Suite Ayacuchana 2: Amor sagrado - "Casa Hogar "Los Gorriones"

martes, 26 de abril de 2011


Chantal y Gil vivían muy felices en los Pirineos franceses junto al pequeño Aarón. Pero esa paz y felicidad pronto desbordó sus vidas y pensaron que era hora de compartirlas con aquellos que no las tenían. Inspirados por las lecciones de la Madre Teresa de Calcuta decidieron iniciar un proyecto en Francia pero lamentablemente no se concretó. Entonces la brújula del destino apuntó hacia la India donde, pensaron, podrían paliar el sufrimiento y dolor de los niños pobres pero allí una vez más el sueño quedó trunco. La burocracia, que no entiende de razones humanitarias, les permitía quedarse solo 6 meses en dicho país ante lo cual la única solución era pagar a malos funcionarios para poder alargar la estadía. Esto los haría cómplices de esa conocida tara que sufren los países más pobres: la corrupción. Como vagabundos guiados por los pálpitos de un corazón decidieron ir a Nepal. Pero se encontraron con el mismo problema. Hasta que una francesa quedó maravillada con sus proyectos y les habló sobre un país remoto y pobre: Perú.

Buscando su lugar en el mundo, estos soñadores llegaron en julio de 2001 a Lima. Con pocas palabras del español en sus vocabularios y con miles de sueños en sus almas decidieron que este país era un lugar indicado para ofrecer el corazón. Por fin el 5 de marzo de 2002 se materializa el sueño y abren por primera vez las puertas al primer niño necesitado. Pero de pronto se enteraron que la presidenta de la asociación a la que pertenecían padecía una seria enfermedad lo que les impidió continuar ayudándolos.


Solos en el Perú y sin financiamiento decidieron que no se iban a rendir fácilmente, había gente esperando por la ayuda que ellos querían dar. Vendieron la casa que tenían en las montañas de Francia y continuaron el proyecto con recursos propios. Pero el dinero se acabó y Gil empezó a pedir colaboración hasta que sus pedidos fueron escuchados: alguien en Bélgica fundó una asociación para ayudarles y gracias a esta persona la amenaza de cerrar las puertas del hogar se desvaneció.

UN RECINTO DE AMOR



La nefasta herencia que dejó la guerra que por años azotó al Perú, y en especial a Ayacucho, es palpable en los altos índices de extrema pobreza, violencia y atraso en la que muchas familias viven sumidas en esta parte del país. Pero en medio de la desesperanza y el dolor, siempre hay espacio para que crezca el amor como una pequeña evidencia de que el ser humano no solo está lleno de sombras, sino también de actos hermosos que nos dan esperanza. Gil y Chantal abrieron la casa hogar “Los Gorriones” acogiendo a niños de entre 0 y 18 años de edad en Ayacucho. Actualmente viven allí 25 niños (10 de ellos discapacitados, esto es información actualizada hasta el 2008). El ambiente familiar que junto a sus colaboradores han creado se siente apenas uno cruza la humilde puerta del hogar.


La mayoría de los infantes han llegado afectados por una severa malnutrición, traumas y enfermedades físicas y mentales por lo que no han sido aceptados en otros orfanatos debido a los costos y tiempo que serían necesarios para su recuperación. Lo interesante de este hogar es que los lazos de los niños con sus familias se mantienen y de ese modo los parientes pueden visitarlos en la casa mientras se logra armonizar y reconstruir de nuevo la vida en familia. La aceptación de los niños no depende de ninguna preferencia, es una combinación de trabajo entre el Juzgado, los miembros de la familia y la asistenta social.

Acompañados de Consuelo García, trabajadora social del hogar que apoya el sueño de Gil y Chantal desde el año 2006, visitamos las instalaciones de esta casa rentada en Carmen Alto, uno de los barrios más pobres de Huamanga. Así vemos a todos los niños jugando y corriendo en el patio o en sus camas, durmiendo mientras la música de la lluvia los arrulla desde afuera.


Conocemos a Sabina quien fue encontrada en Lima y luego llevada a un albergue  Ella es sorda y habla muy poco. Lo único que pronunciaba era el nombre de un lugar extraño. Entonces se empezó la búsqueda de esa localidad por las comunidades de la sierra para ver si se conocía la historia de esta misteriosa niña. Por fin se descubre que es de Ayacucho y la fiscalía decide enviarla a un orfanato pero por su edad (17 años entonces) nadie la aceptó. Sabina mostraba conductas extrañas como el hurto, seguramente, legado de un pasado traumático y desconocido. Hasta que desapareció y fue hallada en la calle. Nuevamente se le busca un lugar para ella y nadie quería acogerla hasta que Chantal se enteró y sin dudarlo la acogió. Hoy Sabina domina el tejido a crochet y hace maravillosos trabajos y la idea es tener un taller para que trabaje.

Siliana y Alberto son hermanos y tienen a los padres en el penal de Yanamiya cumpliendo una condena por tráfico de drogas. Siliana es una excelente niña, estudiosa y con buenos valores. Albertito vivía con su madre en el penal. Cuando tenía 2 años sufrió un accidente terrible: se cayó al agua hirviendo de una olla donde se preparaba una sopa para los reclusos. Fue enviado a los hospitales de Huamanga y al de Lima y luego tuvo que retornar al penal con su madre. Aparte de las heridas en su pequeño cuerpo traía una nueva conducta: un rechazo feroz hacia su madre. Se optó por separarlos y llevar al niño a un albergue porque no tenían  más familia. Alberto no tenía control sobre su cuerpo, se orinaba y defecaba delante de los niños de la escuela por lo que era motivo de burlas y tenía mucho miedo de salir a la calle. Pero ahora con la atención psiquiátrica que viene recibiendo y sus medicamentos está superándolo y al mismo tiempo ha reiniciado las visitas a sus padres en el penal.

En una habitación en el segundo piso Fermín va corriendo sonriente sobre el piso de madera. Niño que llegó a la casa hogar después de haber vivido por mucho tiempo golpeado, encerrado y mal alimentado. Su madre es esquizofrénica y fue violada por su padre, un hombre que padece de retardo mental. El niño vivía yendo de una familia a otra, criado en deprimentes condiciones. Cuando Gil y Chantal se enteraron de su caso decidieron ir a verlo y de inmediato acogerlo. Las secuelas de ese pasado violento se notan en su comportamiento: es un niño intranquilo y sin noción de peligro con un personal sólo para él. Fermín se ha recuperado bastante, tanto que ha subido mucho de peso por lo que el médico ha recomendado una dieta para él. “Ahora sonríe, es un niño diferente”, nos dice Consuelo.



Más allá los hermanitos Fabio, Luis, Abel, Brenda y Sergio comparten unos juguetes bajo la sombrilla del patio a la espera de que la lluvia amengüe. Llegaron aquí debido a que los vecinos del barrio en el que vivían denunciaron  a la madre por su promiscuidad, alcoholismo y el abandono en el que los tenía. Los niños vivían a su suerte. Brenda comía sus defecaciones. Al final la madre aceptó entregarlos en adopción y desde entonces están aquí. Abel y Luis tienen un carácter especial, rebeldes, tercos, violentos, como herencia de un pasado ominoso. Ellos quieren tener papá y mamá; lloran, reclaman porque no los tienen y resulta difícil explicarles la verdad. La idea es lograrles encontrarles familia aunque por ley es complicado ya que no se permite separar a los hermanos cuando son en un grupo tan numeroso. Por el momento tienen una familia, una gran familia, la que Chantal y Gil le han dado.

Y junto a todos estos pequeños conviven unos jóvenes que juegan como si fueran niños ellos también. Entre ellos está Anna Chenevard, cargando en sus brazos a algún niño, con sus cabellos de oro refulgiendo en medio de la lluvia. Joven mujer cuyo cariño por el Perú y por los niños de la casa es tal que ya es su segunda vez como voluntaria. Ha dejado sus comodidades y la familia en Suiza por venir a ayudar en este sueño. “Me encanta trabajar con los niños pero necesitamos mucha paciencia y es un buen trabajo para conocernos mejor”. Ella es parte del cuerpo de voluntarios que pueden ayudar con una estadía de por lo menos un mes, todas las buenas intenciones son bienvenidas.

AMAR PARA SEGUIR VIVIENDO

pero debo besar un rostro vivo
para vivir mañana todavía.
Washington Delgado – Poeta Peruano.


Gil y Chantal han hecho lo imposible. Han sembrado amor y esperanza en la tierra donde antes el odio y el dolor fundaron un espantoso reino, pero saben que todavía hay muchos sueños por cumplir, mucha gente que espera por su ayuda. Desean construir una casa hogar más grande que les permita recibir más niños y auxiliar a las muchas familias que necesitan de ellos pero que por espacio y falta de fondos no pueden ayudar; mientras tanto luchan contra la burocracia, el nefasto oportunismo de muchos políticos que tratan de aprovecharse de la buena voluntad. Sí, porque con el dinero que Gil y Chantal pudieron obtener, rogando a muchas personas en Europa, pudieron empezar la construcción de una nueva casa hogar en un terreno que el alcalde de la municipalidad de San Juan Bautista les donó de por vida. Pero, con lo que la pareja no contaba es que este terreno pertenecía en realidad a la Asociación APROVISA cuyos socios lo habían dado a la Municipalidad sólo por 10 años. ¿Por qué una autoridad decide disponer a su antojo de algo sobre lo que no tiene poder? Vaya uno a saber cuál fue la intención, pero es evidente que nunca fue buena. Debido a estos embrollos judiciales Gil y Chantal no pueden obtener el título de propiedad que acredite que son los dueños de ese terreno tan necesario para construir la nueva casa hogar y recibir la ayuda de instituciones que están dispuestas a ayudarlos, algo que está a punto de suceder.


Y la lucha continúa contra la falta de fondos y hasta contra la enfermedad. Sí, porque Chantal padece una dolencia seria (cáncer) que ha mermado seriamente  sus fuerzas y ha amenazado su vida*. Pero allí va, dirigiendo la casa, llevando adelante y con devoción este sueño necesario y extraño en este mundo plagado de sombras. “Ella da la fuerza a todos en la casa hogar, simplemente a todos” nos dice Gil, su compañero y cómplice en este sueño. Esta es la fascinante historia de dos enamorados de la vida, dos personas que se atrevieron a soñar y a cambiar el mundo no desde una oficina ni con estériles doctrinas políticas sino con algo realmente duradero y trascendente: el amor por los más pobres.  No solo se atravieron a soñar sino también a actuar. Sí, amigo lector, estas historias aún existen en este mundo, créalo y, de ser posible, repítalo o ayúdelo. Porque hay que encenderse de amor, “de amor sagrado”.

Pablo

*  Esta crónica fue publicada originalmente en el 2008, unas semanas después lamentablemente Chantal fallecería.


DATOS

  • Casa hogar “Los Gorriones”
        Av. Victor Fajardo 350
        Vista Alegre - Carmen alto
        Ayacucho
        (066) 319750

http://www.casahogarlosgorriones.org/Espanol/

Para llegar a esta casa se puede tomar desde el centro de Ayacucho la ruta 8 que sube a Carmen alto por 0.50 céntimos o en todo caso un taxi les cobrará 5 soles.

Todas las fotos del slide pertenecen al archivo de Los Gorrioncitos


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