Domingo que fueron los primeros cuadros con tendencia naturalista que llegaron a Lima y que tuvieron gran  influencia en el arte limeño virreinal. La tranquilidad y silencio que aquí se siente hace un fuerte contraste con todo el bullicio que hay en las calles.

Aquí se puede visitar un hermoso salón en donde se reunían los monjes a debatir y en donde los postulantes a recibir el grado de doctor por la universidad de San Marcos, la más antigua de América y que empezó a funcionar aquí en el claustro de Santo Domingo, exponían sus ideas y recibían la aprobación del virrey y los profesores.

El segundo claustro es menos impresionante pero al menos mantiene viva la sensación de tranquilidad y recogimiento.  Por allí se llega a la Capilla de San Martín, donde están sus restos, y donde se puede ver una urna llena de papelitos que los creyentes le han escrito al santo pidiéndoles favores. A la entrada de esta capilla hay un par de pinturas que representan los milagros que hicieron posible que Martín fuera considerado santo. Cosa que sucedió en el siglo 20, a diferencia de Santa Rosa que fue canonizada durante el siglo 17. Se entiende que al ser blanca y de hija criolla fuera aceptada con prontitud como santa, además era una jugada maestra de la Iglesia, de ese modo se ganaban los favores de la clase criolla que ya empezaba a dejar a sentir su influencia. 



Cosa interesante es el Osario que está en el subsuelo y que se puede visitar, allí están los restos de muchos monjes dominicos y más allá, separada, los de San Rosa. También hay una biblioteca a la que no se puede visitar, solo ver por los cristales.

Al salir del Monasterio recomiendo no ir por el sitio por el que se ha venido desde la Plaza sino más bien tomar la Galería del Correo, que es una paseo que parece recordarnos a un sitio parisino. Muy elegante y vistoso, lleno de puestos donde te ofrecen postales, cartas, sobres, peluches y posters del Che. Interesante.



Olvidaba decir que por la misma calle Conde Superunda, se puede seguir caminando una cuadra más hasta llegar al Palacio de Osambela, que es un clásico poco visitado. La entrada es gratuita y si no hay reunión alguna el guardián, que es un tipo muy buena onda y conocedor del lugar, te dejar ver el sitio, a la salida es bueno dejar una propina. Desde la parte alta del palacio dicen que el Conde veía con un catalejo la llegada de los barcos al Callao. Los balcones del palacio son muy grandes y están bien conservados. El palacio es una excelente opción ya que casi todas, sino todas, los edificios coloniales de Lima están cerradas al público.



Volvemos a la salida del paseo del Correo. Salimos y llegamos de nuevo hasta el Palacio de Gobierno, por su parte lateral; hay que volver a la plaza, doblando a la derecha, y luego a la izquierda,  y caminamos frente a la fachada del Palacio esperando no tener la mala suerte de ver al Presidente. Luego, al terminar de pasar todo el edificio, volteamos a la izquierda, calle Carabaya, y no nos detenemos hasta donde termina, que es a una cuadra.



Frente a ti tendrás la estación de trenes de Desamparados, llamado así porque antes había allí una iglesia con ese nombre. El lugar es célebre, desde allí partía, todavía parte pero en visitas esporádicas, uno de los trenes más altos del mundo. Ahora ya no funciona como estación sino como Casa de la Literatura, es un buen pretexto para entrar a visitar el lugar y ver su estructura y sus espacios y quién sabe conocer un poco de la literatura peruana, ahora que producimos premios nobel  =)   Al fondo hay un café en donde hay diarios y revistas a la mano, buen lugar para matar el tiempo y buscar algo de sombra cuando el sol limeño castiga.

Saliendo de la estación, frente a nosotros y en toda la esquina, verás al mítico Bar Cordano de cuya historia ya he hablado en una crónica de los bares del centro de Lima.  Hay que voltear a la izquierda, por la calle Ancash, y seguir hasta llegar a la iglesia que vemos al fondo: La Iglesia de San Francisco, la más visitada y turística de todas. Vale bien la pena una visita, yo no pongo nada aquí porque ingente información encontrarás en la web. De todos modos, si estás harto o harta de los grupos el de Santo Domingo viene mejor.

Frente a la iglesia de San Francisco, en la esquina de Lampa y Ancash, hay un café que se llama Cesar, uno de mis favoritos y de lo mejor. Sencillo sin ser cutre, buena sazón, excelente atención. Tomarse un café allí en la noche, mirando la iglesia de San Francisco iluminada es algo muy bonito de hacer. Pero volvamos, ya estamos frente a la Iglesia si has entrado bien y si no tienes ganas de iglesias ni de huesos pues dobla a la izquierda, por Lampa, y camina una cuadra hasta que llegues al parque de la Muralla.

Un espacio que no es muy antiguo y que casi parece un milagro. Está a la vera del famélico río Rimac, en donde antes solo había basurales por lo que se agradece que este parque haya aparecido como una cosa gratamente inesperada. Lima había sido siempre una ciudad amurallada debido a que los corsarios la querían exprimir. Como una ciudad medieval fue creciendo y creciendo hasta que no se pudo más y en 1870 se traen abajo las murallas y la explosión empezó hacia todas partes, sin coordinación Lima fue creciendo hasta convertirte en la ciudad amorfa que es hoy.



El parque de la muralla es un lugar al que siempre me ha encantado ir y de los que más extraño. Hay mejores parques pero este es encantador por razones que no puedo explicar. Quizás es la historia, una Lima que fue, una Lima que es: las murallas guardando lo colonial y aquello que está más allá de los extramuros es lo nuevo, lo amplio, lo extraño.

De entrada nos recibe el monumento a Pizarro que movieron desde la Catedral y luego desde la Plaza. Su remoción causó controversia. Pizarro es un personaje que despierta de todo. Hay una copia de este monumento en Trujillo, Extremadura, donde nació don Pancho. El contexto histórico en que fue puesto este monumento en la plaza es bastante interesante. Inicios del siglo 20, las élites peruanas, muchos descendientes de españoles, ven amenazada el status-quo al emerger fuerzas obreras, indigenistas y de izquierda. A modo de mandar unas señales de poderío y de demostrar quién manda a quién empiezan con una retórica de dominación: ponen el monumento en el atrio de la Catedral como símbolo del poder que representan. ¿Quién dijo que las estatuas no hablan? Era una Lima occidental, con ínfulas de ciudad europea, que se veía más representada en Occidente que en el Perú que estaba más allá de Lima.

Finales del siglo 20 y principios del 21 y ya vemos que Lima no es más una ciudad que se reconoce europea o que intenta serlo. Es una ciudad que ha sido tomada por nuevas fuerzas, por nuevas gentes: los provincianos y sus hijos llegaron y pusieron a la ciudad y su idiosincrasia hispánica patas arriba. Lima es una ciudad de inmigrantes andinos que han traído su cultura, expresiones y deseos de superación. Le han cambiado la cara a Lima que debe ser ahora la ciudad más andina del Perú o la más mestiza. Si alguien quiere ver al verdadero Perú, pues que se dé un buen paseo por Lima que está aquí vivito y coleando. Cuzco está bien para ver la grandeza de un Perú que ya no existe, que desapareció con la llegada de Occidente y los hijos de ese Perú que desapareció están en Lima y como esta ciudad ahora de es de ellos pues parece justificado que se haya removido la imagen de Pizarro que al fin y al cabo representa el dominio y el dolor de los ancestros de los nuevos inquilinos de esta ciudad. ¿Por qué no permitir mover la estatua si los nuevos dueños así lo quieren?



Pizarro es un tipo que vino, fundó una ciudad, conquistó un mundo, mal que nos pese es parte de la historia y la sangre peruana así que eso de destruir el monumento no está bien, en mi opinión. Un lugar como en el que está ahora don Pancho le viene bien. Al final y al cabo el Perú ahora es un país que participa del concierto internacional, donde imperan ideas modernas  venidas de occidente y fue Pizarro el que inició ese proceso.

Desde el parque de la Muralla se puede ver el Cerro San Cristobal. Un estampa clásica de la ciudad. Cada vez que veo fotos de Lima y no veo el cerro me parece que la ciudad no está completa. No es el Pan de Azucar, ni una belleza semejante pero es parte importante de la historia limeña y peruana.  Se sabe que Quizu Yupanqui, general de Manco Inca, el rebelnde que se enfrentó a los españoles en los primeros años de la conquista, envalentonado y resuelto, decidió tomar la capital de Nueva Castilla. Es agosto de 1536, 25 mil nativos cubren la superficie del Cerro San Cristóbal, profieren gritos, azuzan el miedo en la flamante capital del virreinato. Pizarro, ordena que los tesoros obtenidos hasta entonces en el espolio sean enviados al Callao para ser depositados a buen recaudo en Panamá. Quizu Yupanqui hace jurar a sus hombres que ese día las alternativas se reducen a dos: muerte o victoria. Seis días han pasado entre escaramuzas y enfrentamientos a la distancia. Los incas tiene de prisioneros a los Lurinhuancas pero escapan y se ponen a órdenes de Pizarro quien ya contaba con 193 jatunsausinos, gente de otra etnia. 



Hasta que los nativos se deciden y vadean el río Rímac y entran por el oriente de la ciudad gritando “¡A la mar barbudos!”. Un océano de cabezas cayendo sobre la ciudad como una avalancha desproporcionada sobre el mundo, cuerpos cobrizos se abren paso entre los cercos que se han puesto para defender Lima, aterradores gritos de guerra se confunden con los llantos y ruegos de piedad. Al entrar al corazón de la ciudad los nativos son embestidos por los jinetes que el siempre hábil y experimentado Pizarro había colocado estratégicamente: caos. En el fragor de la batalla, Martín de Sicilia, uno de los jinetes, aprovecha la confusión y se acerca hasta Quizu Yupanqui, lo atraviesa con una lanza hiriéndolo terriblemente. Los castellanos se imponen y los guerreros indígenas, confundidos, incapaces de obedecer a tantos jefes, se retiran, atraviesan el río y esperan de nuevo en el cerro San Cristobal por 4 días. Manco Inca no manda ningún jefe como reemplazo, sus huestes no esperan más y deciden regresar a las sierras. Lima se había salvado de ser destruida.

Otras historias refieren a que en su cúspide fue colocado un cañón a finales de 1880 para aprovechar su ubicación estratégica y repeler (o tratar de) al ejército invasor chileno. Su gris superficie (qué otro color podría tener en Lima) fue alterada con la llegada de los migrantes de provincia a mitad del siglo pasado. Gente que creó sobre este montículo su propio espacio para edificar sus sueños hasta convertirlos en realidad o en pesadillas. Durante la guerra civil de los 80s fue reducto, como muchos otros cerros, de los terroristas.

Como vemos el San Cristóbal ha sido siempre un acompañante fiel de Lima, a su sombra este valle de lágrimas ha nacido y ha crecido, se ha desparramado y ha mutado. Del villorrio insignificante que fue hasta este trasatlántico a la deriva con forma de megaciudad que es; han pasado muchos años y el único que no ha cambiado mucho es el cerro.

Se puede visitar El san Cristóbal en uno de los URBANITO, buses que puedes tomar en la plaza y que por unos cuantos soles (guía + movilidad) te llevan hasta la cima mientras los guías te cuentan la historia de Lima y algunas anécdotas bastante graciosas aunque ya bastante gastadas. Se habla del proyecto de un teleférico. Hay que pasar por las calles estrechas del cerro, ese micro universo que es el San Cristóbal, ver sus 14 cruces que son usados como paradas para el “Vía Crucis” que aquí se representa en semana santa. Todo desde tu minibus, porque valgan verdades, nadie tendría las suficientes agallas para llegarse a la cima caminando, se sabe que ha habido asaltos así que no hay modo. Sin embargo llegar a la cima, donde sí hay seguridad, y observar la inmensa cruz construida en 1928 y al mismo tiempo mirar desde allí al monstruo cubierto de miles de luciérnagas artificiales es un espectáculo notable. Lima de noche, mirada a lo lejos, parece tan linda.

En fin, no les canso más. Ya continuaré con más visitas por el Centro de Lima y espero que sirva lo que aquí escribo para ustedes.

 Pablo

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...