La fiesta del Corpus Christi en el Cuzco

jueves, 17 de marzo de 2011

 Todos deberían estar alguna vez en sus vidas en una fiesta como ésta, pienso mientras estoy perdido en medio de este laberinto de colores en que se convierte la plaza de armas del Cuzco en plena celebración del Corpus Christi, la cual debe ser una de las más apoteósicas celebraciones religiosas en el Perú junto a la Semana Santa ayacuchana, la Fiesta de la Mamacha Candelaria en Puno y el Qoyllur Ritti, también en Cuzco, por nombrar a sólo cuatro de los cientos.


Y ¿cómo es que esta fiesta de nombre latín y netamente medieval se traslada a los andes? Al llegar los españoles al Cusco se escandalizaron cuando vieron en sus fiestas a los nativos sacar en procesión a los mallquis (momias) por lo que decidieron reemplazarlos con imágenes sagradas del catolicismo. Pero la estrategia no fue tan efectiva ya que los andinos infiltraron sus danzas, costumbres y cosmovisión en el ritual cristiano y les atribuyeron a los santos católicos las cualidades que tenían sus dioses. Así la Virgen María, que los andinos fueron obligados a adorar, en realidad era la "Pacha Mama"; Jesucristo ocultaba al Sol y Santiago Apóstol no era sino el "Illapa" o Rayo. Desde entonces toda esta mixtura hizo de esta fiesta una celebración mitad occidental y mitad andina y es, hasta ahora, una muestra de sincretismo entre el viejo y el nuevo mundo, un resumen de lo que es una parte del Perú de hoy.

LA FIESTA

Había sido una noche bastante loca (qué noche no lo es el Cuzco) y me desperté al oír el eco de los cohetes reventando y los ladridos de los perros respondiéndoles. Mi hospedaje "Corilazos de Oro" (Calle Ataud, vaya nombrecito, que sube al lado de la Catedral) era bastante simple aunque suficientemente confortable. Allí sólo se aceptaban como huéspedes a extranjeros pero como la dueña era paisana de un amigo me permitió hospedarme allí y ¡gratis! Lo interesante de este lugar es que ha sido construido sobre muros incas originales por lo que todos los días dormía al lado de un mural, así de paso me cargaba de energía.



Una ducha y a la calle. Había quedado en encontrarme con mis amigos en la puerta del café Ayllu (que entonces estaba en la Plaza de Armas del Cuzco, hoy ha sido removida a otra calle cercana) por lo que hacía allí fui y para mi sorpresa la celebración ya había empezado. En la plaza una gran multitud de gente esperaba entusiasmada la salida de los santos que “dormían” en la Catedral mientras que el olor del incienso se esparcía cubriéndolo todo como una inmensa manta que hubiera caído desde el cielo serrano.

Era jueves, día principal del Corpus, pero en realidad la celebración empieza un día antes cuando en sus respectivas parroquias los santos de los 15 barrios participantes en esta festividad son vestidos con sus mejores atavíos para ir bien presentables a la plaza mayor y lucirse frente a los demás en la conocida "Entrada". Las imágenes de santos y vírgenes son depositadas en la Catedral para "dormir"... hasta el día siguiente en que son sacados en procesión. Dicen que alguna vez ha habido alguna carrera entre San Sebastián y San Jerónimo tratando de entrar el primero en la plaza y que por el apuro, y las cervezas que se habían tomado los cargadores, la imagen de alguno de los santos ha terminado por los suelos.

En la catedral terminó el Te-Deum y salió, llevada sobre un vehículo motorizado, una impresionante carroza de plata (de 1733), que llevaba dentro el “cuerpo de Cristo”, detrás de la cual caminaban el Arzobispo y las autoridades de la ciudad. Los repiques de la campana llamada la María Angola, considerada la más grande del Perú, parecían truenos de sonidos metálicos que se extendían por todo los confines de la ciudad. Después de dar una vuelta entera a la plaza, la carroza es devuelta a la catedral; luego el Arzobispo da la bendición a la gente. Así termina la ceremonia oficial. Ahora... que empiece la fiesta popular.

Los santos y vírgenes bajan del atrio y empieza el desfile multicolor con una multitud que los sigue devotamente. Allí van San Antonio, San Jerónimo, San Cristóbal, San Sebastián, Santa Bárbara; Santa Ana, Santiago Apóstol, San Blas, San Pedro, San José, La Virgen de la Natividad, La Virgen de los Remedios, La Virgen Purificada, La Virgen de Belén y La Virgen de la Inmaculada (llamada "La Linda"). Cada uno porta unos vestidos esplendorosos, de una fineza increíble y joyas obsequiadas por sus fieles. Han sido sacados a la calle, como quien saca a un niño mimado: vestiditos, relucientes, limpios. Recorren la plaza, como antes lo hicieron las momias de los incas, en increíbles andas hechas de metales preciosos cuyo peso es enorme y exige de los cargadores un gran esfuerzo físico y de coordinación para que el paso se dé con la mayor estabilidad posible. 







Mientras los gringos cambian de memoria en sus modernas cámaras, pues hay demasiado por fotografiar, los fieles siguen a los santos de su devoción con gestos contritos, otros lo hacen cantando, otros animan a la orquesta típica (q´aperos) a no detener el ritmo lento de la música, de sonidos alargados que parecen suplicas; otros incluso van de rodillas. Todas las clases sociales y razas se juntan en esta fiesta, se mezclan con tal naturalidad que las diferencias parecen no existir. Las ñustas andinas y niñas vestidas de ángeles occidentales pasean expandiendo el incienso y los balcones de la plaza lucen adornados con flores y maravillosos tapices. Los cohetones interrumpen la limpidez del cielo con sus señales de humo y en medio de tantas expresiones de fe los diablos, bufones y demás personajes burlescos divierten a los devotos con sus contorsiones y muecas poniéndole al evento esa pizca de picardía que siempre es bienvenida. La chicha corre a raudales y lo va a seguir haciendo toda la tarde, agregándole un tufillo de emotividad a las palabras proferidas en quechua y en español. Una corriente eléctrica se extiende y te envuelve con su combinación de color y sonido; ha sido una de esas vivencias en que he experimentado eso que otros llaman "energía", una fuerza que se extendía por todo ese espacio mágico que es la plaza del Cuzco.




Pero no solo se siente emoción sino también hambre cuando se esparce el olor a fritura, a condimento y a hierbas… así que a comer. En las calles aledañas a la plaza se ponen cientos de carpas y allí nos comemos un contundente y descomunal "Chiri uchu" (Ají Frío), un plato que podríamos denominar “barroco”, muy acorde con el espíritu de la fiesta: trozos de cuy asado, pollo, ch'arki (carne seca), embutidos, maíz tostado, queso, torrejas de maíz, qocha-yuyo y rocoto. Todo esto para un solo comensal.

A las 6 de la tarde, el sol descompone el horizonte en hilachas de rojiza luz. La fiesta "pagana" continúa en cada esquina de la plaza. La gente ha tomado la calle por la fuerza de la alegría;  beben, comen, se abrazan, gritan, la ebriedad es casi una exigencia. Me voy hacia mi hospedaje y me abro paso entre un grupo de gente que se divierte y baila en la esquina de la plaza y la calle Ataúd. Voy subiendo la cuesta y de pronto se cruza en mi camino una señora muy borracha y se hace un campito en una acera y muy tranquila se sienta a orinar delante de mí. ¡Y que viva la fiesta!





En la noche iría con mis amigos al ya extinto FESTIVAL INTERNACIONAL DEL CUZCO y continuaríamos la noche en una discoteca y en medio del vacilón salió la idea ir “al sur del sur”, más allá del Cuzco a descubrir otros lugares tan hermosos y secretos que hay por allí. Cuando uno está con unas copas encima y junto a amigos inoculados con la misma adicción viajera planifica viajes hasta a la luna. Así que allí vamos...

Pablo



DATOS

Hay que tener en cuenta que el Corpus Christi es una celebración que cambia de fechas dependiendo el año. Este 2011 por ejemplo se celebra el 23 de junio, así que ya puedes ir planificando tu viaje.

0 comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...