Andanzas por los viejos bares del Centro de Lima

viernes, 21 de enero de 2011

Porque también se puede ser viajero en el lugar donde a uno le tocó vivir, vamos a conocer un poco de la ciudad donde empezó todo...

Cuántas ideas, cuántos amores y obras habrán nacido en las mesas de este bar, pienso mientras espero que el mozo del Cordano me sirva el café. La tarde se ha inundado de una luz rojiza, agónica, avisando la pronta llegada de la noche. Siguiendo una especie de itinerario sentimental decido andar por los bares del centro de Lima, no sólo por el deseo de tomarme una buena cerveza fría sino también para abrirme paso entre la historia, la memoria, los recuerdos de los que están llenos estos lugares. Si bien los bohemios de la vieja guardia (hablo de nuestros abuelos y hasta tatarabuelos) y la intelectualidad peruana de hace medio siglo gastaban sus noches y paseaban sus fantasmas en bares como el Palais Concert, el Palermo (en un inicio de los italianos Coccella y luego de los japoneses Kuniyoshi), el Negro Negro, el Superba (de cuyo letrero se dice que se cayó una R y se quedó así), el Zela, el Chino Chino, hoy desaparecidos; hay bares de no muy larga data que reciben a la nueva bohemia y que se mezclan con otros que han resistido lo implacable del paso del tiempo y que sin embargo se siguen queriendo, como a tiernos abuelos siempre dispuestos a darnos cariño.

Compendio de historia peruana en las mesas de un bar...

Entre ellos está precisamente el Cordano ubicado en la esquina de Carabaya y Ancash (al lado del Palacio de Gobierno) y cuyas puertas batientes vienen recibiendo bohemios desde 1905. Perteneció a una familia de inmigrantes italianos (los hermanos Luis y Antonio Cordano), hoy es administrado por los trabajadores quienes son una especie de enciclopedias humanas con mil y una historias por contar como que aquí, a la sombra del Palacio de Gobierno, se planificaron golpes de estado; que los provincianos que llegaban a la ciudad por la estación de Desamparados (preciosa construcción ubicada justo al frente) tenían su primer contacto con Lima en sus mesas; que presidentes como Manuel Odría, Alan García o intelectuales como don Luis Alberto Sánchez y otros se dieron tiempo para venir a probar la sazón de los cocineros, ya es célebre el “Acorazado de bolsillo” (tacu-tacu, con su sábana de lomo montado con huevo y plátano frito) o sus contundentes sándwiches con jamón.

Bar EL CORDANO. Lima - Perú.
Este bar junto a la zapatería “Vallejo”, la cual pertenece a un sobrino nieto del gran poeta peruano César Vallejo; y a los restos del Hotel Comercio, en los altos del edificio, donde se hiciera célebre el descuartizador que cometió el primer gran crimen de la historia policial limeña y cuyo caso remeció a la sociedad en la década de los 30, fue declarado en 1996 “Monumento Histórico y Artístico” por el Instituto Nacional de Cultura.

Sigue llegando gente, hay una especie de nostalgia en el ambiente, los pensamientos tienen de fondo alguna carcajada. Los recuerdos del pintor Victor Humareda (quien dejó algunos de sus lienzos como parte de pago) y del genial poeta Martín Adán (quien escribió muchos de sus poemas en las servilletas de este bar) parecen disolverse en las volutas de humo que despiden los cigarros. Pago y salgo. Miró al fondo de la calle Ancash las torres de la iglesia de San Francisco como alfileres agujereando el cielo.

Bar EL CORDANO. Lima - Perú.


Un rincón para arrullar el pisco...

Camino por el atrio de la Catedral mientras observo la Plaza Mayor bellamente iluminada. Sin apuro y sin pausa me abro paso entre familias y vendedores y continúo persiguiendo las huellas de los viejos bohemios de Lima. Ahora cruzo la esquina del jirón Huallaga y tomo Carabaya. Camino una cuadra hasta la esquina con Ucayali y ya estoy en un lugar mítico: El Bar Maury, donde tomara forma uno de los símbolos de la nueva “identidad peruana”.

Se debe entrar por la puerta principal del Hotel Maury (calle Ucayali) hacia un lobby con aspecto decadente y añejo pero encantador. A la izquierda una pequeña entrada que nos conduce al bar. Por los vitrales de la ventana se cuelan los últimos destellos del día que se mezclan a las luces suaves de las lámparas lo cual le da al sitio una atmósfera de tranquilidad e intimidad inigualables. 

Bar Maury. Lima - Perú.
Detrás de la barra de caoba un callado señor dirige el bar con presteza y cortesía. Es Don Eloy Cuadros, una de esas personas con los que uno agradece cruzarse. Ha atendido a “presidentes, cardenales mismos, decanos de las universidades, congresistas, de la cancillería, diplomáticos, artistas, jugadores, toreros” y le ha llovido elogios de todas partes del mundo pero él sigue allí, sencillo y gentil como seguramente fue cuando en 1958 vino a Lima, dejando su Pacaraos natal, para laborar aquí. Para entonces no imaginó que terminaría siendo uno de los más reconocidos barmen de Lima. Ya habrá contado la historia mil veces pero lo sigue relatando con emoción y con una mirada que se cuelga en el vacío del tiempo, rememorando. Heredero directo de los ya históricos Graciano Cabrera y Aquiles Condory, de quienes aprendió los secretos de un buen barman y de la preparación del Pisco Sour. 

Bar Maury. Lima - Perú.
Mucho se ha hablado de la creación de esta deliciosa bebida. Se sabe que tuvo su primera versión en el Bar Morris (que se cerró en 1933) del jirón de La Unión, basada en el whisky sour. “Es aquí donde toma el cuerpo”, me dice con orgullo don Eloy. “El pisco sour se vendía antes como una limonada. Un pisco sour transparente que no se le ponía la clara de huevo que aquí lo iniciamos. Ese es el cuerpo que hoy tiene”. Desde entonces los esfuerzos que este hombre ha hecho por mantener viva la tradición y el consumo del Pisco Sour son notables. Tanto así que en sociedad con el periodista Raúl Vargas lograron lo impensable: por Resolución Ministerial 161-2004-PRODUCE del 22 de abril de 2004, se declaró "el primer sábado del mes de febrero de cada año, como el día del Pisco Sour, a nivel nacional”.

“Cuando nosotros celebramos el día del pisco cada año yo veo gente diferente, ya no son los que venían sino otros... son gente nueva que no los había visto antes pero vienen por el pisco sour y es un gusto. Me piden la receta les doy y se van a prepararla a sus casa. Es muy bueno eso”. Don Eloy no tiene problemas en compartir la receta para hacer un buen jarabe de goma, lo da a quien se lo pida. “Yo hago mi propio jarabe, yo no compro”. Dicen que padre no es el que procrea sino el que cría, el pisco sour no pudo tener uno más cariñoso. Uno que lo protegió de nuestro olvido y nuestra indiferencia por mucho tiempo y que esperó pacientemente hasta que lo redescubramos para sentirnos un poco más apegados a ésta, nuestra casa.

Bar Maury. Lima - Perú.
La gente empieza a llegar con las primeras sombras que ya abrazan la ciudad. Rostros que se ven en la televisión y otros anónimos disfrutamos con igual placer tomando el elixir que las manos de don Eloy producen. Sonrío silenciosamente al pensar que estoy en lo que quizá sea el único bar en el mundo en el que han tenido como parroquiano a un caballo. Sí, un equino de nombre Dárdanos que ganó su segunda internacional en el 63 en lo que entonces era el hipódromo de San Felipe. En el paroxismo de la alegría los dueños del rucio no tuvieron mejor idea que traerlo al bar a tomarse una champañera llena de pisco sour, “vino después de haber corrido con sed y de un gran sorbo se lo tomó y después lo botó… bañó de pisco sour a todo lo que estaba al lado de él. Un caballo, es difícil que en otro bar lo reemplace eso”, me cuenta un emocionado Eloy. Desde entonces el bar tomó el nombre del caballo pero recuperó el del Maury con la llegada de los nuevos dueños. El tiempo pasa despaciosamente, estoy hechizado por todas las cosas que este buen hombre me cuenta pero ya no le puedo quitar más tiempo por más que quiera. Le doy la mano y gentilmente me invita a regresar cuando lo desee. Gracias Don Eloy.

Los divos también se embriagan

Bajo una cuadra por Ucayali hasta el Jirón de la Unión y camino por toda esta peatonal abriéndome paso entre los ambulantes y el olor a comida; miro, con inusitada calma en medio del apuro citadino las hermosas casas Art Noveau y luego desemboco en la hermosa plaza San Martín. Allí está imponente el hotel Bolívar conocida como la “Catedral del Pisco Sour”. Me pregunto si ese sobrenombre no tiene algo que ver con el hecho de que el Bolívar es uno de los escenarios de la gran novela de Vargas Llosa "Conversación en la catedral". A su lado, el bar el “Bolivarcito” cuyos ventanales nos dan una imagen soberbia de la plaza iluminada. 

Plaza San Martín. Lima - Perú.

Entro y pido un “Chilcano” de Pisco peruano, con ganas de entonarme mientras imagino a Ava Gardner bailando sobre la barra del Grill después de los muchos “Catedrales” que la diva tuvo por ocurrencia mandarse mientras que más allá Orson Welles ríe y también cae víctima de los encantos de nuestro pisco. Y desde una de las ventanas del hotel, Mick Jagger mira la bruma limeña buscando satisfacción. El ambiente es cálido, confortable pero hay que continuar.


Bunker bohemio

Ahora me abro paso entre la cantidad de gente que ha hecho de sus peregrinaciones nocturnas por el centro todo un hábito. Cruzo Colmena y Quilca y de súbito un piano remece la noche y me invita a indagar por el lugar desde el cual viene ese sonido. Estoy en el 1044 del jirón de la Unión y tengo ante mí una puerta estrecha, una escalera que desciende y un escueto anuncio de neón: “Bar Munich”.

Bajo, el enmaderado le da al lugar un encanto especial, una calidez que se agradece. Me cuentan los mozos que Helga y Hans (ella alemana y él suizo) tuvieron por idea poner un bar en Lima en la primera mitad del siglo pasado. Trajeron un decorador suizo, madera norteamericana y un piano alemán. Adornaron el lugar a la usanza de un bar helvético y la leyenda hizo el resto. Con el paso de los años el negocio se fue asentando pero no nuestra política, en una de las tantas crisis que tuvimos fue envuelto Hans a quien se le acusó de entenderse con unos conspiradores.

El suizo no lo soportó por mucho tiempo y cortó de raíz: se descerrajó un tiro de su rifle, dicen los trabajadores que consumó todo dentro del mismo bar. Helga vendió el negocio a los trabajadores y se fue. En la barra Santos, que dirige todo desde la allí, me atiende con suma cortesía; me dice que el Munich está en los registros municipales desde 1954 pero se sabe que funciona desde mucho antes. Siento el peso de una mirada, los ojos de una mujer me miran detrás del cristal de sus lentes y le sonrío. Dicen que es fácil para los solitarios reconocerse. Miro mi chopp y continuamos la cháchara. “Sabe joven, ni cuando el centro estaba lleno de ambulantes y era un sitio peligroso cerramos”. 

Bar Munich.  Lima - Perú.
La luz difusa de los faroles me dejan ver unas siluetas al fondo, advierto que son extranjeros tratando de hacer una coreografía etílica mientras el pianista toca “Zorba el griego”. Interrumpo a don Mario Castro en uno de sus descansos. “Maestro, ¿me permite un minuto?”, “dos” me responde él. Orondo, gentil, ocurrente, dicharachero, con su voz chillona este autodidacta del piano me acepta una cerveza y resume en minutos su historia en el bar. Trabaja aquí desde el 77, con algunas interrupciones; le encanta congeniar con la gente, hacerles bromas. Me confiesa que desde el rincón en donde le toca estar trata de hacer lo mejor para que la gente esté satisfecha, para crearles un espacio íntimo. Hablando con viejos parroquianos se ha enterado que el “Munich” antes que fuera bar era un night club al que llamaban el “Gallo rojo” y que hasta la Tongolele, leyenda cuyas enloquecidas caderas y brillantes lentejuelas animaban las noches de bohemia en los 40´s, dejó aquí su sensual impronta. “Acá ha venido a tomar todo el mundo, sé que ha venido desde García Márquez cuando estuvo en Lima y era un muchacho y el mismo Bryce Echenique hasta Abimael Guzmán cuando era profe”.

Bar Munich.  Lima - Perú.
El baterista que lo acompaña, Leo Agosto o Don Arturo, a quien los habitúes del bar conocemos como el “Tío Bareta”, por su clásica gorrita, lo llama para seguir haciendo de la noche una fiesta. Antes de irse me aseguro que la muchacha me siga viendo y le hago un pedido a don Mario: “Maestro, tóquese Dos gardenias para ti” “¿Para mí?” Me responde y se retira riendo. Sus manos son animales frenéticos sobre el teclado, mientras que don Leo con elegancia despierta con sus bates el ritmo de la alegría en nuestros corazones. Es hermoso estar aquí pienso, sentirse protegido mientras arriba la ciudad es una barca naufraga en el mar de su propio delirio. La chica de lentes se ha ido con dos amigas y yo me quedo odiando mi poca pericia para decir “Hola”, salgo de esta especie de bunker de la bohemia y me disuelvo en la noche con la esperanza de encontrarla.

Bar Munich.  Lima - Perú.

Boleros cantineros para la soledad

Continúo mi recorrido, ahora por jirón Quilca, recientemente adornada con farolitos, limpio, lleno de restaurantes bien acondicionados; por momentos parece algo desordenada y a ciertas horas un poco peligrosa, de todos modos es un buen lugar para venir a ver una fauna que es una mixtura interesante de ver: los punk, los góticos, neo-hippies, yuppies y extranjeros se mezclan en esta calle que ya es un clásico en cuanto a movida (contra) cultural se refiere. Cruzo la esquina con Camaná. A través de los barrotes de los grandes ventanales del Queirolo veo a la gente disfrutando sus cervezas. Estentóreas sonrisas, parejas que se acarician, ancianos que juegan a los dados, muchachos con pinta miraflorina que quieren ser considerados alternativos por venir al centro, poetas que caminan hasta el baño con la intención llamativa que tuviera una modelo caminando por una pasarela milanesa, todos refugiados en estos ambientes que desde los inicios del ciclo pasado albergan a la bohemia de todos los tiempos.
Bar Queirolo.  Lima - Perú.
Avanzo, la melodía de un valsecito sirve de anzuelo para mi curiosidad. Entro al “Don Lucho” (Quilca 216). A don Luis Ayudante, ferreñafano de pura cepa, las locas ilusiones lo trajeron a Lima a buscar la prosperidad. Casi lo tildan de loco cuando un 29 de mayo de 1972 se le ocurrió abrir este bar en la calle donde tenía por competencia a los chinos, japoneses y al Queirolo, ni más ni menos.
  
Me voy a una de las mesas del “mezanine” como él le llama al altillo que domina la segunda planta. En la mesa del costado un grupo de chicos sueltan una retahíla de palabras que me dan una idea de su conversación: Hegel, Mao, nacionalismo, reggeton y muchas carcajadas. Identifico el rostro de algunos poetas en ciernes y músicos de fama local. Pido una cerveza y me voy a la rocola que desde 1975 le da el fondo musical al sitio, arrullando con sus canciones las penas de los contrariados de amor y avivando la alegría de los despreocupados. 

Bar Don Lucho.  Lima - Perú.
Cuenta don Luis que esas rocolas salieron en venta en los Estados Unidos en los años 50´s, “es la alegría de la gente que viene”, dice con orgullo. Cosa que entiendo pues es la única de esa época que funciona en el centro y posiblemente en Lima. Bajo y me pongo una de José José y otra de Los Compadres. Saboreo un trago y me pierdo en mis ideas. El bar es encantador, no es una de esos lugares “fashion” que parecen otros lugares y a los cuales se va para mostrarse ni tampoco es uno donde se permita el “achoramiento”. Miro en silencio los inmensos cuadros que adornan este sitio: una tapada limeña en la plaza de armas, el palacio de Torre Tagle. Alguien pone Chacalón y regreso en el tiempo a esta Lima nueva, tan mía, tan de nadie. Es hora de volver a casa, la noche ha sido grata aunque la chica no volvió a aparecer. Igual, siempre habrá una oportunidad para encontrarte, para esperarte. Lima ha vuelto a vivir y junta a ella sus bares. Felizmente. 

Bar Don Lucho.  Lima - Perú.


TIPS
- En el bar Cordano sólo se acepta la venta de bebidas alcohólicas si es que se compran con comida. Después de las 5 o 6 de la tarde se venden cervezas u otros tragos libremente.


DATOS UTILES:


BAR RESTAURANT CORDANO SR LTD
Ancash 202 - 4270181


Precios
Cerveza: 5.50 – 6.50 / Gaseosas: 2.20 – 2.70 /
Sandwich : Jamón del norte 8.50 / del país 8 / con queso 5.50


BAR HOTEL MAURY
Jr. ucayali 201 (esquina con Carabaya) - 4288188 – 4288174

hotmaury@amauta.rcp.net.pe
Todos los días de 11 a.m. a 10 p.m.


Precios
Pisco sour simple 9, doble 18, catedral 20
Cervezas 5 , Copa de vino 8
Gaseosas 4 soles
Vinos blancos y tintos peruanos chilenos argentinos, españoles y alemanes




BAR MUNICH
Jirón de la Unión 1044 (Sótano) - Lima Cercado
Teléfono Casa 347 – 1181 / Celular 95051171
Js_miunich1954@hotmail.com
De Lunes a Sábado: desde las 05:00 p.m.


Precios
Cerveza jarro gde: 15 soles, chico: 12 soles
Chopp grande: 10 soles / Chico: 6 soles
Jarra sangria grande: 25 / Chica: 18
Cuba / Perú libre : 7 / Chilcano : 7
Pisco sour: 10
Gaseosa : 3 soles


Piqueos
Chicharron de pollo : 18 / Pollo frito : 10 / Lomo criollo: 20 / Piqueo Munich: 25
Sandwichs: Chorizo o salchicha : 5 / Lomito: 6 soles




BAR RESTAURANT DON LUCHO
Jr. Quilca 216 – Lima 1 (a 1 cuadra de la plaza San Martín)
Teléfono: 4314361 - 92935200
Lunes a Jueves : 9 a.m. – 12 p.m.
Viernes a Sábado: 9 a.m. - 3 am


Precios
Cervezas: Litro 100 : 7 / Normal : 4
Vinos: Queirolo : 20 / San Lorezo - Borgoño : 15
Pisco + gaseosa : 35
Choritos : 3.50 docena - 0.50 unidad.
Ceviche de pescado o mixto: Fuente 20 / Plato 10
Cabrito a la norteña : 12
(Preparan al instante)
Esta crónica (sin la parte que hace referencia al BAR MAURY) fue publicada en:


- "LIMA: ENTRE COPAS Y RECUERDOS"
REVISTA PUSAQ (CENFOTUR) AÑO 1 - No 1 Abril - Mayo 2007


- "POR LOS VIEJOS BARES DE LIMA"
REVISTA ESTAMPA (DIARIO EXPRESO. LIMA PERU.) - DOMINGO 28 DE OCTUBRE DEL 2007

3 comentarios:

Fernando dijo...

Solía entrar al Bar Munich para comerme una rica salchipapa, aunque demoraban mucho en servirtela, era buenaza, el problema en si es que mucha gente entra y casi no encuentras mesa ni asiento, jajaja lo que genera la popularidad, aun así sigue siendo una buena opción si se va por el centro. Saludos.

Pablo Solórzano dijo...

Hola Axl, yo también solía entrar, desde muy joven incluso, mi romance con el centro empezó cuando tenía 16 años más o menos y me iba a comprar libros piratas a Quilca jejeje... y un poco después, "ya con DNI en mano descubrí" el Munich y otros ricones y solía ir... entonces era poco conocido y la gente consideraba al centro como "territorio comanche",,, yo era feliz allí, nunca me pasó nada y la pasé bien... después ya se empezó a escribir sobre este lugar y la fama llegó sola... me da gusto pero extraño esas noches en que solo un parroquiano más y yo estábamos allí escuchando la música de Mario... en fin... como dices una buena opción para ver esa otra cara de Lima... un abrazo como siempre!

Thunderbird_75 dijo...

http://www.viajeros.com/diarios/lima/andanzas-por-los-viejos-bares-del-centro-de-lima-nva-vers

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