¡Ay, Machu Picchu, pobre rostro mío,
Mi alma de piedra,
Exacta y rompidísima,
Innumerable e idéntica,
Vuelo del alma mineral,
Esencia de conciencia de relabrada fuerza!…
Mi alma de piedra,
Exacta y rompidísima,
Innumerable e idéntica,
Vuelo del alma mineral,
Esencia de conciencia de relabrada fuerza!…
Martín Adán
(Introito, Santander,
algunos años después)
Así que allí estaba yo. En
el kilómetro 82 o Piscaycucho. Al
mando de un grupo de turistas noruegos, en pleno Octubre, con cielos
encapotados cuya grisura nos avisaba de una amenaza de lluvias. Por fin a punto
de iniciar la caminata de mi vida. Trataba de aparentar tranquilidad, profundo
conocimiento del lugar por donde íbamos a caminar. No quería que los nórdicos
notaran que quien iba a dirigir y coordinar su viaje era una persona que como
ellos iba a tener el placer de pisar por primera vez el alucinante Camino Inca
que lleva hasta Machu Picchu.
¿Cómo había llegado yo hasta
allí? Por pura suerte. Aunque he estudiado turismo y he dedicado mucho tiempo a
formarme para guiar nunca había tenido la oportunidad de dirigir un grupo de
viaje en una caminata larga, y no cualquier caminata sino uno de los más
impresionantes del mundo (véase aquí lo que dice El País de España). Explorandes,
la empresa en la que trabajé desde asistente de oficina hasta Tour leader, me
daba la oportunidad. Así que a caminar joven… Posiblemente no vuelva a tener un
trabajo parecido, y eso lo lamento. Pero qué se puede hacer... En fin, lagrimeos
afuera.
Ya había tenido la suerte de
hacer otras partes de la gran vía prehispánica pero no este que lleva hasta Machu Picchu: hay que recordar que en
el Perú sobran kilómetros de esa
ruta: de los 40 mil que existen en los países andinos sudamericanos, 25 mil se
encuentran en tierras peruanas. La gran mayoría de ellos, eso sí, no están “acondicionados”
ni son tomados en cuenta por la maquinaria turística para llevar por allí a sus
clientes, pero también están plagados de maravillas. Los que mejor recuerdo de
esos poco visitados tramos son aquellos con los que me crucé cuando me fui
caminando 9 días desde lasfascinantes ruinas de Choquequirao hasta MachuPicchu; o también en la
increíble zona del Pariacaca, en lasierra de Lima; o en la zona de Amazonas donde caminé por uno de los
fragmentos mejor conservados del camino inca que he visto y que lleva desde Chachapoyas a Levanto. En fin,
seguro que han sido más pero ahora no los recuerdo. Así que aquí va este
escrito que no es sino la copia de los papeles que fui garabateando entre
sudores, lluvias y campamentos bajo las estrellas –con algunos añadidos que
hago ahora para darle más claridad al texto-. Posiblemente encuentres por allí
mejores blogs donde haya verdaderos consejos de gente que ha ido con un grupo
coordinado (no hay otro modo de acceder al Camino Inca), pero este escrito lo
hace alguien que tuvo apenas que hacer mínimo esfuerzo (económico) para andar
por la fascinante ruta que lleva a Machu Picchu, y todo esto porque tuvo la
inmensa suerte (algún día tenía que llegar) de hacerlo como parte de su
(delicioso) trabajo, como ya lo he dicho. Lo que quiero, sobre todo, es hacerte
una invitación, motivarte a dar el paso: excesivamente turístico o no, el
Camino Inca es una de las mejores experiencias que nadie que pueda pagarse un
viaje debería perderse porque una de las mejores cosas que los viajeros pueden
hacer es caminar, caminar y caminar. Además será esta la primera entrada que
escribo este año a modo de desearnos suerte a todos los peruanos para que -¡ojala!-
este 2014 el gran Qhapaq Ñan logre
la denominación de Patrimonio Mundial dela Unesco.
(Patio
de un hotel en el Cusco, 17 de octubre, 2010)
He hablado con varios de los noruegos y parecen en su mayoría amables, aunque preguntan hasta por lo
más mínimo en cuanto a seguridad y emergencia. Esto no es una molestia, al
contrario, creo que todos deberían hacer algo como eso. Pero lamentablemente la
palabra emergencia no se nos pasa por la cabeza cuando estamos de viaje, hasta
que algo malo sucede claro, y entonces...
(Llactapata,
19 de octubre, 2010)
Llegamos por fin (después de
casi 5 horas de camino desde el km. 82) a la zona donde acampamos: se llama Llactapata y me sorprende -todo iba a
ser una sorpresa-, sobre todo porque por momentos le encuentro un cierto
parecido a Ollantaytambo, lugar que
visitamos ayer: ya sabes, andenerías inmensas que ascienden de forma
vertiginosa y que le dan al sitio un aspecto de fuerte, de lugar impenetrable.
Cuando llegamos todo está armadito: las carpas, el agua caliente, el baño, la
comida recién hecha que empieza a oler: los porteadores son los héroes, puedo
estar aquí yo con un idioma más, con un par de libros leídos, pero poco sirve,
la columna vertebral de esta experiencia son ellos y de ellos dependemos. No
podemos sentirnos más seguros, ni agradecidos.
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Camino Inca. Cusco - Perú. |
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Camino Inca. Cusco - Perú. |
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Camino Inca. Cusco - Perú. |
(Llulluchapampa,
20 de octubre, 2010)
Amaneció frío, aunque no
tanto como imaginé que iba a ser. El verano en el hemisferio sur no está lejos,
y eso se nota. Continuamos el camino de subida desde Llactapata, a través del
valle de Cuscichaca, y pasamos por
pequeños villorrios de contadas casas donde apenas llamamos la atención de los
nativos: están acostumbrados a ver hordas de gringos por sus pagos. Vi en las
puertas de algunas casas que la gente del lugar ofrece ciertos servicios y lo
anuncian en inglés: algunos mensajes tienen gracia, te arrancan una sonrisa
(ver fotos). Hasta que por fin llegamos al poblado de Huayllabamba. Elkin, el guía con el que trabajamos juntos para
dirigir este grupo (también estuvo María, una chica muy diligente y amable) me
llamó a un lado y me dice que hay una cosa donde una señora que siempre da de
comer a los guías: un cuarto oscuro, teñido por el humo de la leña, un olor a
carne y especias, el cacareo de una gallina que revolotea la tierra, el mugido
lejano de un animal.
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Camino Inca. Cusco - Perú. |
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Camino Inca. Cusco - Perú. |
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Camino Inca. Cusco - Perú. |
Comemos tranquilamente. Pasan los porteadores cargados de
esos bultos inmensos: de nuevo el sentimiento de agradecimiento y de culpa…
Hacer este camino no sería posible, a no ser que se usen animales pero su uso
dañaría el mismo camino y quizás harían que ande por aquí más gente de la que
debe. No puedes dejar de pensar en la disyuntiva: unos hombres que hacen
posible que viajes con comodidad y cuyo esfuerzo permite que el patrimonio se
mantenga en buen estado… pero, ¿y ellos?, ¿sus espaldas?, ¿su salud?, ¿están
afiliados?, ¿tienen seguro médico?... cuando intento hablar con uno de ellos me
cambia el tema… sé que la empresa para la que trabajo se preocupa mucho por el
trato a su gente (de hecho la recomiendan en el Lonely Planet y en diarios importantesde España y a ha ganado premios por buenas prácticas turísticas), pero
esto que debería ser normal casi siempre es excepción: abundan los casos de
explotación de varios “empresarios” inescrupulosos.
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Camino Inca. Cusco - Perú. |
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Camino Inca. Cusco - Perú. |