Seguimos en Munich.
O mejor dicho escribiendo sobre Munich. Porque escribir sobre los lugares a los
que uno ha viajado es recordarlos, y, en cierta forma, eso significa volver a
ellos. Así que gracias por acompañarme en este intento melancólico que practico
para poder recuperar la sensación de estar de nuevo caminando por esas calles
solitarias, bellas y silenciosas de la capital bávara.
En las últimas entradas he
tratado de contarles sobre lugares (la GLIPTOTECA,
EL TEATRO CUVILLIÉS, LOS CEMENTERIOS), a los que los visitantes no suelen
ir más por falta de tiempo (lo imagino) que por dejadez. Me parece que el MUSEO NACIONAL DE BAVIERA es uno de
esos sitios. Claro, habiendo colecciones como los de las Pinacotecas pocos
reparan en este museo pero me parece que es una buena alternativa por si no te
gusta ver solo cuadros sino más bien piezas ornamentales, rarezas, armas,
instrumentos musicales, colecciones regias, objetos tradicionales bávaros, en
fin, todo un combinado de cosas que debe darnos una idea de lo que era antes
una especie de “cámara de maravillas”.
El edificio es una enormidad de 13 mil metros cuadrados repartidos en tres pisos. Por lo que visto desde afuera su fachada se ve imponente. Cuando entramos nos sorprendió que apenas hubiese 4 personas esperando en la cola para comprar la entrada y al caminar por los salones apenas nos cruzamos con los guardianes, así que el museo fue prácticamente para nosotros. ¿No les dije que era un sitio apenas visitado? Bueno, al menos en otoño que es la época en la que fuimos.
La visita se empieza por el
subsuelo y allí ya se pueden encontrar varias sorpresas. Primero se ven unos
maravillosos mobiliarios de fines del XIX y varias vasijas de cerámica vidriada
hechas para ser usados por el pueblo bávaro. Pero lo impactante viene después
porque uno camina por varias galerías en donde se exponen unos nacimientos
(belenes) napolitanos del XVIII que son verdaderas maravillas, preciosas obras
de arte que muestran en sus reducidos detalles todo un dominio y maestría pocas
veces vista en objetos como estos.
Son puestas en escenas
llenas de fantasía, poco reales, pero no por ello menos bellas. Parecen
pequeños teatros y uno esperaría que los actores inmóviles se pongan a hablar
de lo reales que parecen. Pero no sólo tienen ese valor las personas
representadas, también los animales, los objetos, los edificios, todo. No sé si
esa tradición todavía existe en el sur de Italia, sería una lástima que se haya
perdido, si es así, al menos nos queda el consuelo de la maestría que una vez
existió en los que hicieron posible ese arte y nos dejaron esas piezas
maravillosas.
La planta baja contiene
principalmente obras artísticas que van desde el románico hasta el siglo de las
luces así que es un buen paseo por una especie de máquina del tiempo artístico.
A mí las que más me impresionaron fueron una bella escultura de María Magdalena
(de fines del XV) rodeada de ángeles, la santa estaba desnuda pero parte de su
cuerpo estaba cubierto por su larga caballera y por una gran cantidad de pelos
o quizás fueran escamas, como si fuera una sirena, lo cual tendría algo de
razón ya que hasta donde recuerdo ese ser mitológico estaba asociado al pecado.
Otra zona que me encantó fue la Sala Gótica donde pudimos ver tumbas y pinturas
de esa época y una pequeña oploteca en la que restallaban increíbles armaduras
medievales. Averiguando un poco me he enterado que hay en este museo un tapiz de 1553 en la que aparecen figuras extrañas en el cielo del paisaje allí
representado: la forma es tan curiosa que algunos quieren ver allí ovnis. En
fin, chorradas como esas, ya saben.
El último piso es el non
plus ultra de la exhibición de riqueza. Por momentos me hizo recordar a mis
paseos por el Victoria y Albert Museum
de Londres (sobre el que he escrito) por la magnificencia de lo que allí se
ostenta, aunque claro, con menos gente, pero también con menos luz y menos
vida. Si te asomas por allí te sorprenderá la cantidad de piezas de porcelana, plata
y oro, instrumentos musicales, relojes, muebles, esculturas, pintura vidriada, altorrelieves
en marfil, en fin, una gran cantidad (sin llegar a saturar) de todas aquellas
antiguas pertenencias de la vieja aristocracia muniquesa.
Lo que me motivó a escribir
esta entrada fue sobre todo el hecho de haber leído que el museo había identificado en sus fondos 15 de las esculturas que el mariscal nazi Göring había robado a personas que seguramente fueron
desaparecidas por el régimen que él defendía. Aparentemente esta no es la única
vez que el destino del museo está asociado a tan terrible momento de la
historia pues este año fue encontrada en el depósito de este museo la guillotina con la que los nazis asesinaron a la valiente Sophie Scholl, y su hermano, miembros de la Rosa Blanca, grupo que se resistió y enfrentó a la maquinaria
asesinada de Hitler y sus rufianes. Es un hallazgo bastante macabro pero un
elemento que nos recuerda ese tiempo ignominioso. Parece que el artefacto no va
a ser expuesto.
Pablo
DATOS
ÚTILES
El museo se ubica en Prinzregentenstraße, 3, detrás de
este lugar se ubica el famoso JARDÍN INGLÉS.
Entrada General: 5 euros, estudiantes 4.
2 comentarios:
Me encanta que nos cuenten sobre estos museos que no son de los más conocidos por el público en general.
Y a nosotros nos encanta que nos visites siempre. Un abrazo y gracias por ello.
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