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Mochileando en una tierra de colores: la quebrada de Huamahuaca

jueves, 12 de abril de 2012


A la Quebrada de Huamahuaca había ido ya antes de conocerla. En el jirón Quilca, una calle limeña donde venden libros y revistas viejas, vi una revista sobre Argentina y la foto de la portada era la imagen de un gran cerro que aparecía pintado de muchos colores, como si alguien hubiese usado el cuerpo de la mole para combinar toda una alucinante sinfonía cromática. “Tengo que ir allí”, lo dije con una seguridad tan inusual en mí que me sorprendió. Algunos años después el Cerro de Los Siete Colores ya estaba frente a mí y confirmaba aquello de que un sueño empieza a concretarse cuando uno se anima a dar el primer paso para cumplirlo.  

Cerro de los 7 colores. Foto de la página http://viajesudamerica.com/

Tilcara

Dejé mi querida CORDOBA (de la que hablé en una entrada anterior) y en bus llegué hasta JUJUY (35 dólares, 11 horas) y de inmediato en la terminal tomé un bus hasta TILCARA, pueblo al que escogí como mi “centro de operaciones”. Me puse a buscar alojamiento y en el CENTRO DE INFORMES (calle Belgrano) conocí a Martín, un muchacho cordobés que me dijo que se estaba hospedando en la casa de una señora del pueblo y que cobraba 10 pesos la cama. Me dijo que él ya se iba esa tarde del pueblo y que podía dejar su espacio para mí. Accedí ir y es así como llegué a la casa de ELSA RAMOS, una mujer muy cariñosa, gentil y  habladora. La habitación para mí solo tenía lo básico: una cama y una mesa de noche. Suficiente. Se hospedaban también allí GUILLAUME y DAVIDE, un par de franceses locos que estaban mochileando toda América desde hacía 7 meses. 


La química fue inmediata por lo que decidimos irnos a vagar por el pueblo. Las calles aún eran de tierra y no había señales por lo que era fácil perderse, pero claro, uno se perdía con gusto entre calles tan tranquilas. Llegamos hasta la PLAZA PRADO, la principal, y pude notar que TILCARA había sido una buena elección. Tiene una gran herencia arqueológica y una fuerte presencia indígena lo que le da mucha originalidad y lo pone en las antípodas de la típica imagen que tenemos de Argentina: un pedazo de Europa venido a América. Aunque también eran notorios los cambios que está propiciando el turismo: terrenos algo caros, restaurantes inmensos que uno puede concebir solo en una gran ciudad. 


Subimos al PUCARA, lugar al que quise ir para ver la presencia Inca lejos de Perú, y allí llegamos. Pagamos la entrada y anduvimos por las ruinas. La vista que se tiene de parte de la Quebrada de Humahuaca desde ese lugar es algo impagable; es seguro que los residentes de la zona usaran este recinto para observar la llegada de invasores, mejor lugar para tal fin no se podía tener. También nos metimos por una especie de BOSQUE DE CACTUS en el que vale la pena caminar. Al bajar entramos al JARDIN BOTANICO que está a la entrada de las ruinas y, para mi sorpresa, me encontré con unas llamas muy bonitas. Era como tener un poco de mi país lejos del mismo. Aunque las llamas, ya se sabe, son patrimonio del mundo andino y no de un solo país por lo que era muy normal encontrarlo aquí. El calor apremiaba así que nos sentamos a tomar unas coca colas bien frescas para aguantar, mientras hablábamos de cine francés y yo me reía de todas las aventuras que los franceses habían pasado durante su largo recorrido. 

Pucara de Tilcara. Jujuy - Argentina.
Bosque de cactus en Tilcara. Jujuy - Argentina.
Vista de la quebrada de Humahuaca. Jujuy - Argentina
Tilcara- Jujuy - Argentina

Con Davide y Guillaume en Tilcara- Jujuy - Argentina
En la noche nos sentamos en el patio de la casa a tomarnos un vino que los chicos habían comprado. Se nos unió doña Elsa quien nerviosa nos pidió que si llegaba su marido le dijéramos que no estaba, cosa bastante extraña. En medio de la velada llegó el marido en un estado bastante malo, preguntó por la dueña de la casa (quien ya se había escondido detrás de una puerta) y le dijimos lo convenido. Se fue hipando. Al rato salió Elsa y la conversa siguió como si nada. Con Davide nos fuimos a comprar unas Quilmes mientras Guillaume les ponía los parlantes a su Cd – Player. Trajimos las cervezas; el universo sobre nosotros nos daba la cara: era un manto azul en la que habían prendido medallas con forma a estrellas; tan claro, tan luminoso. Oyendo a Manu Chao o a Serge Gainsbourg seguimos con la velada mientras Elsa nos contaba sus cuitas y, ya bastante ebria, lamentaba que el ebrio de su esposo siempre hiciera lo mismo: que viniera a pedirme plata y yo soy la que sostengo la casa, no señor, ¡salud!


Purmamarca


Al día siguiente nos fuimos a la TERMINAL  (al oeste de la calle Belgrano) a tomar un bus hacia PURMAMARCA (6 pesos). Por fin, se cumpliría mi gran sueño. Llegamos y de inmediato nos fuimos a la plaza donde está el MERCADO ARTESANAL. El pueblo, pese a su crecimiento turístico, felizmente aún mantiene el cautivante estilo de sus casas y su carácter. Lástima el paso de los camiones que usan la ruta del Corredor Bi Oceánico (Chile – Brasil), que alteran un poco la tranquilidad.


En Cordoba, corazón de un gran país (2da parte)

martes, 10 de abril de 2012

Esta es la continuación de la entrada anterior sobre mi visita a la ciudad de Córdoba. Espero que les guste y, sobre todo, que les sirva de información por si se animan a ir a esa bellísima ciudad.

Cumpleaños en Córdoba!!

Otro día me encontré con el chino Walter, un amigo de la secundaria que se había ido a vivir a Córdoba con la familia. En su casa la pasamos muy bien con sus hermanos y con su padre que me hizo escuchar su buena colección de tangos. Fui muy feliz en esa casa también. Una tarde nos fuimos a tomar unas cervezas a su bar favorito en la peatonal Rivera Indarte, era un lugar muy peculiar: podías dejar unos escritos en la pared como recuerdo. Las peatonales de la ciudad son muy hermosas y llenas de árboles y también de shoppings, obviamente. Parece que se ha planificado CORDOBA en función a la gente porque los espacios para caminar son muchos, algo que era totalmente nuevo para mí. Los fines de semanas es imposible encontrar alguna tienda abierta en el centro, se cierra todo y el sitio parece un pueblo fantasma, algo también imposible de creer en Lima donde los fines de semana encuentras todos los comercios abiertos.

En la peatonal Riviera Indarte. Córdoba - Argentina.
Centro de Córdoba. Argentina
El 17 de agosto fue mi cumpleaños y la familia de ROMINA me lo celebró como si yo fuera uno de ellos. Don Ricardo y EL CHINO hicieron unas empanadas en la parrilla del patio de la casa y me regalaron una tarta; vinieron Romi, su madre Mary, su hermana Laura con su nena e invitamos a mi amigo Walter que trajo a su hermano César y a su amigo Lucas. La velada fue perfecta; nos reímos mucho y hablamos toda la noche. Me parece que aquella noche sentí la cima de la felicidad; estar tan lejos de casa y que esta gente que apenas te ha conocido celebre contigo y se preocupe por hacerte sentir bien… Córdoba, Córdoba…


Celebrando mi cumpleaños en Córdoba. Argentina.
Celebrando mi cumpleaños en Córdoba. Argentina.

Celebrando mi cumpleaños en Córdoba. Argentina
Celebrando mi cumpleaños en Córdoba. Argentina
Colonia Caroya: la ciudad de los sentidos

Nos fuimos con Walter y su novia Angélica a COLONIA CAROYA, al norte de Córdoba, a visitar a unos parientes argentinos a quien sigo considerando mis tíos:  Diola y Oswaldo. Pueblo de excelentes vinos y rica gastronomía. Fue construida por inmigrantes italianos. Lo que me impresionaba de Colonia era que todo el mundo dejaba las bicicletas en la calle o las puertas abiertas. Recuerdo que las veces que veníamos la pasábamos muy bien con los chicos aunque el calor fuera espantoso. Felizmente, la avenida principal del pueblo está cubierta de árboles, a modo de un puente, y eso permite sentir mucho aire fresco.


En Córdoba, corazón de un gran país

sábado, 7 de abril de 2012


Vista desde la ruta 9, CORDOBA parece una bandada de palomas a punto de levantar vuelo. El color blanco, o al menos claro, de muchos de sus edificios y casas le da una imagen de ciudad transparente, cálida y sosegada. Había vuelto, después de casi 4 años, y la alegría y la emoción apenas si cabían en mi cuerpo. Era mi primer viaje solo (de esto hace casi 6 años) y en plan mochilero así que busqué información por todos sitios y felizmente encontré muy buenas referencias de la ruta que quería hacer. He aquí a grandes rasgos. 

Desde Lima hasta Arequipa me fui en un bus de la empresa Cruz del Sur; 40 soles el pasaje, entonces era el bus más barato. Llegué a las 06 am y de inmediato tomé un bus (15 soles) hacia PUNO a donde llegué al mediodía. De inmediato me mandaron al paradero de las combis que salen hacia la frontera con BOLIVIA (pagué 7 soles) a donde llegué poco más de las 3 pm. En la frontera tomé un triciclo que me acercó hasta el Control Migratorio y luego hasta el paradero de combis que van hacia LA PAZ, pagué 11 bolivianos y llegué casi a las 06 pm. Luego un taxi me acercaría hasta las avenidas donde encontré los buses que salían para todos sitios. Tomé uno hacia ORURO a donde llegué a las 10 de la noche. El cuerpo pedía posición horizontal así que alquilé un bonito hotel frente a la Terminal de buses de ORURO (45 bolivianos). En la mañana, muy temprano, me fui a la ESTACION DE TREN a sacar un tiquete (es mejor hacerlo así, con anticipación) para salir esa misma tarde hacia LA QUIACA. Pagué: 95 bolivianos. El tren era excelente, muy buen servicio y los paisajes en las sierras bolivianas muy hermosos.

Oruro - Bolivia.
Oruro - Bolivia.
Oruro - Bolivia.
Llegado a la frontera crucé e hice el trámite migratorio. Caminé hasta la terminal y compré un pasaje por 20 pesos hacia JUJUY. El bus que quería tomar aún salía en una media hora así que para hacerme una idea de que ya estaba en Argentina me fui a un café a probar las “facturas” que en mi “exilio” cordobés habían sido una verdadera adicción. Claro, no se comparaban a las de la panadería DEL CARMEN, en el cordobés barrio PUEYRREDON, donde viví, pero al menos quise hacerme la idea. A mi lado se sentó un chico peruano que se iba hacia Buenos Aires a unas jornadas sobre Derecho y Filosofía, sus intereses iban por las ideas del “control” y la “vigilancia”, entonces caímos en un tema de interés común: Michael Foucault y sus ideas y comparaciones de la sociedad moderna con el panóptico donde todo se vigila y todo se controla para asegurar la “normalidad” de la sociedad. Apasionante tema y cuando nos dimos cuenta ya estábamos en un pueblo inhóspito llamado ABRA PAMPA y nos bajaron a todos… para controlarnos. 


Abra pampa. Jujuy - Argentina. Foto de la página http://www.noroesteargentino.com/
A un lado peruanos y colombianos, sospechosos siempre de todas las maldades de este mundo. Al otro lado bolivianos por favor. Y los otros, ciudadanos del mundo, bienvenidos, pasen por aquí. Una oficial me revisó en silencio y al lado un tipo gritaba a unos bolivianos mientras abría sus maletas buscándoles aquello que por ser quienes eran los hacía sospechosos de tener lo que no tenían. Un oficial me pidió ir a un cuarto separado. Yo pensaba “¿volvieron las torturas?” Me preguntó mil cosas y le dije que ya había respondido eso en Migraciones y, de repente, casi se lanzó al suelo a tocarme los tobillos. No pude refrenar una pequeña sonrisa y pensaba en este pobre hombre, en medio de la nada, adoctrinado en controlar, repeler e intervenir durante toda su vida; si le hablo de Foucault quizás se desmaya. Imagino que el hecho de ser joven, peruano y mochilero me hacía sospechoso de llevar drogas ocultas en mi cuerpo. Si supiera la cantidad de ciudadanos del primer mundo bien vestidos que veía caer como traficantes todos los días en mi trabajo del aeropuerto de Lima.


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