La poesía del viaje : Robert Louis Stevenson

lunes, 15 de septiembre de 2014



[…] Como se ve, en el transcurso de un día de excursión hay una gran variedad de estados de ánimo. Entre la alegría del comienzo y la flema feliz de la llegada, hay un cambio ciertamente grande. A medida que avanza el día, el viajero va pasando de un extremo hacia el otro. Cada vez está más unido con el paisaje material, y la ebriedad del aire libre hace grandes progresos en él, hasta que se para junto al camino y ve todo lo que le rodea como en un sueño placentero.



[…] Uno llega a un mojón en una colina, o a un lugar donde anchos caminos se encuentran bajo los árboles; se quita la mochila y se sienta a fumar una pipa a la sombra. Se queda ensimismado y los pájaros se acercan a mirarle; el humo se disipa en la tarde bajo la cúpula azul del cielo; el sol se posa cálidamente sobre sus pies y el aire fresco visita su cuello y agita su camisa abierta. Si no es feliz es que debe tener mala conciencia. Uno puede perder todo el tiempo que quiera junto al camino. Es casi como si hubiese llegado el milenio, cuando tiraremos los relojes por la azotea y no nos acordaremos más de la hora y de las estaciones. No respetar horarios durante toda una vida es –iba a decir- vivir para siempre.

 

[…] Y parece como si una caminata enérgica le purgara a uno, más que cualquiera otra cosa, de toda estrechez y todo orgullo y dejara que la curiosidad se manifestara libremente, como en un niño o un hombre de ciencia. […]



[…] Porque estamos tan ocupados y tenemos tantos proyectos remotos que realizar, y castillos en el fuego que convertir en sólidas mansiones habitables sobre un suelo de grava, que no podemos encontrar tiempo para realizar viajes de placer al País del Pensamiento y entre las Colinas de la Vanidad. […]



[…] Tenemos tanta prisa por hacer, por escribir, por acumular posesiones, por hacer audible nuestra voz un instante en el silencio burlón de la eternidad, que olvidamos aquello de lo que estas cosas no son sino partes, a saber: vivir. […]



[…] Y ahora uno debe preguntarse, cuando todo está hecho, si no habría estado mejor sentado al amor de la lumbre en su casa y siendo feliz pensando. Estar sentado en calma y contemplar –recordar sin deseo los rostros de las mujeres, sentirse complacido sin envidia de las hazañas de los hombres, serlo todo y estar en todas partes con armonía, pero contento de seguir estando donde no está y de seguir siendo lo que uno es-, ¿no es esto conocer la cordura y la virtud, y morar en la felicidad? […]



Excursiones a pie, Robert L. Stevenson

José J. De Olañeta, Editor. 2010.

Las 20 joyas secretas adonde viajar en el Perú, según la La brújula del azar (2da parte)

lunes, 1 de septiembre de 2014



Por que lo prometido es deuda, aquí la segunda parte de la lista de las “20 JOYAS SECRETAS” del Perú que iniciamos en la entrada anterior. Les recordamos que esta es una lista hecha sobre la base de los sitios que hemos conocido, obviamente hay muchos bellos lugares más en el Perú que merecerían estar en una lista como esta que cualquier viajero podría hacer. 


   Esperemos que este escrito sirva de inspiración para que cojan la mochila y viajen a pueblitos como estos: poco conocidos pero llenos de belleza. ¡A viajar gente que el Perú les espera!


LARI – YANQUE – COPORAQUE (MARGEN DERECHA DEL VALLE DEL COLCA)


Lo primero que se viene a la mente de quien oye decir cañón del Colca es la imagen de un cóndor volando sobre  el vacío… y claro, debajo, en tierra, cientos de hombrecitos y mujeres inmortalizando el momento con sus móviles y cámaras. Desde el “mirador” que permite ver el elegante planear de esta ave también se puede ver al otro lado del cañón unos pueblitos suspendidos en las laderas de verdes cerros. Se les ve tan bonitos y tranquilos que la primera vez que estuve por el Colca me dio curiosidad y me prometí volver pero para ir hacia esa otra parte. Fue una excelente decisión pues hay allí varios lugares adonde muy pocos van ya sea por que no están incluidos en las rutas que se ofrecen en los paquetes turísticos, o porque no hay mucho transporte que permita llegar y salir de esa zona con relativa facilidad. Y sí, esto último es cierto. 

Iglesia de Lari. Arequipa - Perú.
Andenes en Yanque. Arequipa-Perú.
Coporaque. Arequipa-Perú.
     Pero a falta de buses buenas son las piernas así que cuando estuvimos por esos pueblos y no encontramos transporte para movilizarnos nos pusimos a caminar (es algo que nos encanta, por lo demás) y bajamos y subimos hasta 2 veces en un mismo día por las laderas del famoso cañón. El esfuerzo tuvo su premio pues conocimos sitios deliciosos como LARI y suportentosa y bella iglesia, o COPORAQUE, y también la parte del pueblo de YANQUE ubicada en la margen derecha. 


LEYMEBAMBA 


Creo que este sería uno de los sitios adonde me retiraría a vivir. Sin lugar a dudas. Ubicado al sur del departamento de AMAZONAS, Leymebamba tiene encanto, tranquilidad, y está a medio camino entre los andes y la selva por lo que le rodea un hermoso paisaje. De un tiempo a esta parte el nombre de este lugar suena más y más porque es el punto de entrada hacia la famosa LAGUNA DE LOS CÓNDORES pero ni remotamente es un sitio muy visitado: de nuevo, quizás una de las razones es que pese a ser un sitio de paso importante la ruta para llegar por allí es, geográficamente hablando, algo complicada… pero bella e impresionante. 

Leymebamba. Amazonas - Perú.
La Congona. Amazonas - Perú.
Museo Centro Mallqui. Amazonas-Perú.
    Sin embargo, no sólo de tranquilidad vive el hombre, hay que moverse, y Leymebamba ofrece buenos pretextos para hacerlo: a la ya nombrada LAGUNA DE LOS CÓNDORES, hay otros sitios adonde se puede acceder tras una ardua caminata: una de ellas es LA CONGONA. Otro hito importante es el MUSEO CENTRO MALLQUI y su impresionante exposición de  momias. Después de visitar el museo puedes irte al pequeño restaurante ubicado justo al frente y tomarte un café viendo un espectáculo de ensueño: muchos colibríes llegan golosos a sorber el dulce que han puesto en el florido jardín y llenan la atmósfera de magia y belleza. Anda, visita Leymebamba, y déjate enamorar por su encanto. 

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