Vistos desde lejos esos edificios circulares que se expandían
por una amplia meseta parecían avisar que estábamos entrando en un reino de
gigantes guerreros. Y es que esa forma y esa altura les hace parecer fuertes
inexpugnables, construidos para defender el sitio de un bravo enemigo.
En los alrededores de esta gran plaza se puede ver “El salón
con nichos”, un gran espacio rectangular que no tuvo muros que dividieran el
espacio interior por lo que quizás también fueron usados para grandes
celebraciones. Aquí, claro, lo importante son los muchos nichos. Hay
aproximadamente 20 salones como este en el sitio arqueológico, los cuales con
seguridad fueron usados por distintas comunidades. Una cosa interesante es que
se hallaron muchos huesos humanos incrustados en las paredes de estos salones,
lo que denota el uso de estos espacios para celebraciones de honra a los
antepasados.
Pero no. En realidad MARCAHUAMACHUCO no fue un sitio para
atacar o defender sino más bien algo pacífico: un vasto espacio que recibía peregrinos
que venían hasta aquí para rendir culto a sus ancestros.
Hasta este impresionante lugar llegamos desde Huamachuco.
Tomamos un taxi (ver DATOS ÚTILES abajo) en la plaza y empezamos la subida por
un camino muy bien asfaltado hasta cierta parte pues luego se convierte en una
carretera llena de piedras y tierra. Pasa que a determinada altura la vía ya
está dentro de la zona arqueológica y por ende no se puede asfaltar.
Mientras subíamos veíamos abajo Huamachuco empequeñeciéndose.
Lo que no parecía menguar para nada era esa cicatriz pálida que se abría paso
en la bella piel del paisaje: el odiado cerro el Toro, un sitio que debe estar
a no menos que 4 kilómetros del pueblo y donde mineros ilegales campean a sus
anchas y el narcotráfico también se ha ganado su espacio. La contaminación que
la actividad ilegal produce en Huamachuco es muy alta lo cual lo ha convertido
en una verdadera amenaza. Toda esta información me la dio el taxista que nos
llevaba hasta Marcahuamachuco.
Luego de 20 minutos de viaje llegamos a la entrada del gran
centro arqueológico. Allí hay que registrarse (increíblemente no se cobra
entrada), recibir un bonito folleto, en el que se detallan mapas e historia del
lugar (y cuya información he usado para escribir esta entrada), y empezar la
larga caminata por este enigmático sitio que en realidad se compone de dos
cerros: el del Castillo y el de las Monjas.
CERRO EL CASTILLO
Lo primero que se ve aquí son “Las torres rectangulares”
llamadas así por haber tenido por lo menos cuatro metros de altura. Fueron unos
mausoleos en los que se enterraron a personas pertenecientes a familias
prominentes.
Luego caminamos por la “Galería A”, un extenso edificio de 58
metros de largo y 6 de altura (todo en este sitio parece tender a la
grandiosidad). La fachada de esta construcción está orientada hacia la gran “Plaza
Principal”, sin dudas el punto de congregación para la celebración de rituales.
No sé por qué pero a mí me hizo recordar un poco la plaza de Chavín de Huántar, aunque ya sé que ambos lugares son muy distintos y distantes, ¿habrá sido por las lajas que revestían toda su superficie?
Marcahuamachuco. La Libertad-Perú. |
Marcahuamachuco. La Libertad-Perú |
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