Un lugar extraño: el cementerio de animales de Asnières

miércoles, 13 de junio de 2012


Nunca habría imaginado que existiese una cosa tal como un cementerio de animales. Y como me gusta visitar cementerios pues me dije… ¿por qué no añadir una excentricidad a tu colección de cementerios visitados en Europa? Por lo que cuando estuve en París decidí ir a conocer este curioso lugar a manera de saciar mi curiosidad.

Debo decir que quizás no me hubiese enterado de este sitio de no haber leído las TRAVESURAS DE LA NIÑA MALA, la novela de Mario Vargas Llosa en la que los personajes principales de la historia, Ricardo Somocurcio y Mdme. Robert Arnoux, la niña mala, pasean su secreto amor por distintos rincones de la capital francesa; entre esos lugares estaba este cementerio. Para saber un poco más de ello te invito a leer la última entrada que escribí sobre la ruta de MARIO VARGAS LLOSA en París, aquí.

El Cimetière des Chiens  (otros le llaman Le-cimetiere-des-animaux), que está ubicado en Asnières-sur-Seine, un barrio al norte de París, quizás sea la primera necrópolis de animales en el mundo. Aunque se sabe que enterrar animales es una tradición viejísima: los egipcios momificaban a los gatos porque se los consideraba divinos.

Cimetière des Chiens- París - Francia.
Para llegar allí primero fui hasta la parada de metro de MAIRIE DE CLICHY, línea celeste, número 13. Desde ese lugar caminé por la larga RUE MARTRE hasta el PONT DE CLICHY. A esa altura hay un cruce de avenidas que se tiene que pasar con sumo cuidado ya que los coches vienen de todos sitios y a mucha velocidad. No hay problema si es que se espera, como todo ser civilizado, a que la luz verde te permita pasar; el problema es si alguna descerebrada viene con su coche a toda velocidad y no se da cuenta, o no quiere darse cuenta, de que tiene la luz roja y tiene que parar o puede atropellarte. Y claro, en mi caso, la tipa paró… a pocos metros de mis piernas y también se me paró el corazón. De esto ya he hablado en la introducción a estas entradas sobre París. La visita al cementerio de animales casi me cuesta la visita a mi propio cementerio.

Cimetière des Chiens- París - Francia.
Decía que caminé debajo del puente y desde allí ya pude ver, al otro lado del Sena, un espacio arbolado cual si fuera un pequeño bosque. Se supone que ese lugar era antiguamente la isla de Ravageurs, que hoy está unida a tierra firme. En este bosquecillo resalta una simpática entrada color gris. Esa es la puerta principal al cementerio. Hasta allí llegué, con algo de susto, por el incidente con el coche, y con mucho calor pues ese día lunes el sol quemaba tremendamente.


El humor empeoró cuando me di cuenta que el cementerio, como si fuera un museo, cierra los días lunes. ¡Oh no! Sed, calor, susto y ahora esto… tenía la cara más lánguida que la de la estatua del perrito Barry el cual está a la entrada del cementerio para recordar a ese ovejero alemán que, se dice, salvó a muchas personas en los Alpes en el siglo XIX. La culpa fue mía que no me di tiempo a buscar la suficiente cantidad de información sobre el cementerio; si hubiese leído la página en francés del barrio de Asniéres, quizás me hubiese enterado mejor.

En fin, el hecho es que con bronca decidí consolarme caminando por el largo y bonito paseo que se encuentra en la parte baja del cementerio y que avanza junto con el Sena. Allí fui. Me hizo recordar mucho a los canales de Londres por donde solía caminar cuando vivía en esa ciudad.

Cimetière des Chiens- París - Francia.
Aquí llega la parte en que tengo que hacer un acto de contrición confesando algo que me da vergüenza y que espero que el (imposible) lector o lectora de este blog no se anime a repetir. Mientras caminaba por el paseo al borde del Sena descubrí que una parte del enrejado que protege el cementerio de animales estaba roto y que solo había que empujarlo un poco si uno quería entrar. La tentación era grande y como dicen que el mejor modo de liberarte de una tentación es cayendo en ella pues yo me lancé… A modo de, tonta, justificación puedo decir que estaba bastante ofuscado por el casi atropello del que había sido víctima, por el calor y la sed y por no haber sido capaz de haber averiguado previamente los días en que el cementerio estaba abierto. Haber venido para nada... no, no, no –pensé-. Tanto esfuerzo, ni loco, yo entro.

Así que allí estaba yo, contorsionando el cuerpo como experto y colándome destrangis (zampón dirían en Perú) por esa obertura y, luego, abriéndome paso entre las zarzas y todo el bardal que protegía al cementerio. Hasta que después de subir a 4 patas (cual perro o gato) llegué hasta una barandilla detrás de la cual ya podía ver cientos y cientos de pequeñas lápidas sobre las que había fotos y esculturas de perros y gatos.

Cimetière des Chiens- París - Francia.
Cimetière des Chiens- París - Francia.
Cimetière des Chiens- París - Francia.
Si hace un rato sentía cólera por no haber podido encontrar abierto el cementerio y por todas las cosas que nos pasaron ahora tenía algo de miedo. ¿Y si había un guardia? No podía dejar de recordar una noticia que había leído en Internet sobre este cementerio: hacía unos meses la tumba de un caniche negro había sido profanada porque su dueña le había enterrado con un collar de diamantes valorado en 10 mil euros. Hay que joderse, 10 mil euros no los juntaría yo trabajando dos décadas. La mía si es una vida de perros, pensé.

En fin, cuando me percaté de que no había moros en el cementerio salté la barandilla y me puse a caminar, silencioso como un gato, entre las tumbas y pequeños mausoleos que se han hecho para recordar a todos los animalitos aquí enterrados: unos dicen que hay sepultados 40 mil mascotas, otros que son muchísimos menos.

Pero no se piense que aquí solo hay perritos y gatitos; por lo que he leído hay también pájaros, cocodrilos, un caballo de carrera, una tortuga salvaje y hasta un mono. Vamos, que el arca de Noé se queda chico. Seguía caminando sigil-oso, temer-oso, ansi-oso (añádase cualquier adjetivo que tenga tal plantígrada terminación) cuando oí a corta distancia ese sonido crujiente que hacen las hojas secas al ser pisadas. Una y otra vez, una y otra vez. ¿Y ahora qué hago?, ¿se estaría acercando, desde algún secreto lugar, un celador bien premunido de una escopeta? Pero no. Menos mal era un lindo gatito que me siguió sin temor alguno y luego se detuvo en un claro donde había sol y allí se quedo el minino, repantigado y silencioso como una efigie egipcia. Susto que me dio. Como si no hubiese tenido suficiente ese día. Aprovecho en decir que está prohibido alimentar a los gatos, bajo pena de sanción.

Cimetière des Chiens- París - Francia.
Cimetière des Chiens- París - Francia.
Cimetière des Chiens- París - Francia.
Una vez calmado seguí caminando entre alguno de los 9 senderos del cementerio. Sobre las lápidas vi fotos deslucidas de los animalitos enterrados, muchas flores, peluches, epitafios pomposos y dolorosas frases que los dueños de estos amiguitos habían mandado a poner a modo de homenaje.

Todos estos honores no lo recibe cualquier perro callejero, obviamente. Para merecer ser enterrado aquí el animalito tiene que haber tenido como dueño a alguien pudiente que tenga tanto dinero que pueda satisfacer sus extravagancias mandado a enterrar a sus mascotas con un collar de 10 mil euros, por ejemplo. Sí, la muerte también pondera diferencias entre los animales. Como muestra un botón: en este lugar está enterrado el famoso  Rin Tin Tin. 

Cimetière des Chiens- París - Francia.
Cimetière des Chiens- París - Francia.
Cimetière des Chiens- París - Francia.
Cuando tomé la suficiente cantidad de fotos decidí irme por el mismo azaroso camino por el que entré a este lugar. Como ya les dije, no recomiendo hacer esto y no cometan mi error visitando el cementerio los días lunes pues está cerrado. Si eres un amante de los animales y las mascotas quizás este sitio te pueda interesar. Hasta la vista.

Pablo

Puedes ver más fotos en mi album de Picasa, haciendo click aquí.


DATOS UTILES

  • El cementerio está abierto todos los días excepto el lunes.
  • Horarios de verano: de 10h a 18h desde el 16 de marzo hasta el 15 de octubre.
  • Horarios de invierno: de 10h a 16h30 desde el 16 de octubre hasta el 15 de marzo. Cerrado los días feriados y el 1ero de noviembre.
  • Precio.3.50 euros adulto y niños de 6 a 12 años  1,50 euros.

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