La leyenda dice que ATREO y TIESTES,
celosos, mataron a su hermano pues éste gozaba de la preferencia de PELOPE, el padre. Este es el germen del
trágico destino de los PELOPIDAS,
una familia que debe haber tenido la más cruenta y salvaje de las historias en
la mitología griega. Los asesinos huyeron a MICENAS donde ATREO es elegido rey y para asegurar su poder decide matar
a los hijos de su hermano. Sirve sus cuerpos en un banquete. TIESTES viola a su
hija, la sobreviviente PELOPIA, de tal aberrante acto nace EGISTO quien se venga y mata a ATREO. El poder queda en manos de
TIESTES. Pero cuando la rueda de la venganza empieza a andar nada lo detiene: AGAMENON, hijo de ATREO, recupera el
trono para su parentela.
El
troyano PARIS rapta a HELENA, cuñada del gran AGAMENON, y
éste jura, cómo no, vengarse. Reúne una flota y se dirige hacia TROYA pero en el camino tiene
problemas. Para apaciguar a los dioses el airado héroe sacrifica a su hija IFIGENIA. Vencedor, Agamenón vuelve a
MICENAS trayéndose consigo un cuantioso botín (en el que resalta la pitonisa CASANDRA) pero ya en su casa su esposa CLITEMNESTRA le espera para asesinarlo:
EGISTO, que se había convertido en el amante de la mujer, se encarga del trabajo sucio. La pérfida criminal
castra el cadáver de su marido para así evitar ser atormentada por el alma del
asesinado. La revancha llega después en manos de ORESTES y ELECTRA, hijos
de Agamenón: asesinan a los amantes.
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MICENAS-GRECIA. |
Sangre, venganza,
desmesura, violencia, esa es la historia de los seres que la imaginación de los
griegos ubicaron aquí, a los pies de las montañas AGIOS ILIAS y ZARA,
donde hoy se encuentran las sombrías ruinas de la alguna vez poderosa MICENAS;
“la bien construida Micenas, rica en oro”, como la definió el gran HOMERO.
Por mucho tiempo se
creyó que todo esto no eran más que mitos, pura enfebrecida imaginación de un
pueblo guerrero, una gesta genial del poeta ciego. Hasta que en 1870 el alemán HEINRICH SCHLIEMANN (ese “pequeño
mendigo que descubrió un tesoro” como bien lo define C.W. Ceram en su alucinante DIOSES,
TUMBAS Y SABIOS) descubre TROYA y MICENAS y pone el mundo patas arriba.
Entonces… ¿todas esas historias descomedidas eran verdaderas, tenían asidero en
la realidad? Parece que sí, que el mito era el pálido y sangriento reflejo de
un pasado realmente histórico, nada ficticio.
Cuando uno se aproxima
a MICENAS lo primero que llama la
atención son las altas y ciclópeas murallas que la protegen: tienen 13 metros
de alto y 7 de grosor, y están conformados por enormes bloques de piedra que
podían tener hasta 20 toneladas. Todo aquello hizo que los griegos pensaran que
el sitio había sido construido por los CICLOPES.
La brutalidad y reciedumbre de estas altas paredes se condicen con la esencia
de las escabrosas y salvajes historias que se supone pasaron aquí: piezas de un
mundo sangriento en el que se mutilaba, se devoraba hijos, se imponía la ley de
la venganza. Tal y como lo dice la raptada CASANDRA
(en la obra Agamenón de ESQUILO) al
llegar a las puertas de la gran ciudadela:
“…
una casa que odian los dioses, testigo de innúmeros crímenes en los que se
asesinan parientes, se cortan cabezas,… una casa que es matadero de hombres y…
un solar empapado de sangre”.
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MICENAS-GRECIA. |
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Pero ni las murallas
más altas ni más poderosas pudieron evitar el final de la gran ciudad: en el 1,100
AC el palacio que hay al interior fue destruido. ¿Esta devastación fue obra de
invasores o de una revolución que estalló dentro de la ciudadela? Es otro
misterio sin resolver. Y los misterios, lo desconocido, nos permiten
salpimentar la vida, por eso estamos aquí, para caer en el hechizo de lo
enigmático.
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Reconstrucción de Micenas |
La visita a la
ciudadela no puede empezar mejor: el visitante debe entrar a través de la PUERTA DE LOS LEONES, una recia e
imponente estructura del XIII a.C. que es coronada por dos felinos (se supone
que era la insignia de la casa real de ATREO) enfrentados con las patas puestas
sobre una especie de altar.
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Una vez dentro lo
primero que se ve, a la derecha, es el CIRCULO
FUNERARIO A, donde SCHLIEMANN encontró,
entre 1874 y 1876, los famosos y magníficos tesoros de MICENAS incluyendo una
bien preservada máscara mortuoria (hoy expuesta en Atenas). El descubridor
estaba seguro que el artefacto había pertenecido a Agamenón aunque luego se
descubrió que en realidad perteneció a un rey que había muerto 300 años antes
del héroe homérico. El hecho es que se encontró tanto oro como nunca antes se
había hallado en sitio alguno. El numantino y aventurero alemán tuvo que mandar
a encender hogueras alrededor de este lugar para mantener a raya a los ladrones
que querían lanzarse a por los tesoros.
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El camino principal
continúa y por él llegamos hasta la parte alta de la acrópolis donde se
encuentra lo que queda del PALACIO DE
AGAMENON localizado en un amplio patio. Las habitaciones de la parte norte
fueron habitadas por la familia real y en uno de ellos se cree que fue
asesinado AGAMENON. Desde allí la vista es espectacular: el paisaje es rocoso y
los cerros de crestas peladas parecen encerrar a Micenas en un universo aparte,
confinado a la lejanía, separado del mundo, como si fuera una inmensa y lúgubre
casa abandonada que se encuentra uno de sorpresa en medio de un descampado. Todo
se suaviza con el verdor de los muchos árboles de olivo que han sido plantados
con un orden casi militar en los alrededores.
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