En la entrada anterior habíamos llegado, siguiendo los pasos del gran César Vallejo, hasta el monumental JARDIN DES TUILERIES. Es momento ahora
de cruzar el gran río Sena para dirigirse hacia la “rive gauche” (orilla izquierda), lugar que siempre ha estado
asociado con los poetas, artistas y pensadores pero que hoy no es más que el
rincón favorito de toda la pituquería (pijería) parisina y donde los aires de
bohemia se han esfumado para dejarle sitio al ventarrón chic que ha levantado
por las nubes los precios de todo; es seguro que los viejos bohemios y pobres
poetas del ayer no podrían hoy pagarse ni un café en los restaurantes que
pululan en la zona y viven de la leyenda de esta zona de París.
Desde las Tullerías hay que cruzar por algunos de los
puentes que enlazan las dos orillas; en la ruta que ha elaborado el Instituto Cervantes se recomiendan los
del Carrusel o el Royal pero nosotros cruzamos por el Pont
Solférino que si bien es menos impresionante que los otros dos al menos es
peatonal y, cosa curiosa, sus barandillas están llenas de cientos de candados
en los que se han dibujado los nombres de varias parejas como símbolo de un
amor eterno. Desde el puente se tiene una bonita vista del Musée de Orsay que es hacia donde nos dirigimos pero solo de pasada.
Pont Solférino. París - Francia |
Pont Solférino. París - Francia |
Tomamos la larga Quai Voltaire
mientras miramos las barcas llenas de turistas que pasean por el plácido Sena y
cruzan debajo de los arcos de los puentes Carrusel y del Royal. Luego de unos
10 minutos caminando llegamos hasta la Rue des Saints-Pères por donde bajamos, en dirección al boulevard
de Saint-Germain des Prés, hasta llegar a la facultad de medicina de la universidad René Descartes (ubicado en el número 45), que antiguamente fuera el HOSPITAL DE LA CHARITÉ.
En este lugar Vallejo
fue operado debido a una hemorragia intestinal que lo dejó al borde de la muerte. Sin duda, fue
allí, en ese hospital, donde el poeta vivió las peores horas y días de su
exilio parisino. Enfangado en un mundo de sombras, donde todo cambiaba para ser
peor; donde no había esperanzas y la incertidumbre era el pan de cada día y,
para colmo de males, sintiéndose esclavo de una soledad terrible
que se ahondaba todavía más al saberse alejado de la gente que quería, de
amigos que lo olvidaban, de promesas que no se cumplían.
“Parece que la mala
suerte sigue empecinada en herirme. Esta carta la escribo desde el hospital de
la Charité, Sala Boyer, cama 22, donde acabo de ser operado de una hemorragia
intestinal. He sufrido mi querido amigo,
veinte días horribles de dolores físicos y abatimientos espirituales increíbles…
Ahora, en la convalecencia, lloro a menudo por no importa qué causa
cualquiera... A menudo me acuerdo de mi casa, de mis padres y cariños
perdidos.” Carta a Pablo Abril de Vivero. 19 de
Octubre de 1924.
Universidad René Descartes (antes el HOSPITAL DE LA CHARITÉ) |
Universidad René Descartes (antes el HOSPITAL DE LA CHARITÉ) |
Pero, ¿fue la experiencia parisina de Vallejo un solo de dolor y de tragedia?;
¿hubo, acaso, momentos en que la vida le dio una tregua y le permitió momentos
de tranquilidad, de alegría, de entusiasmo?
Las fotos parisinas que se pueden ver de César Vallejo nos
muestran un hombre callado, taciturno; como si estuviera en un estado de
meditación perenne; buceando dentro de sí mismo y tratando de domar las bestias
de un dolor que solo él conoce. Amplia la frente; con cejas largas que llenan
de sombras sus ojos algo rasgados y una nariz de rapaz que contrasta con el
ancho cuadrado de su mandíbula. Esa es la quintaesencia de la idea que tenemos,
o queremos tener, los peruanos de Vallejo. En su libro “César Vallejo en el siglo XXI”, que no he tenido el gusto de leer
pero sobre cuyo contenido sé gracias a una entrevista publicada en el diario
peruano La República, el poeta
peruano Reynaldo Naranjo, luego de
serias investigaciones, ha incidido en una faceta poco conocida, o poco
aceptada, del poeta Vallejo: él era, también, un hombre alegre, sonriente y
amante de la vida; faceta de la que cada vez se habla más aunque todavía muchos
prefieren ignorar o negar para tener al escritor peruano entronizado siempre en
su altísimo olimpo sombrío y trágico.
Es indudable que el poeta tuvo sus sinsabores y que los
dos primeros años de su vida en París las pasó mal pero nunca dejó de tener
algunos trabajos que le permitían vestirse como un dandi: zapatos brillantes,
impecable traje, llamativo anillo y bastón. Naranjo saca a la luz a un escritor
que si bien necesitaba de la soledad para sus meditaciones y escrituras también
adoraba estar con sus amigos -a quienes pícaramente llamaba “zorrillos”-,
participar en las tertulias y hasta hacer sesiones de espiritismo en las que se
convocaba el alma de un asesino ruso para que matase a Franco. Vallejo no renunciaba a la
alegría y, amigo como era de la noche, seguía a un compañero músico a pedir
dinero mientras entonaban unos huaynos en los puentes parisinos para así tener
dinero y seguir la fiesta en cualquier bar. En “Correspondencia completa. César Vallejo”, editado por Jesús Cabel, se nos cuenta que Alina Lestonnat, cantante de tangos y
compañera del músico Alfonso Silva, recordaba
al poeta en su faceta más carismática: “Vallejo
sabía hacer chistes muy bien hechos. No era hombre que vivía sumido en la
tristeza… Era muy tierno. Dulce… Vivía sin la menor amargura.”
Bohemio César Vallejo en París con amiga Henriette y Carlos More en 1926 |
Otra valiosa fuente de información que nos da una idea de
ese “otro” Vallejo es el artículo llamado “Vallejo sabía reír” escrito por Luis Aguirre para la
revista peruana Caretas en el cual
se recogen testimonios de amigos cercanos al poeta en su tiempo parisino. Uno de ellos es Juan
Domingo Córdoba
quien, cuenta Aguirre, en su "César
Vallejo del Perú profundo y sacrificado” nos da noticias de un poeta
disipado y exultante de vida que visita museos, conciertos, obras de teatro;
que deambula por los cafés de París y "por los derroteros de la borrachera”;
bailando alegremente en el "Gypsy" o en "Les Noctambules"
del Quartier Latin. Bohemio, jaranero y amiguero; aventurero también en las
lides amorosas; siempre tratando de conquistar a una mujer: “¿Y Marujita? Créeme que estoy totalmente perdido de amor por ella…
Pero todo será en vano… ¿No querrá venir a París, para lanzarla en el Gipsy?”,
le escribe a
Juan Larrea el 25 de noviembre de 1925. Aunque, al mismo tiempo, parece haber
tenido, a veces, una especie de velado rechazo a los placeres carnales: “… la zorrilla no me dejaba permanecer casto
y me ha empeorado. Pero como ya se ha ido la vampiresa, me estoy curando otra
vez… ¡Esto del sexo es una vaina!”, le confiesa a Larrea en
enero de 1926.
Por momentos, la lectura de su correspondencia y biografía
me induce a pensar que en cuanto a los líos del corazón Vallejo podría haber
sido algo práctico pues, aparentemente, no dudaba en dejar de lado a una amante por
cualquiera otra si el cambio fuera lo suficientemente conveniente lo que no
quiere decir que sus relaciones fueran yermas y estériles de amor: a la dulce,
bondadosa e ignara Henrriette la abandona por Georgette (con quien se casaría) que no era
precisamente un dechado de dulzura sino todo lo contrario: Mario
Vargas Llosa
cuenta en el PEZ EN EL AGUA que Pablo Neruda solía decir que Vallejo le
temía tanto a su mujer que se escapaba por las ventanas de su departamento
para encontrarse con sus amigos. Pero Georgette era una muchacha joven y pertenecía a una
clase media algo venida a menos; en resumen, un mejor partido. Aunque sospecho
que, después de todo, era Henriette (sobre quien he escrito en la entrada anterior) quien le daba un poco más de tranquilidad por su carácter amigable: “En cuanto a las zorrillas, peleé con
Georgette y he hecho volver a Henriette. Así son las cosas de inesperadas. En
todo caso, estoy más tranquilo…” Carta a Juan Larrea. 5 de mayo de 1927.
Vallejo junto a Georgette. Foto de la página http://www.periodistadigital.com/ |
Leyendo la poesía y la correspondencia vallejiana uno cree
que el vate andino no dejó jamás de llorar, ni de pedir dinero prestado a
cuanto amigo pudiera, ni de
pensar solo en lo malo que era la vida. Pero , ¿por qué
Vallejo solo reflejó en sus escritos ese dolor y no le dio espacio al humor, a
la alegría de vivir del que él tanto disfrutaba? Imagino que era un poeta
extraordinariamente sensible al que lo único que llegaba profundamente y motivaba
a escribir eran las injusticias del mundo, la mala fortuna y el desarraigo que
sufría: mientras que hacia afuera era vitalidad y deseos de compartir buenos
momentos con sus amigos, toda una procesión de sombras le recorría por dentro.
El siguiente punto de nuestra ruta nos lleva hasta un
lugar que está ubicado a casi 2 kilómetros de la
facultad de medicina
René Descartes por lo que recomiendo que se tome el metro. La
parada más cercana es la
de Saint Germain des-Prés, por allí pasa la línea violeta que
en unos minutos nos lleva hasta la parada Vavin. Desde
allí podemos alcanzar fácilmente el café-brasserie de LA ROTONDE, ubicado en la esquina que hace el boulevard
Montparnasse con el de Raspail. Vallejo decía de este café: “He aquí el café sonoro, amado de los
artistas, de los vagabundos, de los snobs y de las faldas inciertas”.
CAFE LA ROTONDE. París - Francia |
CAFE LA ROTONDE. París - Francia |
Aparentemente, nuestro hombre frecuentaba este sitio cuando vivió en esta parte de la ciudad de la que no se fue sino hasta
finales de 1925, fecha en que dio el salto hacia la “rive droite” (orilla derecha del Sena) para trabajar allí y vivir
en los hotelitos de la zona; lugares que hemos recorrido en la entrada
anterior.
“Entregué tu carta a
Guita. Se puso contentísima. En este instante acaba de estar conmigo en La Rotonde…” Carta a Juan Larrea. 19 de enero de
1925.
Dejamos la Rotonde y, luego de cruzar el boulevard
Montparnasse, caminamos por la rue Delambre , en la que se encuentra el antiguo HOTEL DES ECOLES (hoy hotel Lenox),
exactamente en el número 15. Allí vivió César Vallejo durante los dos primeros
y complicados años de su estancia parisina en la que, sin trabajo y sin apenas
hablar francés, tuvo que vérselas para sobrevivir.
“Me hallo sin un
céntimo, completamente pobre. Le ruego que, si le es posible, me proporcione
algo mañana viernes 1ero de febrero… Puede usted enviármelo… al “hotel des Ecoles”… Rue
Delambre. arr 14.número del hotel 15.
Usted lo conoce.”
Carta a Pablo
Abril de Vivero. Jueves 31 de enero de 1924.
HOTEL DES ECOLES (hoy hotel Lenox). París - Francia. |
HOTEL DES ECOLES (hoy hotel Lenox). París - Francia. |
HOTEL DES ECOLES (hoy hotel Lenox). París - Francia |
Seguimos bajando por la calle Delambre hasta
alcanzar el tranquilo boulevard Edgar Quinet. Desde esa intersección podemos
ver a nuestra derecha el HOTEL ODESSA,
exactamente en la esquina que hacen la calle Odessa y el boulevard Quinet, que es un
lugar importante en este recorrido pues es este el primer hotel en el que se
alojó Vallejo cuando llegó a París. Vivir en hoteles fue algo común para él durante
los casi 15 años que vivió en París pues era, entonces, una opción bastante
económica. Hoy, al igual que los cafés donde escribieron o tertuliaron, los
hoteles donde poetas y músicos malvivieron han dejado de ser la económica
opción que siempre fueron para poner en sus puertas varias estrellas lo que
hace que hoy sea costoso (para cualquier mochilero) hospedarse en ellos. ¡Cómo
cambian los tiempos!
HOTEL ODESSA. París - Francia. |
HOTEL ODESSA. París - Francia. |
HOTEL ODESSA. París - Francia. |
HOTEL ODESSA. París - Francia. |
Desde el hotel Odessa es fácil ver, en realidad se la
puede ver desde casi cualquier rincón de París, la altísima Tour Montparnasse que se erige en lo que fuera antes la
estación de tren a
la que llegó Vallejo. Imagino al poeta descendiendo emocionado y temeroso del
tren que lo trajo desde La Rochelle; mirando el mundo maravilloso que ahora se
abría ante él; una ciudad adonde debía llegar todo aquel hombre que
se considerase culto y que quisiese estar en el centro donde se amasaban las
ideas. Como todo inmigrante esperanzado, deja de lado las sombrías ideas del
temor al fracaso y se propone imaginar una vida satisfactoria y plena en su
nuevo hogar.
“París! París! ¡Oh
qué grandeza! ¡Qué maravilla!... ¡Oh qué maravilla de las maravillas!... Llegué
ayer 13, a
las 7 de la mañana… París no tiene principio ni fin. Es para no acabar…
Hermanito: jamás soñé cuando yo era niño que algún día me vería yo en París,
alternando con grandes personajes. Todo me parece que estoy soñando, y me miro
y no me reconozco. ¡Tan humildes hemos sido, tan pobres!” Carta a Víctor Vallejo, su
hermano. 14 de Julio de
1923.
Tour Montparnasse. París - Francia. |
París, sin embargo, le defraudará. No tiene apenas dos
meses viviendo en este nuevo mundo cuando sus quejas y lamentos ya se empiezan
a oír: “Europa es así: tiene sus tiempos
en que pueda dar y otros en que lo estruja a uno el espíritu y le despoja de lo
que le dio y de algo más nuestro”. Carta a Carlos Raigada. 15 de
setiembre de 1923.
Montparnasse sería un lugar por el que el escritor peruano
andaría mucho y del que tendría grandes recuerdos. Era un sitio que mezclaba
los cabarés con la tertulia más exquisita pues entre las calles de ese barrio
se movían gente como Picasso, Hemingway,
Matisse, Cocteau o el inmenso Modigliani.
No es de extrañar que Vallejo lamentara haber perdido a los amigos que tuvo
allí alguna vez: “Los amigos de
Montparnasse han desaparecido casi en su totalidad. Unos se han vuelto a
América, otros han partido a viajar sin saber por dónde. En especial, de aquel
simpático grupo de muchachos que era el nuestro, ya no queda nadie. Yo mismo
voy muy poco por La
Rotonde. La vida es así, mi querido Max”. Carta a Max
Jiménez. 21 de diciembre de 1926.
Hay que dejar el hotel Odessa y cruzar al otro lado del
boulevard Quinet pues allí se ubica la
rue de la Gaîté el cual el Instituto
Cervantes de París, institución que, como dije, ha creado este recorrido,
recomienda visitar. Es una larga arteria donde todavía se pueden apreciar
algunos locales que han conservado su ambiente de placer, de la
"gaîté" (alegría), de inicios del siglo 20. Se cree que en uno de los bares de esta calle Vallejo terminó la escritura de su ESPAÑA,
APARTE DE MI ESTE CALIZ cuando regresó del frente hispánico con el alma
insuflada de amor republicano y comunista. Los pocos bares y brasseries que yo
vi no tenían un ambiente bohemio sino más bien uno bastante sofisticado y
ordenado en donde hombres de saco y corbata hablaban sin sonreír mientras otros
miraban sus ordenadores portátiles.
Rue de la Gaîté. París - Francia |
Rue de la Gaîté. París - Francia |
Rue de la Gaîté. París - Francia |
Le damos la espalda a la torre Montparnasse y bajamos por la acera derecha del boulevard Quinet pues por allí llegaremos a la entrada principal del célebre cementerio del barrio, sitio en donde acabaron las fatigosas andanzas de nuestro poeta. Desde marzo de 1938, César Vallejo padeció unas fiebres a
los que nada parecía curar. Se le hicieron placas de los pulmones y diferentes
tratamientos pero era imposible desentrañar el secreto del mal que el poeta
sufría. Se cree que murió de una fiebre palúdica que adquirió cuando vivía en
Perú y que se mantuvo en su organismo hasta que emergió de nuevo en París
debido, entre otras muchas cosas, al frenético ritmo con el que vivió la última
etapa de su vida en que puso su esfuerzo y dedicación a favor de la causa de la
lucha republicana española. Así estuvo durante seis semanas, padeciendo fiebres
de 41 grados y profiriendo gritos desgarradores. Hasta que le hicieron una
punción lumbar que no resistió y empezó a agonizar. A las 5 de la mañana del 15
de abril, último día de su vida, empezó a delirar: llamaba a su madre, a su
amigo Larrea, y media hora antes de morir solo decía: “España. Me voy a España” y
entonces su cuerpo no aguantó más; el hombre que había nacido “un día en que
Dios estaba enfermo, grave.”, finalmente murió.
Como si su destino hubiese estado unido al de la República
española por una poderosa fuerza subterránea, la vida de Vallejo se extinguía
casi al mismo tiempo que España era socavada por el fascismo. El esfuerzo que
César Vallejo hizo por la última causa en la que creía, había sido en vano.
Foto de la página http://impactoguerracivil.blogspot.com.es/ |
De su muerte se hicieron eco los diarios de izquierda; los
grandes de las letras francesas como Aragon
y gente como Tzara se apersonaron al
sepelio que fue costeado por el gobierno peruano. Como se ve, Vallejo no murió
ni olvidado ni tan pobre. Se le enterró en el Cementerio de Montrouge (43, avenue de la République-Montrouge) el
19 de abril de 1938; es decir, después de cuatro días del Viernes Santo en el
que murió. Él había profetizado que se moriría un jueves, casi acertó.
Foto de la página http://impactoguerracivil.blogspot.com.es/ |
Desde Montrouge sus restos fueron trasladados, el 3 de
abril de 1970, hasta el CEMENTERIO DE
MONTPARNASSE. Este camposanto es un lugar muy grande y, para mi gusto, uno de los rincones más
maravillosos de París. Nos recibe allí un cartel con el mapa que indica la
ubicación de algunas de las principales tumbas (también se puede pedir un mapa
en la oficina de información) y una ancha calle principal bordeada de árboles y
pequeñas flores cuyos coloridos pétalos alteran alegremente la solemnidad del
sitio.
Cementerio de Montparnasse. París - Francia. |
La tumba de Vallejo se ubica en la División 12º, Línea 4º
del Norte, Nº 7 este. Pese a haber tenido esta referencia encontrar el sepulcro
no fue muy fácil ya que según el mapa que teníamos lo que está indicado como
avenidas no son más que estrechísimos senderos por donde hay que entrar pisando
alguna que otra tumba. Apelando a nuestra paciencia pudimos encontrar por fin
el lugar donde acabaron las aventuras del gran poeta en el París de sus
amores y desgracias. Sobre la lápida del poeta se puede leer CÉSAR VALLEJO,
QUIEN QUISO REPOSAR EN ESTE CEMENTERIO y un poco más abajo este otro mensaje:
J’ AI TANT NEIGÉ POUR QUE TU DORMES (“He nevado tanto para que duermas) que fue
escrito por su viuda. Allí está y enriquece la espléndida pléyade de artistas y
escritores cuyos restos también reposan en este camposanto: Julio Cortázar, Sartre y Beauvoir,
Baudelaire y el extraordinario Maupassant,
entre muchos otros.
Tumba de César Vallejo en el cementerio de Montparnasse. París - Francia. |
Tumba de César Vallejo en el cementerio de Montparnasse. París - Francia. |
Tumba de César Vallejo en el cementerio de Montparnasse. París - Francia. |
Tumba de César Vallejo en el cementerio de Montparnasse. París - Francia. |
Es uno de
los primeros días de la primavera y en el cielo abunda un azul infinito; el sol
relumbra con fuerza como para hacer sentir que por fin está de vuelta. Bajo la
desnuda sombra de los árboles, gatos negros y pardos maúllan y pasean
ociosamente entre una abigarrada y hermosa aglomeración de esculturas
funerarias y lápidas; el silencio anestesia el lugar por lo que es un buen
refugio no solo para los muertos sino también para los vivos: no es raro ver a
más de un oficinista sentado en una banca tratando de calmar la ansiedad del
trabajo lejos del escritorio o a un hombre solitario leyendo las sangrientas
nuevas que manan los titulares de un periódico.
Cementerio de Montparnasse. París - Francia. |
Cementerio de Montparnasse. París - Francia. |
Cementerio de Montparnasse. París - Francia. |
Acaba nuestra peregrinación, hemos llegado hasta el lugar
donde reposan los húmeros de don César; hombre cuya obra convierte la vida en
un hecho divino, en un placer al ser leída, admirada, consultada. Hombre cuyo
genio ha hecho que miles y miles creamos firmemente en las posibilidades del
ser humano, en la belleza de la palabra, en la pureza de los principios. Hombre
que vivió intensa, melancólica, alegremente. De todo ello “son testigos los días
jueves y los huesos húmeros, la soledad, la lluvia, los caminos…”
Pablo.
Coda: ¿Qué fue de
Georgette Phillipart? Dedicó el resto de su vida a ensalzar y difundir la
obra de su esposo con un entusiasmo que rayaba en el fundamentalismo. Ya
bofeteaba a un editor por no haber puesto una imagen idónea de Vallejo en la
tapa de un libro como tiraba monedas e insultaba en público a Gerardo Diego que, con poco tino,
dijo que César Vallejo se había muerto debiéndole unas pesetas. Su mal humor se
hizo legendario como bien lo dice Mario Vargas Llosa en su libro EL PEZ EN EL AGUA: “La amistad con ella era dificilísima, como
atravesar un campo de brasas ardientes, pues la cosa más nimia e inesperada
podía ofenderla y desencadenar sus iras”.
Foto de la página http://nalochiquian.blogspot.com.es/ |
Georgette se fue a vivir al Perú y se dio tiempo para
conocer la casa de
su marido en Santiago de
Chuco. En Lima malvivía frugalmente dando clases de francés. Tenía no solo una
personalidad temible sino también excéntrica: Vargas Llosa cuenta que ella
ponía cucharadas de azúcar a
las hormigas; que iba siempre enfundada con un turbante negro y que su pasión
era pelearse con los editores que habían publicado o pretendían publicar a Vallejo.
Por otro lado, el premio Nobel peruano resalta la generosidad de esta mujer; su
disposición para ayudar a los poetas comunistas pobres u ocultar en su casa a políticos de izquierda que
eran perseguidos. Finalmente moriría en Lima el año 1984.
BIBLIOGRAFIA
CORRESPONDENCIA COMPLETA. CESAR VALLEJO. EDICION: JESUS
CABEL. EDITORIAL PRE – TEXTOS, 2012.
EL PEZ EN EL AGUA. MARIO VARGAS LLOSA.EDITORIAL SEIX BARRAL.
15 comentarios:
Al fin lo he leído! Y qué decir? me ha encantado seguir vuestros pasos tras Vallejo! He aprendido mucho sobre este poeta que aún tengo en el debe, pero que ya quiero leer. Hace unos meses buscando libros de Arguedas en una feria de usados de Montevideo, me topé con algún libro de Vallejo, los estuve husmeando y me prometí volver por ellos. Después de leer tu relato, me he dicho: bueno, parece que ya es hora! :)
Esta incursión que has hecho sobre la vida de Vallejo en París, me ha conmovido también por otros motivos. Puedo imaginar perfectamente la ilusión con la que fue hecha, ya que desde hace un par de años estoy fantaseando con la idea de seguir los pasos de Kafka en Praga y cuando leí que habías publicado estas reseñas sentí una gran emoción, porque sabía que atrás de ella se escondía el sueño de un lector, queriendo aproximarse aún más a la vida de uno de sus escritores favoritos. Me pone muy contenta que lo hayas logrado!
Abrazos!!
Muy interesante tu serie sobre Vallejo, me apunto los lugares para cuando vuelva a París.
Un saludo
Querida Patty, gracias una vez más por un comentario y por darte tiempo para visitar la brújula. Espero que muy pronto te animes a internarte en el fascinante universo vallejiano. Es un poeta fascinante. Como ves, he tratado de mostrar no solo su parte genial, dolorida sino también su parte más sencilla y hasta snob para así tener un personaje más redondo. Como he dicho tengo un fetichismo literario incurable por lo que seguir los pasos del gran Vallejo era para mí una cosa que tenía que hacer. Te animo a que sigas los pasos de Kafka en la gran Praga, estaré atento, quién sabe si hasta yo también me animo para cuando cumpla el sueño de llegar por allí. Mil besos!!
Elena, muchas gracias. Ya te agradecido en tu blog pero igual no quería dejar de hacerlo por aquí. Espero en verdad que lo que aquí he puesto te anime y sirva para cuando vuelvas a la inacabable París. Saludos!
leerte se convierte en un vicio Pablo .sé muy poco de literatura pero haz logrado atraparme en tu obsesión literaria.
Escribís muy muy bonito, gracias !
Hola, muchas gracias por tu visita y tu tiempo dedicado a esta entrada. Me alegra que te haya gustado lo aquí escrito. Espero que nos sigas visitando. Saludos!
Es extraordinario no sólo el gran Poeta Vallejo, sino el hecho de que hayas tomado el tiempo de recorrer sus caminos. Una joya realmente. Acá en Trujillo-Perú estamos organizándole un homenaje, fíjate que él estudió y trabajó en mi ciudad, y yo he caminado una veintena de años por las calles que él y el ilustre Grupo Norte caminaron. Es un orgullo mundial para todos los liberteños, peruanos, y poetas del mundo. César Vallejo nunca morirá.
Estimados amigos, muchas gracias por este comentario. La verdad que he cumplido un sueno al seguir los pasos del gran Vallejo en París, nunca lo hubiese imaginado. Escribí esta crónica con carino y admiración. Sería una extraordinaria idea escribir algo sobre la ruta de Vallejo en Trujillo, espero que sean ustedes que son los expertos. Un abrazo y gracias de nuevo.
HOLA...SALUDOS Y AGRADECIDO x ÉSTE GRAN RECUENTO, PS...GRANDE VALLEJO !!!...GRACIAS
Hola, muchas gracias a ti por haber visitado la brújula, es un placer enorme saber que lo escrito puede se de interés... como fue también un placer seguir los pasos del inmenso Vallejo. Gracias de nuevo, un gran saludo.
Hola, e estado en París hace apenas dos semanas, me encanto, regreso el 20 de Septiembre, ahora me encuentro en Milán, Italia haciendo unos trabajos de decoración, bueno el caso es que e pintado unos cuadros surrealistas con respecto a la poesía de Cesar Vallejo y me gustaría mostrarlos públicamente en París, si pudieras recomendarme un lugar te lo agradecería mucho.
Rafael Reiter yoreiter@hotmail.com
Mi correo es.....yoreiter@hotmail.com
Buenas Rafael, gracias por tu visita. FElicidades por el trabajo que estás haicendo inspirando en los poemas de Vallejo. Ojala puedas exponerlos en París, la verdad es que estuve en París solo un fin de semana por lo que no podría recomendarte un sitio en especial ya que todos los vi por encima. En todo caso quizás sea una buena idea comunicarte con el CERVANTES de París cuya "ruta Vallejo" seguí para escribir esto. Saludos y suerte!
A veces pienso, que Vallejo murió en el año adecuado: 1938. Porque los siete años después de su muerte fueron una porquería completa. Un año después de su muerte, Franco entraba victorioso en Madrid, en setiembre estalla la segunda guerra mundial. Dos años después, Francia capitula ante los nazis. Los siguientes años marcados por la muerte, estupidez, Genocidio y degeneración absoluta que llegaron al cenit con Hiroshima y Nagasaki. No sé como hubiera podido soportar su espíritu ante tanta barbarie. Eso es lo que pienso.
Tienes razón, no me había puesto a pensar en eso... cómo habría soportado tanta barbarie! ... Gracias por el aporte, un abrazo.
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